19.05.2016
Por Lola Durán
Carlos Fuentealba fue asesinado a manos del ex cabo Darío Poblete el 4 de abril de 2007, por ese homicidio fue condenado como autor material en 2008. Actualmente sigue el juicio denominado Fuentealba II, que investiga la responsabilidad de otros policías que intervinieron en la represión, de los jefes policiales y de funcionarios políticos, incluido el ex gobernador Jorge Sobisch. Mucho antes de eso, cuando Carlos tenía 22 años conoció a Sandra Rodríguez, la mujer que lo acompañó desde ese momento. La maestra, la madre de sus hijas, la militante que quedó. Lola Durán nos cuenta su historia de amor a través de una entrevista que le hizo a Sandra durante su reciente visita a Neuquén.
Sandra y Carlos se conocieron militando en el Movimiento al Socialismo, pero realmente se encontraron un tiempo después. «Ese día tenía un brillito especial él… y se ve que yo también”, dice riendo Sandra.
Cuando empieza a hablar de esa noche en el bar la Tasca de Neuquén se le ilumina la cara. Los recuerdos frescos brotan de su boca y de su mirada.
Ese día «de belleza y de encuentro apasionado», Carlos no destacó de la mujer su pelo, ni sus ojos, ni su cuerpo.
Sandra Rodríguez. Foto: Lola Durán
-Le pregunté qué le gustaba de mí y me contestó: Que sos maestra.
Carlos nació en Junín de los Andes, provincia de Neuquén. Provenía de una familia de trabajadores campesinos de una estancia. Su padre era mecánico y su madre hacía trabajos varios. Pudo cursar los estudios secundarios en Neuquén gracias a una beca que le otorgo la escuela salesiana a los 13 años.
Sandra vivió en Martínez, provincia de Buenos Aires, hasta que se recibió de maestra. En 1989 una amiga la animó a ir a San Martín de los Andes, pero terminó radicándose en Neuquén.
Lo que le gustaba a Sandra de Carlos es que era un hombre muy pragmático, bueno, de campo, que amaba las cosas simples. «Yo creo que Sandra fue la maestra de Carlos en la educación y Carlos fue el maestro de mi vida. Yo aprendí a vivir de otra forma de la mano de él», dice y continúa:
-Un poco el destino, un poco el azar nos juntó a nosotros. Y la historia de Carlos, que él estudió de grande para docente, creo que siempre lo remitió a esa, su primera sensación de amor conmigo… yo fui casi ese destino que nos encontró en un momento que fue muy ocasional, la militancia política, porque después nos vamos del partido.
Pero Carlos no necesitaba un partido para ser militante, él era un militante de la vida.
– Al militante se lo relaciona siempre con una estructura, o de organización social o de organización política. Y en realidad ser un militante es que vos desde tu lugar, desde tu familia, de tu lugar mas íntimo salís a pelear por las cosas que te parecen injustas. Y Carlos estaba en todas esas cosas.
Juntos fueron construyendo una vida. Se mudaron a San Martín de los Andes donde nació su primera hija, Camila. Luego volvieron a Neuquén cuando les otorgaron una casa a través del Instituto de la Vivienda.
– Tuvimos la suerte de que nos saliera una casa en Neuquén. Pero la casa en Neuquén era en el Gran Neuquén Sur, en el oeste de Neuquén, no había nada, de nada, de nada… Y ahí fuimos haciendo de nuestra casita un hogar.
Las manos de Sandra. Foto: Lola Durán
Carlos en ese momento no tenía un trabajo fijo, y muchas veces Sandra fue la que mantuvo ese hogar. Sin embargo, habla de esos años con una alegría que deja entrever lo felices que fueron como familia.
Cuenta que llegó un momento en el que Carlos quería que progresaran más económicamente, ya había nacido Ariadna, su segunda hija, y le preocupaba el futuro de la familia. Carlos empezó a trabajar en un supermercado, lo hizo por cinco años. Durante ese tiempo tuvieron una cierta estabilidad económica pero casi no se veían.
– Hacíamos mucho sacrificio y eso nos llevó a tener una crisis importante en la familia, más que nada porque el trabajo de comercio es un trabajo muy sacrificado, poco retribuido y lo peor fue que Carlos… de golpe se apagó.
Un día discutiendo la situación Sandra le preguntó:
-¿Vos que querés ser? ¿Qué querés hacer?
-Yo quiero ser maestro, dijo Carlos.
Sandra sólo puso una condición:
-Estudiá en tiempo y forma porque no podemos perder dinero y después que estudies vos, yo voy a hacer lo que tanto quiero hacer… bellas artes. Y bueno los dos cumplimos con nuestros sueños yo hice bellas artes y él fue maestro.
Sandra dice que así como ella tendió a lo creativo en el arte, él era un creador en lo ideológico y en la ciencia, “más que un político era un hombre de ciencia».
– Yo creo que si Carlos no hubiera sido maestro hubiera querido ser científico, y mirá lo que es la vida, ¿no? En nuestras hijas se ve eso hoy, porque Camila está por recibirse de profesora de educación física. Es decir que no dejó de ser maestra. Y Ari quiere ser médica, y si quiere ser médica -me lo dijo- es porque quiere ser científica.
Sandra, acto del 4 de abril de 2016. Foto: Bernardez
La noche antes del asesinato de Carlos, él y Sandra hablaron de que el lunes ambos volverían a las aulas, estaban muy cansados por la situación, los angustiaba mucho no tener clases, que la sociedad los juzgara.
Esta situación tan contradictoria los deprimía. Recuerda que él le dijo:
-Yo el lunes vuelvo a trabajar.
- Yo también, contestó ella.
Ninguno pudo volver a trabajar. La huelga de los maestros llevaba más de 30 días y habían decidido cortar la ruta aquel 4 de abril. Carlos fue asesinado en la Ruta 22 a la altura de Arroyito. Cuando llegaron fueron recibidos por la policía provincial que comenzó a reprimir de inmediato. Sandra no fue a la marcha porque una de sus hijas tenía clases.
Luego del asesinato de Carlos Fuentealba el paro continuó por mas de 20 días.
-¿Por qué pensás que la figura de Carlos se hizo tan icónica?
-Porque los muertos no pueden hablar y alguien tiene que hablar por ellos. El 9 abril que fue la marcha más grande que tuvo Neuquén. Fueron 30.000 personas que pedían justicia por Carlos. Yo, en cierta forma me permití hablar por él… y después lo seguí haciendo por 9 años. Pero en realidad en el tiempo te puedo decir que la que habló siempre fue Sandra. Sandra que no acepta la injusticia de muchas cosas, esa Sandra que se formó al lado de Carlos como militante de vida, esa Sandra que ya en la escuela le molestaban las injusticias de maltrato para los chicos o las injusticias de discriminación o las situaciones de la escuela… Sandra era militante también.
Sandra fue feliz en su vida con Carlos y con sus hijas. Habla de una felicidad que no tenía que ver con lo económico, sino con cosas principales en la vida, como viajar, estudiar y amar.
-Ese es el legado que les quiero dejar a mis hijas que es el mismo que les dejó su papá.
Los maestros, los buenos maestros, dejan a sus alumnos pensando. Antes de terminar la entrevista, Sandra agrega:
-Ojalá nunca más se mate a un trabajador, a un maestro, a un padre, a un amor… ojalá pueda dejar ese legado.
Mirá el documental «Carlos Fuentealba: camino de un maestro» de Luciano Zito.