23.09.2015
El glamour y los toques naif del viejo cine americano dieron paso al “Nuevo Hollywood” en los años setenta: contenidos más cercanos a lo cotidiano, a lo que realmente le estaba pasando a la gente. Historias enormes en formatos pequeños. Nunca hubiera sido posible que un Coppola dirigiera la maravillosa saga de El Padrino de no ser por este guiño del destino. Tampoco hubiéramos sido testigos de la visceral Taxi Driver de Scorsese ni descubierto el humor psicoanalítico de Woody Allen de nos ser por este proceso que liberó formas y aportó nuevos contenidos. Sin embargo, de este impacto audiovisual en Argentina disfrutamos sólo una parte. En esta nueva sección de Pucheronews, te acercaremos lo que nunca viste del mejor cine americano.
Los grandes estudios de Hollywood alumbraron a finales de los años sesenta esta nueva era en el cine americano más por obligación que por convicción. Los géneros tradicionales y sus onerosas producciones entraban en crisis de ideas y de público; entonces debieron buscar otros horizontes. Las nuevas generaciones, hijas del hippismo y de las revoluciones que plantaban bandera en todo el mundo, exigían un nuevo consumo cultural que los viejos engranajes de la meca del cine ya no podían proporcionar. Es así como las escuelas de cine van a nutrir a los estudios de toda una camada de realizadores, actores y escritores nóveles, ávidos por mostrar sus propuestas. Es un semillero que sería caprichoso distinguir como miembro de una década, porque si bien arranca a fines de los sesenta, sus fronteras se extienden hasta bien entrados los años ochenta.
Este fenómeno, denominado “Nuevo Hollywood” e influenciado por la Nouvelle Vague o el Neorralismo italiano entre otras corrientes del cine europeo, llegó para crear un cine de autor americano. Los Coppola, Scorsese, De Palma, Allen junto a los Nicholson, De Niro, Pacino, Streep y Hagman, entre cientos de nuevos talentos hicieron por primera vez su irrupción en el mundo de las producciones de billeteras ilimitadas.
Muchos de estos seres inspirados que irrumpieron en la escena para ya no dejarla nunca más llegaron en cuentagotas a nuestras retinas.
Martín Sheen y Sissy Spacek. Foto: Google Images
p>Problemas de distribución o de taquilla nos privaron de ser testigos de la vitalidad esencial de aquellos grandes exponentes del séptimo arte, a los que hoy vemos repitiéndose en versiones gastadas y remanidas del personaje exitoso que fueron construyendo con el tiempo. Y precisamente de saldar esa deuda se tratará esta sección: hacer un repaso por aquellos pequeños retazos del mejor cine que quedaron olvidados y sin iluminar para las audiencias vernáculas. De recuperar momentos supremos de directores, guionistas y protagonistas de una era dorada a la que vale la pena volver y a la cual quedaremos abrazados hasta la eternidad.
Aquí nuestra segunda entrega.
Malas Tierras
Badlands (Malas Tierras) está basada en hechos reales, aunque algo distorsionados a piacere por su director Terrence Malick, y tiene como escenario el Estados Unidos profundo. En un pueblo de casas de madera, con grandes tejados y galerías al frente, Kit – un joven de indisimulable look a lo Rebelde sin Causa– recoge la basura de las calles mientras observa cuidadosamente los movimientos de Holly -una adolescente tímida al extremo que deambula inocentemente por su barrio. Se adivina una conexión entre ambos que se confirma desde el primer encuentro: ella le confiesa que a su padre no le gustan los basureros. Vemos un incipiente noviazgo entre jóvenes en plena década de los años 50 transitando los laberintos que suele diseñar el amor. Nada sugiere lo que vendrá después. O sí, la negativa del padre al pedido formal de Kit para noviar con su hija: un rechazo que no podrá de ningún modo digerir. En un encuentro fortuito entre el muchacho y su poco amistoso suegro, se desatará la tormenta. Decidido, Kit debe quitar cualquier obstáculo que impida realizar el sueño de su vida. El padre de Holly es el primer obstáculo. Sin ninguna premeditación y en el medio de una discusión, lo elimina definitivamente de la escena.
La pareja comenzará un raid: escapar de la justicia, vivir en medio de la naturaleza salvaje, aprender a resolver de manera precaria cada dificultad. Un raid mezclado con el instinto vital de beber la vida a sorbos agitados. Y sobre todo, en manos de Kit irán eliminando a los tiros cada estorbo humano que encuentran en su camino. Sin contemplaciones, sin remordimientos.
Martín Sheen y Sissy Spacek en una escena de Malas Tierras. Foto: Google Images
p>Malick hace un esfuerzo especial para no juzgar a sus protagonistas. No hay ningún aporte psicologista, sólo intenta ofrecernos algo más de información sobre los personajes a través de la voz en em>off /em>de Holly. Ella observa de forma pasiva cada asesinato, sin intervenir ni oponerse. Él dispara cada tiro como algo totalmente natural en su vida. Es una actitud impasible, mecánica, despojada de toda culpa y aborrecible desde nuestra mirada pero no lo es para ellos.
Kit y Holly viven su amor enajenados del mundo exterior y refractarios a todo lo que se ponga en el medio, resulte o no una amenaza a su consumación. Es un amor ensimismado, obseso, de dos aparentes desequilibrados, que tienen su momento dorado cuando en el medio de la ruta, en plena noche y en soledad, danzan al ritmo de Nat King Cole.
Casi una escena de Asesinos por Naturaleza de Oliver Stone. Uno de los policías que transporta a Kit observa su parecido con James Dean y se lo comenta a su compañero. El chico se ríe cómplice, entendemos todo: Kit ya se había convertido en una celebrity.
Badlands habla de la vida y de la muerte con la misma intensidad, y de la carencia de lógicas que puedan explicar o justificar ciertos impulsos vitales como el amor. También anticipa, seguramente de manera involuntaria, a una serie de películas que evocarán una era plena de violencia sutil o más expuesta, que recorre todos los hemisferios y que muchas veces encuentra en ejemplos de la industria del entretenimiento una ajustada inspiración.
Podés bajar la película de acá
FICHA TÉCNICA:
Título en español: Malas tierras
Director: Terrence Malick
Año:1973
Reparto: Martín Sheen (Apocalypsis Now) como Kit Carruthers
Sissy Spacek (Carrie) como Holly Sargis
Warren Oates como el padre
Otros films importantes de Terrence Malick: “La delgada línea roja”