Lo que nunca viste del mejor cine americano

16.09.2015

El glamour y los toques naif del viejo cine americano dieron paso al “Nuevo Hollywood” en los años setenta: contenidos más cercanos a lo cotidiano, a lo que realmente le estaba pasando a la gente. Historias enormes en formatos pequeños. Nunca hubiera sido posible que un Coppola dirigiera la maravillosa saga de El Padrino de no ser por este guiño del destino. Tampoco hubiéramos sido testigos de la visceral Taxi Driver de Scorsese ni descubierto el humor psicoanalítico de Woody Allen de nos ser por este proceso que liberó formas y aportó nuevos contenidos. Sin embargo, de este impacto audiovisual en Argentina disfrutamos sólo una parte. En esta nueva sección de Pucheronews, te acercaremos lo que nunca viste del mejor cine americano.

Los grandes estudios de Hollywood alumbraron a finales de los años sesenta esta nueva era en el cine americano más por obligación que por convicción. Los géneros tradicionales y sus onerosas producciones entraban en crisis de ideas y de público; entonces debieron buscar otros horizontes. Las nuevas generaciones, hijas del hippismo y de las revoluciones que plantaban bandera en todo el mundo, exigían un nuevo consumo cultural que los viejos engranajes de la meca del cine ya no podían proporcionar. Es así como las escuelas de cine van a nutrir a los estudios de toda una camada de realizadores, actores y escritores nóveles, ávidos por mostrar sus propuestas. Es un semillero que sería caprichoso distinguir como miembro de una década, porque si bien arranca a fines de los sesenta, sus fronteras se extienden hasta bien entrados los años ochenta. 

Este fenómeno, denominado “Nuevo Hollywood” e influenciado por la Nouvelle Vague o el Neorralismo italiano entre otras corrientes del cien europeo, llegó para crear un cine de autor americano. Los Coppola, Scorsese, De Palma, Allen junto a los Nicholson, De Niro, Pacino, Streep y Hagman, entre cientos de nuevos talentos hicieron por primera vez su irrupción en el mundo de las producciones de billeteras ilimitadas.

Jack Nicholson en The last detail. Foto: Google Images

p>Muchos de estos seres inspirados que irrumpieron en la escena para ya no dejarla nunca más llegaron en cuentagotas a nuestras retinas. Problemas de distribución o de taquilla nos privaron de ser testigos de la vitalidad esencial de aquellos grandes exponentes del séptimo arte, a los que hoy vemos repitiéndose en versiones gastadas y remanidas del personaje exitoso que fueron construyendo con el tiempo. Y precisamente de saldar esa deuda se tratará esta sección: hacer un repaso por aquellos pequeños retazos del mejor cine que quedaron olvidados y sin iluminar para las audiencias vernáculas. De recuperar momentos supremos de directores, guionistas y protagonistas de una era dorada a la que vale la pena volver y a la cual quedaremos abrazados hasta la eternidad. Aquí nuestra primera entrega.

 

El deber en una travesía transformadora

 

The last detail de Hal Ashby nos propone ser parte de un periplo por los Estados Unidos en el que dos oficiales de la Marina deben custodiar a un joven conscripto hacia su destino: una cárcel militar en la que deberá permanecer los próximos 8 años por un delito menor: haber intentado robar 40 dólares. El film, especie de road movie, a mitad de camino entre la comedia y el drama, nos sugiere desde el mismo inicio que los dos adultos responsables de la tarea no piensan la misión como parte de su rutina de trabajo. Por el contrario, la imaginan como una gran juerga.

Jack Nicholson -el oficial Buddusky, alias “Bad ass” haciendo juego con su apellido- y Otis Rush -the Mule- comienzan a establecer un lazo afectivo muy peculiar con el conscripto Meadows, un joven y desangelado Randy Quaid en uno de sus primeros papeles en el cine. Un vínculo que en el transcurso de la travesía se agiganta, en la medida que recogen mayor información sobre la vida del muchacho. Viajando en trenes y ómnibus públicos, cruzando buena parte del país, cada parada le ofrece al trío la posibilidad de sacarle provecho a las circunstancias. Así es como entran en la reunión de una secta, concurren por azar a una fiesta hippie típica de la época en la que se presenta una imperdible e improbable discusión política sobre Nixon o el consumo de grass (marihuana) entre civiles y militares. Esta secuencia finaliza con la búsqueda de un prostíbulo en el que Meadows pueda cumplir con su demorado debut sexual.

Foto: Google images

p>Sin embargo, no es el clima de fiesta permanente, ni la atmósfera típicamente setentista lo que más cautiva del film de Ashby. Es ese clima de camaradería montado entre los dos adultos – de los que no se ofrece información personal sobre su afectos, aunque sí se sugiere la carencia de los mismos en más de un plano – y el joven, necesitado de un ritual iniciático que le permita pararse frente a la vida y, por sobre todas las cosas, frente al destino que le espera, lo que nos atrae. Cuando Meadows murmura frente a sus dos maestrosem> “I’m learning, I’m learning”/em> (Estoy aprendiendo) en una muestra de autoridad al negarse a comer un plato que no estaba preparado a su gusto, entendemos que el bautismo ya empieza a tener efecto. Pero más aún, lo que permanecerá imborrable del film es haber sido testigos de una performance consagratoria de Jack Nicholson. Ya no es sólo aquel actor que derrocha intensidad y expresividad en cada plano. El Bad ass de Nicholson es un padre adoptivo tierno y paciente, pocas veces visto en el celuloide. Es una interpretación inspirada e inspiradora de su carrera. Casi en estado de gracia, vemos a un Nicholson fresco, ansioso por mostrar todos sus recursos. Promediando la película y al tomar conciencia de las pocas posibilidades que la vida le ofrecerá a un chico abandonado a su suerte, el actor nos regalará un momento desgarrador que permanecerá en el recuerdo.

The last detail sobre el final ya no es un viaje hacia la cárcel de un reo casi adolescente, maltratado y humillado por las circunstancias de la vida. The last detail es el viaje de un hombre adulto que de manera fortuita enfrenta los vacíos de su propia existencia. Entre ellos, su pertenencia a una institución con códigos y jerarquías que ya no lo representan.

 

 

Podés ver la película online acá.

 

FICHA TÉCNICA:

Título en español: El último deber

Año: 1973

Reparto: Jack Nicholson como Billy «Badass» Buddusky

Otis Young como Richard «Mule» Mulhall

Randy Quaid como Laurence «Larry» Meadows

Carol Kane como joven prostituta (sin acento, grave terminada en N)

Michael Moriarty como el Teniente Primero de Marina

Gilda Radner como miembro de Nichiren Shoshu

 

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