Despistados en la causa AMIA

19.08.2015

En el episodio anterior Alejandro Rúa, ex jefe de la Unidad Especial de Investigación del Atentado a la AMIA, comentó a Pucheronews sobre los desafíos del juicio por encubrimiento de la AMIA. En esta segunda parte, hablamos de dos pistas importantes en la investigación del atentado que fueron encubiertas.

 

La pista Alberto Jacinto Kanoore Edul

Los indicios. Una semana antes del atentado, Kanoore Edul hizo un llamado al imputado Telleldín. En su agenda figuraba también Mohsen Rabbani. Un camión depositó un volquete en un baldío a metros del domicilio de Kanoore Edul, después de haber descargado otro similar frente a la AMIA minutos antes de la explosión. Ese baldío fue asignado a Alejandro “Alito” Tfeli, médico personal de Carlos Menem y amigo del sirio Monzer Al Kassar -quien al principio de los años 90 era uno de los mayores traficantes de armas del mundo.

Carlos Menem y Kanoore Edul padre son amigos y comparten el origen de sus familias en el pueblo sirio de Yabrud –donde también nació Al Kassar.

Los hechos. El 26 de julio 1994, Galeano ordenó intervenir los teléfonos de Kanoore Edul. El 1° de agosto se cancelaron las escuchas después de una visita de Kanoore Edul padre a la Casa Rosada. Los casetes y transcripciones desaparecieron. Hay llamados desde un teléfono del comisario Palacios que alertaron a Kanoore Edul de un futuro allanamiento. De pronto, Galeano abandonó la denominada “pista Siria”.

Kanoore Edul. Foto: Google Images

    <p>Le pregunto a Rúa si Kanoore Edul es testigo en el juicio por encubrimiento. Contesta que “no puede porque es imputado” y trata de explicarme la situación con un diálogo imaginario:
  • ¿Por qué no va a declarar en el juicio?

-Porque está imputado (en la causa AMIA).

-¿Hace cuantos años?

-Uno puede tener una lectura de buena fe: está imputado, lo están investigando, no puede declarar. O uno puede tener una lectura de mala fe: no quieren que declare.

-¿Y cómo hacen para que no declare en el juicio?

-Bueno, imputalo. Entonces no va a poder declarar.

 

“Yo en este caso no tengo ni una lectura de buena fe ni una lectura de mala fe; pero veo la situación”, agrega el abogado. Sin embargo no quiere juzgar porque eso es lo que “confunde a las personas”.

 

El encubrimiento de esta pista y el pago de un soborno a Telleldín son los ejes del juicio por las irregularidades en la investigación de la AMIA.

 

Atentado a la AMIA, Buenos Aires, 1994. Foto: TELAM / Google Images

    <p>&nbsp;

La pista El Reda/Rabbani

Como ex jefe de la Unidad Fiscal, Rúa conoce la causa como pocos. En la primera parte de esta entrevista comentó que el juicio por encubrimiento podría arrojar más luz sobre lo ocurrido. ¿Alguna pista en particular?, indago.

El letrado cuenta que le interesó “la pista de llamadas a un celular en la Triple Frontera a nombre de un tal Marques”.

Según Rúa, ese celular recibió un primera llamado el 1 de julio 1994 desde un locutorio en el aeropuerto de Ezeiza y un último llamado desde un locutorio en Aeroparque el 18 de julio 1994, poco antes del atentado. No se usó ese celular ni antes ni después de estos dos llamados.

Entre esas dos fechas, hay datos de contactos telefónicos desde locutorios en Buenos Aires siempre usando la misma secuencia: “primero llamaban al celular en Foz de Iguazú; inmediatamente después llamaban a unos teléfonos en Líbano, Nueva York o San Pablo”.

Rúa explica que la primera semana los llamados se establecieron desde la central telefónica en Corrientes y Maipú. La segunda semana desde cercanías de la AMIA y la tercera desde cercanías de la mezquita Floresta At-Tauhid de Mohsen Rabbani -que era en aquel tiempo el agregado cultural de Irán en la Argentina.

“Encima algunas de estas comunicaciones están relacionadas con la casa de la secretaria de Rabbani que estaba casada con el hermano de Samuel El Reda.”

