La Crisis del Machismo (sobre la obra de teatro «Wake Up Woman»)

12.12.2015

Las normas del patriarcado dicen:

A las mujeres no se les pega. *La mujer debe llegar virgen al matrimonio. La mujer parirá con dolor. La mujer, que goza con el sexo, puede ser una prostituta en potencia. La mujer no manda, su gran función es criar los hijos. La hija mujer menor y a veces soltera es la encargada de la vejez y   muerte de los padres. La mujer sola y vieja tiene su destino final en un geriátrico. Y la lista puede ser mayor…

Los hombres son los que no deben pegar. *Los hombres exigen la virginidad. El hombre no parirá con dolor. Ni siquiera parirá. El hombre que goza es un macho. El hombre tiene el poder, con él “cuida la familia”. El rol social y profesional del hombre es un pilar de la sociedad, no puede ni debe ser distraído con los problemas de los gerontes. El hombre solo y viejo requiere una señora mayor que lo acompañe. Y la lista puede ser muchísimo mayor…

Estas frases fueron los pilares de un mundo de certezas que hoy se derrumba.

Es indudable que en este mundo de machismo y/o heteronormatividad la violencia es emergente de una crisis a todo nivel, escapando del simplismo psicopatológico. La patriarcalidad busca su refugio en los pliegues de la sociedad y sin embargo está a la vista de todos. La TV plantea interrogantes ¿el conductor que denigra a la mujer es culpable? ¿la mujer que “se deja” según los hombres es responsable? ¿El sistema social que enmarca lo televisivo, mediático, periodístico requiere de revisión? Todas son abstracciones pero llegará el día en que la sociedad dará su respuesta.

Olmedo y Portales durante la marcha #NiUnaMenos. Foto: Pucheronews

p>Con gran profesionalidad somos introducidos en un universo donde todo es maravilloso y sucede como debe ser. Casamiento, fiesta, familia y amigos aportan para que nada sea disfuncional, rindiendo así culto a las normas que rigen lo funcional, lo que está bien, o no.

Sutilmente, y esto es lo destacable, las situaciones van complejizándose por la violencia y nos preparamos para la consagración de una víctima y de un culpable (femenina una, masculino el otro)

Pero esto no sucede y a través de un excelente texto e interpretaciones nos damos cuenta que se nos exhorta a bucear, a explorar el sentido de lo que se desarrolla delante de nuestros ojos.

Nos invitan a sumergirnos en el terreno de la subjetividad, donde las certezas desaparecen.

¿Quién será el golpeador? ¿Quién la victima? Vacilamos, el blanco ya no lo es tanto y el negro se difumina. Aparecen los colores de la cotidianeidad.

‘Sombras’. Foto: Macarena Gagliardi Cordiviola

p>Tan solo dos actores en escena.

La actriz… muestra un grado de experiencia notable ya que representar el cuerpo que sufre es muy complejo, en especial cuando un partenaire ejerce un acto violento que implica golpear, arruinar, devastar el cuerpo de un otro, en este caso, una mujer.

El hombre… dotado de una agradable comunicación, se transforma frente a nuestros ojos en violento golpeador; es un actor con muchos recursos, incluso provenientes del ballet, encarna el personaje al que deberíamos culpar y lo hace con gran verosimilitud.

Es aquí donde la dirección y las actuaciones logran su objetivo, nos emocionan y nos conmocionan, nos situamos a un lado, para caernos al otro. Claro, el problema no está ni de un lado ni del otro, tampoco en el punto medio, dándole mitad de la razón a cada uno. El eje del problema está en la relación, en el vínculo y en la estructura social que lo sostiene y solo desde ahí habrá proyecto.

Llegamos al final y muchos pensarán -con razón- que es abierto, pero a poco que pensemos nos sentimos llenos de incertidumbres.

Es un valor muy apreciable tener preguntas.

 

Leé también «Yo tenía que morir para ser buena persona»

 

 

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