16.06.2016
Por Aníbal Villa Segura
#NiUnaMenos fue un clamor el año pasado. Este año se transformó con #NiUnaMenos #VivasNosQueremos; un territorio donde confluyeron pensamientos de distinto origen, argumentaciones diversas, militancia viva, incluso desencarnada que fue exhibida.
Cuando averiguamos que pasa en el teatro, surge el cuerpo: presente e inminente, que habla, que pulsa, que siente, que sufre y que exhibe. Es además y en clara sumatoria el cuerpo de la mujer y el cuerpo del género. Un cuerpo en tensión entre lo que le dicen que es y lo que realmente, fantasiosamente o ensoñadoramente quiere ser.
Desde Pucheronews, elegimos para hablar de cuestiones de género en el teatro a dos mujeres de la generación sub 30. Ambas con un lenguaje sintético, inteligentes y perceptivas desplegaron ideas sobre las luchas complejas en clave simple.
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Maruja Bustamante, chubutense del lago Puelo, tiene una profusa trayectoria como actriz y una exitosa carrera como directora teatral. Sus obras tienen el sello del éxito de lo buscado. Actualmente es la Asesora Teatral del Centro Cultural Rojas de la UBA, almacén de experimentación y de nuevas búsquedas.
Íride Mockert es santafesina, nacida en una famosa familia musical del litoral: clásica opera y rock, es oboísta. Formada teatralmente en el IUNA, procuró además ser integral por lo que se completó artísticamente con canto y baile. Además es muy bella y no parece darse cuenta. Durante estos últimos años, ha sido convocada por diferentes directores. En el 2016 tiene en cartel “Yiya el musical” (Teatro Nacional) y acaba de estrenar “No daré hijos, daré versos”, en Timbre 4, ambas con gran repercusión.
Maruja Bustamante. Foto: cortesía de la actriz
Iride Mockert. Foto: cortesía de la actriz
Las dos coinciden y entraman en entrevistas separadas preocupaciones comunes.
El mundo es machista, el teatro lo es. Las mujeres son violentadas en el teatro también. Antes las mujeres hacían frente y luchaban solas; ahora han conseguido el apoyo de la comunidad. En el teatro exactamente igual.
Pero esto que parece un logro se vuelve, según Maruja, algo mínimo frente a lo que espera.
“Somos visibles, ahora necesitamos derechos. Fueron y son importantes Cristina Kirchner, Dilma Rousseff o Michelle Bachelet pero también cantantes como Beyonce o Miley Cirus que son amazonas, distintas de Madona que es más geisha, reflexiona revelándonos su gusto por el pop a la par que su admiración por las aguerridas (palabra que usará mucho).
Iride Mockert enfoca la cuestión de género desde otro ángulo en el teatro: el numérico. “Como actrices somos muchas. Es un clásico todos los años entran a los centros de formación 1000 personas y sólo 100 son hombres. Es sabido que hay menos hombres que mujeres. Y muchas veces a pesar de que no tienen nivel entran igual”.
Mantenerse en actividad es costoso desde lo afectivo, Maruja Bustamante en su papel como directora y dramaturga ha tenido ocasión de trabajar en otros países distintos a la Argentina donde tiene que probar que sabe. En España: “Yo me sentí más libre, me sentí par, a nadie se le ocurrió suponer que no sabía por ser mujer, pensaban que si sabia porque era directora de teatro”.
Lo intelectual tiene el signo del macho. Maruja integra jurados para concursos donde siete son hombres y ella la octava es mujer. Hay que discutir. ¿Quién habla primero? Todos callan, todos la miran a Maruja, hay que ser educados, las damas primero. Maruja se siente oprimida, la hacen representante de todas las mujeres. Cuesta afectivamente, pero fue en el Cervantes el año pasado y esos lugares hay que defenderlos para conseguir el 50 y 50 que tienen los españoles.
Con Mariela Asencio, otra dramaturga y directora, van a sacar una radio abierta que se llamará “Cupo Femenino”. El objetivo “que vengan directoras, autoras, actrices, a ocupar un lugar. Sería buscar una instancia de igualamiento”. Lugares que igualen, al decir de Maruja, cosas mínimas ¡pero tan difíciles!
Cuando le pregunto acerca del bache que observo entre Mariela, ella y Griselda Gámbaro o María Moreno responde: “En ese bache ganaron los hombres. La única autora que se hace en el Cervantes o en el San Martin es Gámbaro”.
Iride Mockert pone su experiencia personal, su angustia, sus manos expresivas sobre la mesa de la confitería y relata: “Yo pasé por una situación concreta, en el 2013 hice un unipersonal sobre violencia de género que se llamó La Fiera en el teatro El Extranjero, tuve la idea y llamé a un dramaturgo y director para que la escribiera y dirigiera. Se la apropió. La escribió, la firmó y la registró y en ese momento me pareció bien. Todo eso se dio en un marco de confianza, incluso yo puse los músicos, habíamos pedido subsidios que tardaron. Para poder estrenar lo hicimos con mi plata, luego me la devolvieron. La obra salió muy bien viajamos un montón, ganamos muchos premios y él comenzó a maltratarme. Fue paradójico hacíamos una obra sobre violencia de género y el director maltrata a la actriz. Viajamos a España y el maltrato era verbal, nunca me tocó el cuerpo. Un ejemplo fue que saltamos de teatros de 60 butacas a otros de 500 personas, yo actuaba, cantaba y bailaba, y era muy exigente. El director no quería poner micrófonos a pesar de mis pedidos y temores de quedar sin voz. Yo soy actriz y laburo con mi voz. Además al ser un unipersonal todo mi imaginario esta puesto en la obra. Hubo mucha violencia y, al final de una función, a través de la productora me dijo que no podía hacerla más. Todo esto sucedió el año pasado con funciones y giras pendientes. Intentó hacerlo con otra actriz y no se lo aceptaron. Finalmente planea seguirla en Uruguay. Yo quedé destruida, recién este año me sentí mejor”
Iride Mockert. Foto: cortesía de la actriz
Ante mi interrogante que planteaba, si mas allá del maltrato, no quedaba insolucionado el hecho de no tener reconocida la idea (no es infrecuente leer en un programa: dramaturgia de…sobre la idea de…), Íride con calma responde: “Es un problema ético, hablé con mucha gente y si bien la idea era mía, no se podía hacer nada, sin embargo todo esto, está en mails, en facebook, en programas impresos y en notas que se publicaron. Y yo pienso que si alguien es ético, no necesita que se lo recuerden”.
Lo que está en juego acá son dos modos de pensar el surgimiento de las ideas. Por un lado, como propiedad que tendrá un sostén jurídico y por el otro, un estado que implica una interacción entre ideas para poder intentar otras poéticas, otras sonoridades quizás. Se está disputando así dos modos de pensar nuestra lengua alejada de lo jurídico.
Maruja, a su vez, ante la pregunta sobre la situación actual de las mujeres en el teatro responde sin vacilar: “Creo que es políticamente correcta, está bien considerada, pero el actor varón y heterosexual es intocable”.
Finalmente y ante el marco general de la historia reciente, la directora agregará: “Las Madres y las Abuelas fueron fundamentales porque instalaron en el imaginario popular la figura de la mujer que debe arreglárselas solas, que lucha para encontrar la verdad, y que tienen capacidad para empoderarse. Fueron fundamentales para la visibilización de nuestras capacidades”.