La cultura sexista: ese monstruo grande de cada día

02.06.2016

Por Macarena Gagliardi Cordiviola

 

El viernes 3 de junio se espera que miles de hombres, mujeres, infantes, abuelxs, organizaciones, partidos nuevamente marchen bajo la consigna #NiUnaMenos #VivasNosQueremos en varios puntos del país. Sin embargo, están quienes no van a la calle porque no pueden, no les da el horario, no les gusta la multitud, o les da miedo o fobia. O son críticos del término femicidio o del hashtag maldito, o tienen dudas. Pero la gran mayoría siente algo al respecto, se preocupa, proyecta: podrían ser sus hijas, sus hermanas, “sus” mujeres.

Pucheronews habló con diversas mujeres y varones para ver que significa #NiUnaMenos en sus vidas cotidianas, en sus ámbitos profesionales, familiares, amistosos. Casi todas las personas entrevistadas se cuestionan sobre temas de género, lo intrínseco que está en la cotidianeidad, y se preguntan por su participación en replicar modelos hegemónicos.

 

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#NiUnaMenos y las nuevas generaciones

Luciana Foglio, 28, realizadora audiovisual

#NiUnaMenos me moviliza, me interesa, me parece importante. Se están cuestionando cosas muy fundamentales de las relaciones humanas, de nuestra sociedad, cosas muy básicas del funcionamiento del vínculo entre las personas.

Cada 30 horas, una mujer muere en Argentina, es una cifra tremenda. Sin embargo, no me parece que #NiUnaMenos sea sólo sobre los femicidios, sino que es un momento de pensar cómo cuestionar realmente los vínculos del día a día. 

Se movió algo en la gente a partir de #NiUnaMenos en 2015, hubo un alerta sobre el tema del maltrato verbal, físico, psicológico. No se si se ve reflejado en los números, en las estadísticas, pero el tema se está instalando. Los tipos ya no pueden decir cualquier cosa.

 

Miranda Barrón, 29, camarógrafa

Hoy si tengo que hablar de lo que significa para mí #NiUnaMenos, lo primero que pienso es en una madre que conocí poco tiempo atrás. Una madre buscando a su hija. Una madre tratando de movilizar a una ciudad en marchas, pegando afiches, llamando por teléfono, embistiendo contra un sistema que la rechaza, porque todavía no deja de juzgarnos en nuestra condición de mujeres. Hace tres días me enteré que encontraron el cuerpo de su hija. La mataron. Una vez más. Entonces para mí #NiUnaMenos hoy es la fuerza de todas y cada una de salir a la calle, de visibilizar que nos siguen matando. ¡Que el grito conjunto #VivaNosQueremos embista a todos aquellos que amparan la violencia femicida!

 

Bianca Curia, 18, estudiante

Lo más significativo de #NiUnaMenos es que, no sólo militantes, sino tanta gente de distintos lados va y marcha y comparte el espacio público. La violencia de género pasa en todos los sectores sociales. Se empezó a hablar, se hizo visible algo tan grave como que a las mujeres se las mata sólo por ser mujeres. Antes de #NiUnaMenos teníamos sospechas que algo estaba mal, pero no éramos conscientes como sociedad. Al saber que a tantas mujeres les ocurren estas cosas, tantas personas que saben que eso ocurre, que dejan de callar, que se meten, se atreven a enunciar. Entonces, se puede empezar a hacer algo. Lo primero es educar(se), saber qué es un femicidio, saber que existen en todos lados. #NiUnaMenos es un primer paso dentro del tema de femicidio y un avance grande en materia de género.

Bianca Curia

Ulises (16) y su hermano Guido (12), estudiantes

U: ¿Qué significa #NiUnaMenos para vos?

G: Que a ninguna mujer la maten o le hagan algo malo.

U: ¿Por qué a ninguna mujer debería pasarle eso?

G: Porque no está bien que maten a chicas o le hagan algo que ellas no quieren.

U: ¿Por qué crees que las matan?

G: Y porque se pelean, se enojan…

U: ¿Por qué crees que se pelean?

G: Porque el novio las trata mal.

U: Y ¿te parece bien que eso pase?

G: No.

U: ¿Por qué no?

