10.06.2015
Argentina es país pionero en emprendimientos comerciales relacionados con la muñeca rubia.
La ‘Barbie Store’ y la ‘Barbie Room’ fueron ideas originales de dos porteños presentadas a Mattel Argentina.
Luego del éxito, la compañía replicó estos modelos en otros países del mundo.
Tito Loizeau, fundador de la tienda de Barbie, considera que el éxito se debe principalmente a que Argentina resulta un mercado interesante de prueba. “El consumo es una mezcla particular entre el latino y el europeo”.
La habitación de Barbie, Hilton Buenos Aires, 2014
Pero, además de los mercados, hay razones culturales. “Es aspiracional. A través de Barbie acceden al primer mundo que les queda lejos”, agregó el empresario.
Un experiencia color de rosa
Todo es pulcro, la imagen de la muñeca se reproduce en remeras, posters, carteritas. La tienda de Barbie está pensada para las nenas con percheros a su altura, una sección de maquillaje y un bar donde se festejan cumpleaños.
Pero no hay edad límite entre las argentinas que quieren festejar su cumpleaños en la casa de la muñeca más famosa. Loizeau contó que incluso le han reservado el comercio para festejar cumpleaños de mujeres de 60 años.
Gustavo Averbuj es el director regional de la agencia de relaciones públicas Ketchum y quien pensó que unir a Hilton y Mattel era una buena estrategia de mercado para exhibir todos los productos juntos de Barbie.
En 2004, Hilton Buenos Aires inauguró la primera habitación temática del mundo donde absolutamente todo es rosa. Una década después, la ‘Barbie Room’ tuvo su tercera edición.
Una puerta rosada con brillos, alfombras suaves, paredes empapeladas de color fucsia con retratos de Barbie y sus amigos, dos camas principescas, un vestidor y una pequeña pasarela con luces.
Una sobredosis de color rosa que podría resultarles kitsch. Pero no a las nenas, quienes incluso escribieron al hotel agradeciendo “haber hecho su sueño realidad”.
Matilde Mercado, socióloga especialista en temas de género, derecho y equidad, acotó al respecto: “Sueñan con tener… Cuando vos ves el reino de la Barbie, ves una nena que quiere identificarse totalmente con un modelo de sociedad al que puede o no pertenecer. Barbie es más que una muñeca, es consumo”.
Las declaraciones de Lola Ibáñez Ocampo de 12 años -que se hospedó en la habitación de Barbie- parecen darle la razón a la investigadora de la Universidad de Buenos Aires.
“Me hubiera gustado tener todo lo que había ahí. Además de todas las cosas que siempre les pedía a mis papás, había una casa enorme de Barbie, con tres muñecas adentro haciendo distintas cosas”, dijo la niña.
Lo que más preocupa a la investigadora es la penetración cultural de un modelo. “El fenómeno de la rubia de Mattel excede a jugar a ser alguien por un día. Es un contexto que puja por construirse a partir del consumo, esto es probablemente feroz en la Argentina.”
A la pregunta sobre el éxito de este proyecto en la Argentina, el director de Ketchum eligió una explicación sociológica.
“Venimos de los barcos, somos hijos de la inmigración pobre que venía a hacerse la América…. A los hijos de estos inmigrantes les quedó una necesidad de aprobación europea y de ahí la pretensión de mostrar quiénes son”.
Y agregó: “Ese aspiracional que nos corre por las venas a todos nosotros se traslada de algún modo a Barbie, que tiene el estilo físico de una chica alemana y no de una brasileña. Nadie va a un cirujano plástico con la foto de una chica mexicana porque el modelo argentino de belleza es Claudia Schiffer”.
Rubia pero no tarada
Es sabido que a las argentinas nos gusta mucho la moda, que somos sumamente coquetas y que muchas mujeres eligen someterse a cirugías plásticas para verse mejor. Algunas para parecer una muñeca.
Charlotte Caniggia -la hija del famoso ex futbolista- provocó controversia después de haber pasado por varias cirugías estéticas. «Me siento una Barbie. Es la imagen que quería de chiquita y hoy estoy cerca de eso», dijo a una revista en su momento.
Para el cirujano estético Alberto Ferriols “en Argentina se confunde el concepto de belleza con el de vanidad. Y esto se debe al modelo impuesto por los medios”.
La investigadora Mercado coincidió con esta afirmación: “Hay una confusión entre pertenecer y parecer, un afán por la exterioridad.”
Silvina Ocampo es editora de la revista femenina Para Ti y madre de Lola y Ema.
Foto sacada de internet, autor desconocido
Ni ella ni sus hijas ven sólo en Barbie esa mujer soltera, sin hijos y con 130 profesiones según la descripción oficial de Mattel.
Ella cree que es posible el equilibrio entre ese modelo aparentemente frío de mujer consumista y los valores esenciales. Y dio como ejemplo la última película de Toy Story, donde Barbie tiene un papel fuerte y decide ayudar a un grupo de juguetes inofensivos contra el grupo frívolo de Kent.
“Podés ser rubia y te puede gustar estar divina, pero además cuando hay que ponerse las pilas, lo hacés. Una cosa no contrapone la otra”, afirmó la periodista.
Nota original publicada en EL Adán de Buenos Ayres, octubre de 2014