No destruirán la paz

23.09.2015

Las Naciones Unidas celebró por primera vez el Día Internacional de la Paz el 21 de septiembre de 1981. Ese mismo año nació en Irak el fotógrafo Jamal Penjweny. De origen kurdo, el joven pastor fotografiaba su entorno con una vieja cámara. Jamal es ahora un reconocido artista que sigue retratando a su gente. Usa la tecnología que tiene a mano para luego intervenir la imagen digitalmente. Han pasado más de tres décadas llenas de guerra, conflictos armados, abuso y desigualdad. Hoy, el mundo enfrenta la peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra. En una era mediática que puede resultar despiadada, las imágenes de Penjweny son una respuesta poética a fotos como la del niño sirio muerto a la orilla del mar. Pucheronews eligió su serie fotográfica Sueños rosados (Pink Dreams) para reflexionar sobre el significado de la paz. “Sin importar el horror que nos rodea, el objetivo de la humanidad debería ser, y es, la búsqueda de la felicidad”, escribe el artista visual.

Llegué a él una tarde cálida de sábado en el estudio de la escritora Ana Arzoumanian -especialista en temas de genocidio, conflictos étnicos y religiosos. Durante la tertulia 11924754_743526435779932_3019850221883164906_ncelebrada en honor a la poeta armenia Mariné Petrossian que visitaba nuestra ciudad, llamó mi atención una postal en su biblioteca. Era una foto de la serie Saddam está aquí de Jamal Penjweny: una trabajadora sexual, sentada al borde de una cama, tapa su rostro con un retrato tamaño natural de Hussein. Unos días después, lo contacté por Facebook. Me envió más fotos, leí artículos y tuvimos un intercambio cibernético sobre su trabajo con la imagen.

Jamal hacía fotoperiodismo pero el enfoque de los medios sobre Irak le causó frustración, según dice en su bio, y decidió volcarse de pleno al trabajo artístico. Suele pasar tiempo con los pobladores en las zonas de guerra, escucha sus historias, observa. Pero Penjweny no quiere sólo tomar imágenes que muestren al mundo el horror en el que viven: “En vez de registrar sus tristezas y miserias, quiero darles ilusión. Con mi trabajo visual, intento dejar chispas de esperanzas para un futuro diferente”, cuenta sobre sus series fotográficas.

La gente de Irak muchas veces no se anima a expresar sus sueños; entonces él intenta capturarlos, devolvérselos. En la serie Sueños Rosados dibuja sobre cada retrato el contorno de aquello que está ausente. Las líneas rosas sobre el blanco y negro de las fotos recuperan algo de sus ilusiones y, al mismo tiempo, evidencian la marca irremediable que deja la guerra.

“Nuestro destino no es matar ni odiar, sino buscar la felicidad, la belleza y la paz”, concluye Penjweny.

Acá, una mirada desde adentro sobre la vida post-conflicto y el futuro de Irak: Sueños Rosados

 

 

Fotos: cortesía de Jamal Penjweny. Todos los derechos reservados.

 

Más info.

The Guardian sobre la obra de Penjweny

De la política de la crueldad al ritual del artista. La pasión del testigo por Ana Arzoumanian

 

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