07.07.2016
Por Juan Elman
El 23 de Junio los británicos votaron para abandonar la Unión Europea, pero las consecuencias están lejos de quedar sólo en el Reino Unido. ¿Qué significa esta decisión que marca un antes y un después en el mundo?
Pucheronews entrevistó a Mariano Schuster, periodista y jefe de redacción de La Vanguardia, sobre las causas y consecuencias del Brexit: “Los grandes ganadores del Brexit son las extremas derechas”.
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La Trama
Tras conocerse el resultado del Referéndum, David Cameron, primer ministro británico, anunció que renuncia en Octubre. Boris Johnson, el ex alcalde londinense que encabezó el movimiento para que Reino Unido se vaya de la UE y parecía el favorito en la sucesión, bajó su candidatura. Johnson fue traicionado por Michael Gove, actual ministro de Justicia y uno de sus principales aliados en la campaña. Gove, tras sostener que Johnson no es el líder que necesita el país, se lanzó como candidato. No, no se trata de un capítulo de House of Cards.
Cameron renuncia en octubre. Foto: G. Images.
Pero la favorita para suceder a Cameron es Theresa May, la ministra de interior que apoyó tibiamente la campaña para que Reino Unido se quede. May competirá con otra candidata, Andrea Leadsome, para convertirse en la primer mujer en el cargo desde Margaret Thatcher. Todo esto dentro del Partido Conservador. En el Partido Laborista, el principal de oposición, también hay signos de crisis. Jeremy Corbyn, el líder elegido en 2015, cada vez pierde más apoyo de los parlamentarios y las renuncias llueven. “Lo que están haciendo es lo que quisieron hacer desde un principio: quitar a Corbyn del medio”, sostiene Schuster.
En Europa, la extrema derecha aprovecha el golpe y se moviliza. Le Pen en Francia, Wilders en Holanda, Salvini en Italia, entre otros, piden por referéndums en sus países. Hasta Donald Trump festejó el resultado. Merkel, la canciller alemana, pide que se agilice la salida, aunque se sabe que va a llevar tiempo. El Brexit retumbó en el mundo entero.
Pucheronews: Economía o nacionalismo, ¿a qué responde el Brexit?
Mariano Schuster: Creo que el Brexit es difícilmente atribuible a un solo factor. En términos coyunturales, lo sabemos, el referéndum tuvo que ver con una propuesta electoral de David Cameron para ganar las elecciones al laborismo en 2015. Una propuesta electoral que hizo, claro, presionado por sectores de su partido y también por el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP), que tiene incidencia en una parte de sus votantes.
Evidentemente lo económico tiene un peso específico. En una situación económica desfavorable, la tendencia euroescéptica típica de los británicos puede aumentar. Y la cuestión migratoria va unida a ella. Resulta evidente que muchos trabajadores británicos consideran que, el ingreso de trabajadores extranjeros, limita sus posibilidades de acceder a un empleo o genera una competencia del tipo desleal. Este tipo de posiciones, alimentadas permanentemente por la derecha del Partido Conservador y por UKIP calaron. Pero también se puede decir que buena parte de ciudadanos vinculados a la izquierda proponían la salida de Europa desde posiciones diferentes. Lo que algunos sectores de la izquierda veían era que la defensa de la permanencia contaba con el apoyo del Fondo Monetario Internacional, de la City de Londres, de los mercados, de la troika y, evidentemente, no querían estar allí.
