Hacia lo desconocido (del mejor cine americano)

30.09.2015

Los grandes estudios de Hollywood alumbraron a finales de los años sesenta esta nueva era en el cine americano más por obligación que por convicción. Los géneros tradicionales y sus onerosas producciones entraban en crisis de ideas y de público; entonces debían o debieron buscar otros horizontes. Las nuevas generaciones, hijas del hippismo y de las revoluciones que plantaban bandera en todo el mundo, exigían un nuevo consumo cultural que los viejos engranajes de la meca del cine ya no podían proporcionar. Es así como las escuelas de cine van a nutrir a los estudios de toda una camada de realizadores, actores y escritores nóveles, ávidos por mostrar sus propuestas. Es un semillero que sería caprichoso distinguir como miembro de una década, porque si bien arranca a fines de los sesenta, sus fronteras se extienden hasta bien entrados los años ochenta. Este fenómeno, denominado “Nuevo Hollywood” e influenciado por la Nouvelle Vague o el Neorralismo italiano entre otras corrientes del cien europeo, llegó para crear un cine de autor americano. 

Esta es la tercer entrega de mi columna Lo que nunca viste del mejor cine americano.

A la caza

Luego de grandes éxitos de críticas y público con The Exorcist (El Exorcista) y French Connection (Contacto en Francia), William Friedkin filma unos años después Cruising (A la caza). Es la película más compleja de su carrera hasta ese momento porque deja de navegar sobre las aguas previsibles del cine de género. Si bien Cruising es en apariencia un thriller de esos en los que hay que atrapar al asesino serial, se nota su vocación por encarar un experimento más intimista, enfocado esencialmente en la construcción de una nueva identidad de su protagonista. Cruising, como bien sugiere su título, es un paso, un cruce hacia una zona desconocida del que se puede tener diversas lecturas.

Las primeras imágenes muestran partes del cuerpo de un hombre hallados en la costa y desarman el estereotipo del policial clásico. La película va adentrándose en la sub cultura gay de los años ’70, a la que pertenecía el muerto; los códigos y relaciones humanas entre los miembros de la esta movida pasarán a ocupar el centro del relato hasta el final.

Afiche del film Cruising. Foto: Google Images

p>A ese universo nocturno mandan a Al Pacino -de aquí en más el oficial Steve Burns, un agente encubierto que servirá como anzuelo para encontrar al asesino. Burns tiene cierto parecido físico con la víctima en esa geografía de camperas de cuero, musculosas y bigotes espesos.

Una ola de crímenes salvajes contra homosexuales irrumpe. El asesino usa gorra de policía y mata con un cuchillo, siempre lo vemos de espalda. Burns arremete la tarea encomendada lleno de miedos. De personalidad débil, no le resulta fácil frecuentar esos lugares nocturnos. El oficial siente que algo lo absorbe. Se lo cuenta a Nancy, su pareja: “No sé qué me pasa”. También lo comenta con su jefe y le ruega que lo saque del caso porque no puede manejarlo. Cada día el policía termina mirándose al espejo: algo parece estar en juego en esas miradas, en esos gestos. Hasta que una noche, un Burns eufórico rompe en un baile liberador -imperdible ver a Pacino con movimientos al estilo Fiebre del sábado por la noche. Aunque no sepa como expresarlo ni entenderlo, el protagonista siente que está empezando a cruzar de lado… Pero no nos adelantemos. Nada es lo que parece ser.

La escena del baile de Pacino en Cruising. Foto: Google Images

p>La originalidad de em>Cruising/em> hace difícil entender el ostracismo al que fue sometida la película. Es una rareza en la filmografía de Friedkin y también para el cine de aquellos años. Uno de los grandes méritos de em>Cruising/em> es la meticulosa descripción de ese submundo gay, vedado para las grandes pantallas de aquel tiempo. Ver a Pacino desparramando sus habilidades expresivas habituales, pero sin exagerar ni sobre actuar, es un deleite. La metamorfosis del oficial Burns es sutil, convincente.

La película deja en el aire la pregunta sobre cuál es la verdadera metamorfosis de su protagonista. El film termina con un close up del rostro de Burns: la cara de un hombre que ya no es el que fue, ni lo volverá a ser.

Podés ver la película acá

 

FICHA TÉCNICA:

Título en español: A la caza

Año: 1973

Reparto: Al Pacino como Steve Burns.

Paul Sorvino como Capítán Edelson

Karen Allen como Nancy

Trailer

 

Otras películas de William Friedkin:

The Exorcist (El Exorcista)

French Connection (Contacto en Francia)

 

Otras películas recomendadas por Luis Vívori:

El último deber

Malas Tierras

 

 

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