G: Porque me parece mal que por una discusión alguien mate a otra persona.

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Educar varones (y mujeres) no machistas

 

La publicidad y los medios de comunicación establecen modelos de conducta y de consumo que contribuyen a formar estereotipos dentro de las clases sociales. Desde los mensajes publicitarios se margina y, al mismo tiempo, se manipula al espectador para que decodifique a la mujer como objeto de uso. El material de archivo disponible en Internet (YouTube o Dailymotion) me permite desde el montaje re-significar el contenido de lo mostrado. El montaje enfatiza la gestualidad, que en la duración efímera de la tanda publicitaria queda soterrada dejando que la connotación actúe como soma para un espectador pasivo y desnudo.  Eso escribe la artista Karina Acosta sobre su cortometraje Honrarás a tu esposo; consentirás la concupiscencia.

Honrarás a tu esposo; consentirás la concupiscencia de K. Acosta. Video HD monocanal, color, sonoro, 3′, 2015

 

Victoria, analista de marketing en empresas de tecnología, mamá de Cata (16) y Pancho (9)

En el mundo de la tecnología son casi todos hombres. Por ejemplo, en el parque tecnológico de cada 10 profesionales, 2 son mujeres como mucho. Algo interesante es que la mayoría de esos hombres tiene un promedio de 25 años y ya vienen educados por sus mamás en la igualdad de género. ¡Nada que ver con mi marido de 50! A veces llega del trabajo, se tira en el sillón y pide que le lleven una coca. Mi hijo de 9 le dice: “¿Para qué tenés esas dos piernitas que dios te dio?”. Yo hice un cambio cuando me empezó a dar vergüenza que Cata y Pancho vea esa dinámica entre sus padres. Ahora, el papá ya no se queja si no tiene la ropa de deporte limpia y doblada en el cajón; cuando llega de hacer ejercicio pone el lavarropas y antes de ir a dormir, cuelga la ropa. Pero es difícil, porque todo esto se confunde con el cuidado y el amor.

 

Eugenia, productora teatral, mamá de L. (8) y J. (4)

Vengo de una familia totalmente matriarcal y de un padre cero machista. Sin embargo, me casé con un hombre que, si bien no es machista, es un poco conservador. Entonces, mi hijo a veces me hace comentarios como “No me entendés porque sos mujer”. Yo le hablo. En un momento, el nene quería un cocina de juguete y H. no lo dejaba. Pero gané la batalla y compramos la cocinita para el nene. Le acabo de preguntar a L. que piensa de #NiUnaMenos y dice que le parece muy triste. Respecto a la diferencia de género, dice que le divierte más jugar con varones porque les gustan las mismas cosas que a él. Pero también tiene amigas que juegan al fútbol o a la play.

 

Micaela Harispe, psicóloga, mamá de Julián (7) y Abril (12)

Una vez en el jardín repartieron globos. A Julián le gustaba el rosa y la maestra insistía en darle uno celeste o verde. Obviamente, lo charlamos con él. Si quería el globo rosa, estaba perfecto. Son gustos, dejar que sean libres en esas pequeñas elecciones, no dar nada por sentado, no decir de antemano esto es de nena y  esto es de varón. Es desde el juego donde se enseña. Es muy importante el modelo parental: como se tratan, los roles fijos, la manera de comunicarse.

 

Ana Paula Santelli, licenciada en Relaciones del Trabajo, mamá de los mellizos (11) y una adolescente (15)

Mis hombrecitos son caballeros, atentos, dan el asiento en los transportes. Siempre les inculcamos que ante todo hay que respetar a las mujeres. Y la verdad es q ellos no soportan que se le grite a una mujer, ni hablar pegarles. Les hablamos todo el tiempo de todo, incluido el #NiUnaMenos .

Marcha #NiUnaMenos 2015. Foto: Pucheronews

D., abogada, mamá de V. (11)

No es fácil. Una les inculca ciertas cosas desde su casa, pero el entorno contamina. Mi hijo va por buen camino aunque está en una edad difícil. En el colegio, abarcan el tema de la violencia de género, que es el extremo de todo lo que implica una sociedad machista en lo cotidiano, en formalismos que suponen respeto pero rozan bordes complicados. La caballerosidad sin ir más lejos es un tema delicado. En lo personal, tuvimos una vez una situación violenta en casa delante de mi hijo que terminó en denuncia. 

