La piel del hábiat

30.03.2016

Por Aníbal Villa Segura

“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”, es la definición tradicional de salud concensuada en 1947 por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En aquel entonces se estaba frente a una catástrofe sanitaria de post guerra. Hoy esa deficinión está en crisis.

A través de la nueva columna de salud de Pucheronews trataremos temas diversos de salud interal. Hoy, hablaremos de la piel y el hábitat.

Entre las defensas biológicas, nuestra piel es una de las primeras: evita, aunque precariamente, que nos enfermemos. La piel tiene a su vez un correlato psicológico. Durante nueve meses el infante humano se sintió protegido por la placenta y el cuerpo de su madre. Al nacer, desde el punto de vista de su psiquismo, debe internalizar que su piel cumple idéntica función que el claustro materno.

Esto no es suficiente y a lo largo del tiempo, fue necesario inventar una segunda piel, que conocemos como ropaje y que ha sido objeto de muchos estudios por la teoría psicoanalítica. Aquí el tema se complejiza ya que la ropa se vincula íntimamente con los procesos de identificación.

De la serie «Rostros y voces de un amelodía». Foto: Macarena Gagliardi Cordiviola

Siguiendo este razonamiento, podríamos postular que existe una tercera piel a la que denominamos hábitat y que atiende, como las anteriores, a funciones esencialmente protectoras.

El bienestar físico, mental y social que pide la OMS tiene una fuerte objeción, ya que su definición hoy es obsoleta al no incluir explícitamente el contexto en desarrollo. Así vemos que a “bienestar” se opone la noción de “proceso” y de bien ser, en una sociedad y en un tiempo histórico determinado.

En las tres instancias -físicas, mentales y sociales-, el hombre se ve amenazado en muchos casos por lo que genéricamente llamamos cultura, que es una creación de los mismos hombres y und ato no menor.

En efecto, existe una forma de política cultural y de pensar el hábitat, que no respeta la salud. En cambio, se inclina ante los factores económicos.

La vida en comunidad es una condición esencial del hábitat y, en la actualidad, parece estar descontrolada. El incontenible avance de la urbanización ha provocado que más del 50% de la población mundial viva en ciudades, en un contexto generado por la concentración de riqueza y promoviendo el crecimiento de la desigualdad. Así somos testigos de la emergencia de grandes bolsones de pobreza, segregación social, discriminación e injusticia.

Un estudio realizado por EDSA (Encuesta de la Deuda Social Argentina –UCA) muestra que entre los años 2004 y 2009 se produjeron mejoras en diferentes indicadores que dan cuenta de las condiciones del hábitat en el que viven los hogares urbanos de nuestro país y que impactan directamente en la salud de la población:

Villa 1 11 14. Foto: Macarena Gagliardi Cordiviola

  • hacinamiento
  • déficit de acceso a agua corriente de red
  • déficit de conexión cloacal
  • ausencia de desagües pluviales
  • presencia de terrenos y calles inundables
  • basurales y fábricas contaminantes

En todos los casos se evidenció una disminución de estos déficits, entre los cinco años de la serie estudiada y al nivel del conjunto de la población. Este estudio nacional, junto con los realizados por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires informados recientemente (2015), no contempla el complejo problema de la estructura del Hábitat. Se está construyendo a la inversa de lo que precisa la Ciudad y los ciudadanos de Buenos Aires ya que cada vez están mas acentuadas las diferencias. En un extremo tenemos los barrios de zona Norte con el 59,4% de lo construido y en el otro la zona sur con el 2%. Cifras que se refieren a los últimos diez años. Aunque ocultado, los datos indican en sus totales finales que el crecimiento de las viviendas de uno y dos ambientes es la inversión más rentable.

Pero falta la conclusión más importante: el tema del hacinamiento, o sea hogares donde conviven y duermen tres o más personas por cuarto habitable. Entre otras consecuencias, en este tipo de viviendas es más probable el contagio de enfermedades infectocontagiosas que continúan jaqueando nuestra salud incluso en el siglo XXI.

Se suma la carencia de condiciones de privacidad para el desarrollo personal de cada uno de sus miembros y la ausencia de condiciones que potencien el desarrollo educativo y psicosexual en los niños. Lo físico, lo mental y lo social exigido por la OMS, pero negado por este tipo de cultura del mercado inmobiliario. Sin embargo, el Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales de Naciones Unidas ha sido claro en lo que se refiere a la adecuación cultural de la vivienda:

La manera en que se construye la vivienda, los materiales de construcción utilizados y las políticas en que se apoyan deben permitir una adecuada expresión de la identidad cultural y la diversidad de quienes la habitan. Las actividades vinculadas al desarrollo o la modernización en esta esfera deben velar por que no se sacrifiquen las necesidades y dimensiones culturales de los habitantes. (Hacinamiento)

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Esta explicitación interpela la necesidad de un equilibrio. Las estadísticas suelen estar sujetas a interpretación, pero lo que queda claro es que la tercera piel que constituye nuestro hábitat se encuentra hoy en Buenos Aires más ligada a las grandes inversiones económicas que a la salud.

Tráiler de la película Showroom (2015) en donde queda en evidencia el tema del hábitat lujosamente hacinado. Interpretada por Diego Peretti y dirigida por Fernando Molmar, se proyectó en el Centro de la Memoria Haroldo Conti.

 

OTROS DATOS OSBRE HACINAMIENTO

Entrevistas I y II Realizadas por Iniciativa por un Proyecto Nacional y Popular al Arquitecto Jaime Sorin profesor de Arquitectura V, Facultad de Arquitectura, y ex decano de la misma. 

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