Amores chateros

17.01.2016

Un día cualquiera me inscribí en un chat para conocer al amor de mi vida. Fue un consejo de mi sicóloga. Quizás mis decepciones amorosas me impedían tomar este paso, que al principio consideré bastante bizarro. Pero ese día llegó:  Sí, ¿por qué no?

Encontré un chat gratuito llamado Amor cibernético (porque casi todos son pagos). Pedían una foto para el perfil y llenar los siguientes datos: color de ojos, estatura, pasatiempos, si quería tener hijos, qué tipo de relación buscaba. Sólo faltaba qué pusiera la medida de mi corpiño.

Foto: Google Images

p>Una vez aceptada la información, empecé a leer los perfiles de muchos caballeros que tenían fotos para analizarlas: torso medio desnudo con pose de ‘Cómeme’ o ‘Soy todo tuyo,’ hasta un tierno con su gato haciéndole mimos. No faltaba la del macho fuerte, sentado en su moto. Unos eran directos: “Busco una relación informal”, otros abiertamente querían sexo en la primera cita. 

Me causó mucha risa uno que decía: Busco una mujer amorosa, pero no mantengo a nadie.

Empecé a recibir los me gustas; yo aceptaba. Así, comenzó la ceremonia chatera, ese diálogo trivial de: ¿Hola cómo andas?¿De dónde sos?¿Cómo te llamas?¿Dónde vivís?

Así conocí a Lorenzo, un caballero de 54 años, aparentemente buena onda, hablaba muy cortésmente de su vida, de sustres hijos, su divorcio hace 20 años, con la típica frase:“No funcionó porque me casé muy joven”. Siguieron días de conversación sobre la vida, la política, los amores y desamores. Los encuentros cibernéticos pautados por la noche, hasta que llegó el día en que dijo: “Te invito a salir, quiero conocerte”.

¿Qué te parece el domingo a las 15hs? Al inicio, para hacerme la interesante le dije que no podía, cosa que no le gustó para nada, pero debido a su insistencia, accedí. Llegó el día, no me puse nerviosa, me sentía segura de un encuentro, no sin antes haber pactado nuestra cita en un café. Esos que tienen muchas sillas y mesas afuera.

El llegó primero; yo cinco minutos más tarde. Ahí estaba con sus gafas oscuras a pesar que ese día estaba nublado. Me acerqué a saludarlo, mientras su scanner apuntaba a mis pechos.

Me sentí algo intimidada pero decidí no frenarme por esa mirada lujuriosa. Se acercó el mozo y pedimos dos cafés. Noté su casi neurosis porque el mozo se demoraba en llevarlos a la mesa. El pobre mozo se olvidó de llevar azúcar y Lorenzo demostró su poca paciencia. La cosa se fue endulzando cuando me preguntó algo bastante desopilante: ¿Te gusta el aroma de mi colonia Versace? No sé si mi cara lo decía todo, no sabía si reír o si llorar pero no tuve ganas de responder esa banalidad.

Página de inicio de un chat amoroso. Foto: Pucheronews

p>El tema de la tarde que puso sobre el tapete fue: “Mi ex esposa y mis ex novias. Me separé porque mi ex me celaba todo el tiempo y ya no aguanté más”. Ante aquella frase, lo único que le dije fue: “¿Y cómo se te ocurrió tener hijos con una esposa celosa?

Me miró medio extrañado y cambió de tema. Siguió quejándose de sus ex novias. Parecía que ninguna mujer le acomodaba en su vida. Empezó a desviar el tema hacia el sexo y preguntó qué opinaba de tener sexo en la primera cita. Le comenté que no era partidaria de conocer a alguien y de ir a la cama. Su cara me lanzó unos dardos y expresó: “Mujer, parece que eres de la prehistoria, por eso será que no tienes novio”. Respondí con sarcasmo: “Bueno, como que vos tampoco estás en pareja”. Fue un mano a mano, un ping pong de preguntas y respuestas. La situación se puso tensa y yo que no había al almorzado ese día, pensaba que Lorenzo por cortesía me diría si quería comer algo.

El café se terminó. Lorenzo miró su reloj y comentó: “Tengo que irme”. Yo lo miré como diciendo ‘Puedes irte cuando quieras’. Llamó al mozo para pagar la cuenta, de nuevo sus rasgos neuróticos no se hicieron esperar. La paciencia para estar con un tipo bastante creído se terminaba. Pagó y nos despedimos. El muy lanzado se acercó y me dio un beso casi en la boca, yo me sentí rara y di una escapada como en la película Forrest Gump. Días después me di cuenta que me bloqueó. Un final poco feliz para un primero encuentro.

Después de dos días, volví a conectarme con la esperanza de conocer a otro tipo que valiera la pena y puse un me gusta a Camilo de 40 años. Muy caballero pero algo extraño a la vez. Me sorprendió con sus piropos interminables: “Eres lo más hermoso que encontré en esta vida. ¿Dónde estabas? Te estaba esperando, amor mío.

Yo estoy curada de espanto con este tipo de cosas gracias a mi ex: poemas baratos que no reflejan la esencia de una persona. Me acordé de él y terminé rechazándolo. Pero antes, chateamos todos los días y era muy culto, hablaba varios idiomas, separado sin hijos pero parece que terminó su relación muy mal. Otro que me encontraba de confidente y contaba sus penurias con ella. “No le gustaba más hacer el amor, y para mí es vital, por eso nos separamos”. En algún momento me sentí como Alessandra Rampolla dando consejos, pero a él no le importaba más que desahogarse.

Buscaba a su media naranja, que fuese una loba en la cama, la mejor amante y la mejor compañera. Nuestro encuentro personal se dio sin pensarlo. Otra charla de café. Llegué puntual y él me había visto llegar pero no quiso sorprenderme. Pedimos café y me sentía algo nerviosa, porque era bastante tímido. No obstante me dijo que quería tener una pareja y que si funcionaba entre los dos podíamos irnos de viaje a Bariloche en el invierno.

No supe que responder pero mi gesto fue de agradecimiento. Quizás buscaba alguien que lo complaciera en la cama para no sentir frío.

“Eres más linda de lo que pensé”, comentó mientras yo lo encontré diferente a la foto de su perfil, con una mirada más triste. Empezó a contarme de su soledad, de su anhelo por ser padre, compartir la vida con su Eva del Paraíso. “Quiero que empecemos una relación”, dijo al fin.

Foto: Google Images

Le expliqué que yo no quería una relación con él. Sentí mucha paz al ser sincera. Después de eso, pagó la cuenta y salimos del café cada uno por su lado. Otra vez fui bloqueada de la lista de un hombre chatero.

Pero la búsqueda continúa: una vez más conoceré a otro caballero. Me pregunto: ¿Alguna vez me enamoraré?

Por ahora, sólo quiero sumergirme en este mundo de amores chateros y hacer un diario con mis experiencias. Espero les divierta seguir mis historias. Nos vemos en quince días 😉

 

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