Ahora bien, creo que, más allá de las respuestas coyunturales, debemos observar también ciertos clivajes históricos vinculados a la relación del Reino Unido con Europa.Reino Unido no es miembro fundador de la Unión Europea y, antes de sumarse a la entonces Comisión Económica Europea (CEE) en 1973 durante el gobierno del conservador Edward Heath, su ingreso había sido negado dos veces por el General de Gaulle. La razón era, dicho a muy grandes rasgos, que se lo consideraba un “Caballo de Troya” de Estados Unidos. El atlantismo seguía muy arraigado en la política británica y el euroescepticismo era moneda corriente. Como lo afirmaba el periodista Martin Roberts hace algunas semanas, Reino Unido nunca contó con los motivos del resto de los Estados para integrarse en un proyecto común. En tal sentido, debemos recordar que la UE era, sobre todo, un proyecto político: se trataba de garantizar la paz luego de dos guerras mundiales, y de establecer la democracia en todo el continente. Sin embargo, Reino Unido no reunía los factores comunes del resto de los países (nunca fue invadido, las guerras no arrasaron el país, nunca tuvo una dictadura) por lo que no vio en la UE un proyecto de tipo político sino económico. La tradición euroescéptica tuvo, en tal sentido, un anclaje importante. Primero – y hasta mediados de los años ochenta – por parte del laborismo, que consideraba que era una superestructura continental destinada a satisfacer intereses de los países ricos y de grupos económicos poderosos. Es bueno recordar que, en 1983, el laborismo de la mano de Tony Benn propuso la salida de Europa, en un programa electoral que resultó catastrófico. Pero ya dos años después de integrarse (en 1975), Harold Wilson, primer ministro laborista, convocó a un referéndum para salir. Posteriormente fueron los conservadores quienes, para defender la autonomía de la City de Londres como plaza financiera y también amparándose en aspectos vinculados a la cuestión migratoria, adoptaron un discurso antieuropeo. Hay que recordar a Margaret Thatcher gritando en 1979 en la Conferencia de Dublín la frase “¡Quiero que me devuelvan mi dinero!». Es decir que los factores hay que rastrearlos, también, desde un punto de vista histórico.
P: ¿La decisión marca un antes y un después en el mundo?
MS: Yo estoy convencido de que sí, a diferencia de lo que opinan algunos analistas. Creo que esta decisión del Reino Unido cambia muchas cosas, sobre todo en Europa. El proyecto de la Unión Europea es un proyecto muerto. Me atrevo a decirlo sin problemas, la UE, tal como está planteada, está destinada al fracaso. Sosteniendo las políticas que está sosteniendo, lo único que va a conseguir es que más países quieran irse y va a alimentar, por supuesto, las posiciones antisistema. Estas posiciones pueden producirse por derecha o por izquierda.
P: Se hicieron referencias al posible efecto dominó. ¿Creés que es posible?
MS: Claro que creo que es posible. Pero no en el sentido de la existencia de otros referéndums. Porque creo que, quizás, ni siquiera sean necesarios… No importa la manera en la que caigan las fichas en este dominó. Lo trascendente es si caen o no. Y el ascenso de las fuerzas de la extrema derecha, ante la pasividad de una Unión Europea que sigue enrocada en las mismas políticas, se producirá tarde o temprano.
P: ¿A qué se debe tal ascenso?
MS: Los factores son diversos y, de hecho, las extremas derechas son muy diferentes entre un país y otro.