Más allá del grado de violencia, me pareció que esa era la única manera de mostrarle que eso estaba mal, que no se hace , que hay que reaccionar, no someterse ni callarse.

 

Marina Guimarães, periodista brasilera en Bs As, mamá de una adolescente 

Va a tardar mucho el cambio en la sociedad porque hay madres que siguen criando varones y mujeres machistas. Mi hija a veces discute conmigo cuando llamo la atención a sus amigos si hacen bromas sexistas. Hace poco le pregunté a ella y su grupo:

-¿Qué hacen cuando se quedan hasta las 5 de la mañana acá encerrados en la pieza?

– Nada, cigarrillos, putas y cartas -dijo uno de los chicos “en broma”.

Me molesté:

– ¿Qué dijiste? En primer lugar, ninguna de tus amigas son putas. En segundo, en mi casa no hay putas.

– Ay, es un chiste gallego -se justificó el chico que es español.

– Con este chiste estás alimentando todo lo que criticás en defensa de los derechos y la igualdad entre chicas y chicos.

El joven entendió.

Nuestra región, junto con Asia, es la que más femicidios tiene, y sufre las diferencias entre las mujeres y los hombres en sueldos, oportunidades de carreras, de negocios. Ahora también hay un grupo de mujeres periodistas brasileras, Gangue Rosa, creado a partir del estupro a la chica de 16 años en mi país natal. Es aberrante, hay una cultura del estupro en Brasil, y es responsabilidad de todos, también de las familias. Porque se sigue estigmatizando. Por ejemplo, mi hija y las amigas se sienten indignadas por no poder vestir lo que les gusta por el simple hecho de que es “más arriesgado” (ponele) en esta sociedad salir con una mini, porque eso supuestamente las hace más provocadoras. 

 

Leé sobre la situación en América del Sur en Cuestión de Género

 

Diego Sánchez, vendedor y músico, papá de Carola (5)

Decir #NiUnaMenos es no condicionar a mi hija sobre la elección de colores, juguetes, ropa, ni nada. Para decir #NiUnaMenos, evito pensar “seguro es una mina” cuando alguien hace una maniobra imprudente conduciendo. Para decir #NiUnaMenos, no me incomoda dividir las tareas domésticas con mi pareja, ni ser el que más cocina en casa.

 

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Las mujeres en en la calle, en el trabajo, rompiendo el techo de cristal

 

Imágenes en S8mm color de Jeff Zorrilla, 2015. Música de Somatina, fragmento de Run (versión instrumental)

 

María Elisa Cordiviola, 71, jubilada

Yo fui docente, profesora y directora de escuela en una época en que era un reino de mujeres, en todos los niveles educativos. Ahora hay más hombres. De todas formas, en los colegios privados los dueños solían ser hombres y a veces les molestaba el conocimiento de las mujeres. Violencia hubo siempre, ¡sobre todo en las casas! Pero era muy vergonzante hablar de eso. Se ocultaba. Por suerte, ahora ya no.

 

Anes Mouriño, 39, sonidista

Mi rubro es muy masculino. Me costó bastante arrancar. Hasta hace poco me hacían comentarios como “¿Y ahora qué? ¿Vas a chocar la consola?”. 

 

L., 39, actriz

Pienso en muchas cosas con #NiUnaMenos. Nos lleva directo a la violencia, al maltrato. Una violencia que todavía culpa a la mujer, implícitamente en el aire está el “algo habrá hecho”. En todos los rubros, hay una tendencia a ver a la mujer como objeto. La TV es un negocio, entonces la actuación importa poco. Acá es donde entra el lugar de la mujer cosificada: el acento está en el cuerpo, la cara, el pelo, el culo, las tetas. Si tuviste un hijo, y esto me pasó, los productores quieren saber cómo quedaste. El productor usa la carne femenina para vender. El universo del cholulismo,Gran Hermano, Tinelli nada tienen que ver con la actuación. Por otro lado, está el problema de lo que pasa más allá de la ficción, de cómo los hombres o las mujeres abusan del guión o del juego histérico de la tele. Yo tuve una experiencia muy fea con un tipo con el que nos tocaba una escena subida de tono. El actor en los ensayos se escudaba en el guión para meterme la lengua en las escenas de beso, o tirarme de los pelos. Me dejaba moretones. Tuve que plantarme con la producción para que terminaran las escenas con un hombre que no sabía manejar la violencia.