A Rúa le pareció que alguien desde Buenos Aires reportaba a un supervisor en la Triple Frontera y resalta: “Si estos datos son ciertos, para mí eso es lo más cerca que se estuvo del atentado. Eso tiene que ver con el atentado. Y eso se debería seguir investigando”.

Identikit de Samuel El Reda. Foto: Google Images
Samuel Salman El Reda, colombiano convertido al Islam, se casó en 1989 con la argentina Silvina Saín, hermana de Karina Saín que era secretaria de Rabbani y a su vez estaba casada con José El Reda, hermano de Samuel. Vivía por Floresta cerca de la mezquita At-Tauhid de Rabbani.

A partir de un cruce de datos telefónicos, Nisman dijo haber establecido que Samuel El Reda era quien coordinó en Buenos Aires el atentado y quien hizo los llamados al celular de Marques. Según Nisman tomó desde Aeroparque un vuelo hacia Iguazú el 18 de julio 1994 a las 8:20 después de haber realizado el último llamado al celular en Foz de Iguazú a las 7:41. Silvina Saín ya había salido de la Argentina un mes antes del atentado. Karina Saín dejó la Argentina en 1995.

Desde 2009, hay una orden de captura internacional contra Samuel El Reda a partir de un pedido del juez Canicoba Corral y del fiscal Nisman.

Sin embargo, Rúa insiste en tener cuidado. “Estos tipos de datos, presentados por una entidad -SIDE- que está encubriendo el atentado, son absolutamente manipulables.”

Y advierte: “Hay indiciarios que señalan a Rabbani y El Reda como sospechosos para ser investigados. Hasta allí OK. A mí, lo que me parece armado es el salto que se hace: como fue Rabbani, fue Irán”.

Rúa se refiere a la pista iraní que se instaló desde el primer día que presentó la SIDE primero a Galeano y después a Nisman.

En la sentencia del Tribunal Oral Federal N° 3 del 2004 aparece un dato interesante respecto de la pista El Reda. Juan Carlos Anchézar (ex subsecretario de la SIDE e imputado en el juicio por encubrimiento) ordenó (sin respaldo judicial) el día mismo del atentado la intervención de 10 líneas telefónicas. Una de estas pertenecía a Karina Saín. Dice la orden judicial:

“La línea 612-1191,…, pertenecía a Alejandro y Karina Saín, vinculados éstos a un supuesto integrante del Grupo Hezbollah y a la vez cercano del ex consejero cultural Mohsen Rabbani, de nombre Samuel Salman El Reda Reda”.

La sentencia ordena “investigar el destino de las cintas de audio obtenidas durante el período en que fueron interceptados, en forma irregular”. Según Rúa esta investigación quedó en el juzgado de Lijo.

 

¿Ahora qué?

El defensor de Memoria Activa advierte con recurrencia: “Esta causa es una operación de inteligencia desde el primer día. ¡Te hacen ver cualquiera! Entonces ya que voy a ver cualquiera, lo que no voy a hacer es creerme las operaciones”. Rúa es tajante.

Insiste en que es hora de poner fin a las pistas falsas. “¡Estos delincuentes todos afuera!”, exclama. Sabe que los fiscales están en una posición difícil: “¿Qué espacio tiene un fiscal para decir esto con Nisman muerto? Para mí es fácil decirlo sentado acá. Yo, Alejandro Rúa, no tengo ninguna responsabilidad funcional, soy un abogado que dice lo que piensa y puedo hacerlo. Pero hoy es muy difícil tomar esta decisión aunque se quisiera”. Después de una pausa, agrega: “Él que hizo esto lo hizo con este fin”.

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        <p>Frente de la AMIA. Foto: Google Images</p>

    <p>Según el abogado, la SIDE “veía el desarrollo del juicio oral y sabía adonde iba a terminar” y “desplegó una operación de inteligencia para que no se cayera todo, para seguir”.

Seguir para consolidar una posición, para que todo continúe más allá de quienes están a cargo de la SIDE, de la UFI-AMIA, del gobierno.

Queda la paradoja y la tensión entre la sombra de una deuda y la ilusión de que los encubridores reciban sentencia, de que este nuevo juicio abra el camino, despeje, permita ver algo de luz.

 

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