Sin embargo, las condiciones para hablar de un fenómeno de tipo continental están dadas. Entre los factores, hay al menos tres que merecen ser apuntados: el fenómeno de la transnacionalización económica, la falta de respuesta de la izquierda a las problemáticas de los trabajadores y los afectados por ese proceso globalizador y la modalidad de la integración europea. En definitiva, debemos aclarar que el surgimiento de fuerzas racistas y xenófobas no se debe a un antieuropeísmo per se, sino al fracaso de este proyecto europeo. Por lo cual resulta ridículo creer que con una mayor integración de este tipo va a mermar ese auge. De todos modos, la respuesta al fracaso de este proyecto no tiene porque provenir de esas derechas radicales. La izquierda bien puede proponer nuevos antagonismos y recuperar, sobre una base social sólida, una política superadora. En este sentido, creo que la izquierda tiene buen grado de responsabilidad en la materia. Cuando me refiero a la izquierda, hablo específicamente de la socialdemocracia. Ésta ha adoptado, en buena medida, los clivajes políticos propuestos por la derecha liberal o conservadora y ha sido incapaz de desarrollar un modelo alternativo. Ha asumido como propio el discurso de la austeridad y ha centrado sus estrategias en el desarrollo de políticas sociales que no tocan ni hacen mella en la política económica general. La izquierda está muy acostumbrada a vanagloriarse del pasado. A sostener que creó el estado de bienestar, a que desarrolló las políticas sociales que generaron un consenso de clases del capitalismo de la época dorada, de los treinta años gloriosos. Pero sucede que eso no existe más. La izquierda, que no puede dar respuesta a los trabajadores, genera que los nativos de cada país se vean envueltos en los discursos de la extrema derecha, que además tienen un discurso antiestablishment. La socialdemocracia ahora es vista como parte del establishment, eso puede ser rebasado por izquierda como es el caso de Podemos en España, o por derecha como en Francia con Marine Le Pen.
Hay un caso que me parece sintomático de esta situación. La comuna de Brignoles en Francia era tradicionalmente comunista. Sus votantes son mayoría obreros. ¿Quién ganó las últimas elecciones? El Frente Nacional de Le Pen. ¿Por qué? Porque la izquierda ya no tiene discurso ni muestra capacidad para proteger a sectores excluidos. La extrema derecha ofrece un discurso para los trabajadores, ofrece un marco totalizante, (erróneo y por supuesto autoritario y discriminador) que le gana a una izquierda que perdió el rumbo. La estrategia de deslizarse hacia el centro que la socialdemocracia aplicó desde la década del ochenta no da más resultados. Le permitió ganar elecciones durante un tiempo. Pero el costo de ganar elecciones fue perder el programa. Ahora está apegada a una forma de construir política que no le era propia y eso tiene sus consecuencias. Por eso, quienes quieren combatir a las extremas derechas planteando salidas socialdemócratas se equivocan.
Manifestaciones en Londres contra el Brexit. Foto: Google Images.
P: Ante el avance de los movimientos antiestablishment, tanto de izquierda como de derecha, ¿Qué va a pasar con Europa?
MS: Europa va a ser un territorio de disputas, vienen momentos muy álgidos. Si no hay un golpe de timón por parte de la socialdemocracia y de las fuerzas de la izquierda, creo que la situación se complejizará. Algunos lo considerarán muy aventurado pero, lamentablemente, puede que la situación vaya a peor.
Creo, personalmente, que el ascenso de las derechas radicales se ve claro en el panorama. El caso austríaco es de preocupar. Norbert Hofer puede llegar a la presidencia y quién sabe si alcanzarán en el mediano plazo la Cancillería. ¿Y cuál ha sido la actitud de la izquierda durante todos estos años para frenar el avance de la extrema derecha? La de pergeñar alianzas con el centro-derecha liberal o conservador o, en su defecto, llamar a votar por ellos para que no ganen las fuerzas radicales. Lo cierto es que eso dio resultado y frenó el avance político de estos grupos durante algún tiempo. Pero no solucionó el caldo de cultivo del crecimiento de estas organizaciones. Éstas soluciones cortoplacistas, en tanto se sostienen los problemas de los ciudadanos más desfavorecidos, no van a dar resultado.
P: Se dice que fueron los más grandes quienes decidieron el futuro de los jóvenes, quien en su mayoría votaron para quedarse. ¿Creés que es correcta esa interpretación?
MS: No, no creo que sea correcta. Se difundió durante días una tabla mostrando esos resultados pero sucede que a los resultados hay que desglosarlos correctamente. Yo creo que el análisis debe ser, sobre todo, geográfico y de clase. Si uno ve cómo votaron los jóvenes obreros de las zonas industriales, se da cuenta que votaron de una manera muy diferente a como lo hicieron los jóvenes londinenses, por ejemplo. Imaginamos que todos los jóvenes ingleses son una suerte de hipsters con gafas de último modelo y auriculares enormes en la cabeza. Y no es así. Los jóvenes desocupados de Liverpool, los jóvenes obreros de Manchester no son así. Muchos de ellos votaron a favor de irse. En tal sentido, creo que el clivaje es otro.