 

Agustina Gagliardi, 37, chef

Empecé en gastronomía de adolescente. No fue fácil porque a las mujeres nos mandaban a lavar los platos o a ser  maestras. Si quería cocinar, me tenía que ganar el lugar como un hombre: cargar las bolsas de papas, sacar la basura, hacer trabajo de fuerza. Me han tratado bien y me han tratado mal. En aquel entonces, había mucha agresión verbal y una manera de enseñar despótica que aplicaba tanto a hombres como a mujeres. Yo sufrí por la exigencia del trabajo de noche en un mundo de hombres, en el que la mujer está muy expuesta. Hoy, hay cocinas sólo de mujeres, otras mixtas. Pero sigue habiendo una cabeza machista en la gastronomía de alguna manera.

Ana, 38, dueña de un centro de estética

Donde hay un hombre, habrá abuso sobre una mujer. Mirá, yo llego a la misma hora que mi marido a casa, pero él pregunta:

– ¿Qué comemos?

– ¡Hola! Acabo de entrar también yo.

A veces el argumento es que él trabaja más y gana más plata, pero yo me encargo de la crianza de nuestra hija. De explicarle lo que pasa, de hablarle del abuso a menores, encontrar un equilibrio entre  ir de frente, no criarla en una burbuja de cristal, pero no ponerla paranoica o intimidarla con el miedo. 

Intervención urbana del Articiclo, 3 junio 2015. Foto: cortesía del colectivo de artistas

En lo que respecta a mi laburo, me he tenido que bancar cada comentario. Si iba a hacerme lesbiana por ver tantas mujeres desnudas con las partes «impúdicas» al aire. O celos y prejuicios por hacer depilación masculina, sobre todo cuando se trata de la parte de genitales. O escuchar como algunas clientes deben pedir permiso a sus maridos para seguir con un tratamiento, o que crean que porque soy rubia y hago estética, soy una tarada.

 

Delfi Canale, 26, estilista, trabaja en moda

El mundo de la moda está constituido por mujeres pero las grandes decisiones -sobre todo a nivel presupuestario- generalmente las toman los hombres. Mi caso es particular porque trabajo en una marca construida por mujeres, por lo cual somos muchas trabajando juntas y remando hacia el mismo lugar. Si bien considero que en mi rubro hay igualdad de condiciones, es un mundo machista porque se busca la belleza desde lo convencional. 

 

Pula Álvarez, estudiante de astronomía y principiante en comunicación pública de la ciencia 🙂

Ni una más que tenga que elegir entre ser madre y hacer ciencia.

Ni una más que ‘ingeniería no porque es una carrera de hombres’.

Ni una más que en laboratorio sus compañeros asumen que ELLA lava los frascos.

Ni una más que ‘algún favor le habrá hecho al director para ir como primera autora’.

Ni una más que ‘se salva porque el marido también investiga’.

Ni una más que repita que si las demás no llegan es porque no se esforzaron.

Ni una más pegada al piso pegajoso.

Ni una más abajo del techo de cristal.

#NiUnaMenos haciendo ciencia.

 

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Salta a la vista la cantidad de entrevistadxs que prefirieron no dar su apellido, o incluso solicitaron que se lxs llamara con una inicial. Todavía somos una sociedad acallada, con miedo, oscilando entre “el mejor no te metas” y el negar. A otrxs, en cambio, les pareció vital ser nombradxs.

¿Es que acaso, en mayor o menor medida, no somos todxs machistas porque estamos inmersos en esta cultura heteropatriarcal?

Salta a la vista también que las nuevas generaciones vienen con el numeral, el hashtag, el #NiUnaMenos y otros parámetros ya incorporados 😉

 

Leé también #VivasNosQueremos con declaraciones y textos de Ingrid Beck, Reynaldo Sietecase, Mónica Santino y Mercedes D’Alessandro entre otrxs.  

 

 

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