P: El fin de semana pasado, hubo manifestaciones masivas en Londres para protestar contra el Brexit. Ante la posibilidad de dar vuelta el referéndum, ¿crees que hay chance que esto ocurra o el costo político es demasiado alto?
MS: Chances puede haber pero no tengo una respuesta para ello. Lo que sí creo es que el costo político podría ser enorme. La votación ya se realizó y, se esté de acuerdo o no, la voluntad democrática se expresó.
P: Analicemos la situación interna de Reino Unido. ¿Se trata de una crisis política?
MS: Efectivamente,hay un quiebre absoluto al interior de los partidos políticos británicos tras un resultado que no se esperaba. Sin embargo, creo que debemos puntualizar que la crisis interna del Partido Conservador es diferente a la del Partido Laborista.
Lo de Michael Gove era previsible, no tanto lo de Theresa May. Y, Boris Johnson se retira pero, claro, como un ganador. Aunque, lamentablemente para él, no será primer ministro. En cuanto al Partido Laborista las cosas son bien diferentes. Lo cierto es que la moción realizada por los parlamentarios de su partido contra Corbyn fue justificada por los mismos como una pérdida de confianza por la supuesta campaña tímida a favor de la permanencia. La realidad es bien diferente. El llamado Laborismo Parlamentario no quiere a Corbyn dirigiendo el Partido desde el mismo día que fue electo.
Jeremy Corbyn, líder laborista. Foto: Google Images.
Se trata de una maniobra política contra un dirigente del ala izquierda del partido que se propone recuperar algunas de las políticas clásicas del ideario socialdemócrata pero que, tras los gobiernos de Blair y Brown – aún con sus diferencias – resultan muy avejentadas para algunos dirigentes. Lo que están haciendo es lo que quisieron hacer desde un principio: quitar a Corbyn del medio. Corbyn amenaza el liderazgo burocrático que han tenido buena parte de esos dirigentes en este último tiempo.
P: ¿Cómo queda la UE con Merkel como máxima referente?
MS: Los alemanes han sido, tradicionalmente, los que marcaron el rumbo de la UE. Reino Unido logró, presionando con la posibilidad de irse, conseguir condiciones particulares. ¿Cual es el modelo de la UE? Es un modelo de confianza política en el bipartidismo. La creencia que siempre iban a gobernar socialdemócratas y liberales o conservadores, según el caso de cada país. Cuando esto estalle, que ya está sucediendo, la UE va a carecer de sentido. Alemania ya no va a poder determinar la vida política europea. Quiérase o no, las soberanías nacionales existen, las ciudadanías eligen y en cuanto se inclinen por alternativas por fuera de los clásicos bipartidismos, ese proyecto será redefinido o estallara en pedazos. Todavía no sabemos qué va a ocurrir. Los grandes ganadores del Brexit son la extrema derecha europea. ¿Pero quién ganaba si se quedaban? ¿Por qué quedarte en un proyecto que no funciona? Es una situación compleja y el futuro de la UE es realmente incierto, depende de las elecciones que los ciudadanos hagan en cada país. Alemania es un país previsible, ¿pero el resto?
Lecturas sugeridas por Mariano Schuster
-Para mensurar los distintos tipos de derechas radicales: trabajo publicado por la editorial Routledge titulado Varieties of Right-Wing Extremism in Europe (Variedades del extremismo de derecha en Europa).
-Lexit, la salida por izquierda, artículo de Lucas Malaspina
-Sobre el futuro de Europa: «El mal inglés», artículo de Franco Berardi.