¡Por qué no se callan!

15.07.2016

Por Rasputín

 

Dos siglos de historia independiente quizás hubiesen merecido un espectáculo no tan putrefacto como el que la Argentina está atravesando. Aunque lo de merecer pertenece al universo de lo subjetivo. ¿Acaso que “pueblo libre” merece un presente más digno que el argentino y, en ese caso, por qué motivo?

 

***

 

Como sea los doscientos años de historia argentina terminan de mostrar los comportamientos de un país joven, esquizofrénico, víctima de sus propios errores en el pasado, absolutamente responsable por su presente, y con un futuro incierto en un marco regional (internacional) no menos inestable sorprendido en una crisis multifacética en pleno desarrollo.

Posiblemente algún espíritu pretencioso imaginó el “bicentenario de la independencia” atrapado en un debate más rico; ambicioso y urgente para una nación que aún (qué duda cabe) está rompiendo el cascarón.

Pero no. Lo que por estas horas está en pugna, a pesar de todo y más allá de los múltiples eslóganes que se reproducen en la escena pública (en eso Argentina emerge como potencia mundial), es la resolución de la transición aún en marcha entre “lo que se fue” y “lo nuevo”. La inutilidad de querer escindir lo uno de lo otro se vuelve cada vez más patente. Pocas situaciones como las actuales demuestran que poco de “nuevo” tiene esta etapa en comparación con la larga década precedente más allá de cambio sugestivo en el elenco gobernante.

Rico en la tele el 9 de Julio. Foto: Pucheronews

Al fin y al cabo el macrismo ahora en el poder combate a diario por imponer su propio relato, tanto que señaló al anterior. Por momentos la batalla le cuesta; en ocasiones lo aplica con holgura. Pero, volviendo al debate coincidente con los dos siglos de historia nacional, lo que hoy se desangra es una lucha sin cuartel por el control de la agenda. En este sentido, la judicial (mayormente ligada al kirchnerismo) combate con la económica-política (con el macrismo devenido en actor central y en medio de los primeros cacerolazos). 678 vs 876. Destino capicúa. Qué más para este país que nació para ser grande de verdad.

Sólo observando e intentando medir la verdadera magnitud de lo que está en juego, pueden pasar (casi) por alto episodios tan lamentables como sorprendentes, dignos de una comedia o de una revista de humor político, si no fuera porque están protagonizados por las máximas figuras del poder.

Únicamente una sociedad atrapada por una de estas dos agendas aplastantes (la judicial y la económica) deja pasar por alto la provocación que el Presidente de la Nación le regaló a su audiencia en el acto oficial por los 200 años de la independencia.

Ya sea al contar la “angustia” que habrán sentido los patriotas de 1816 cuando gritaron “libertad” o al bautizar como “querido rey” al máximo referente de la corrupta monarquía española, el líder máximo de la revolución de la alegría inauguró una fase compleja.

El tiempo dirá si el Presidente fue víctima de un profundo desprecio por la historia del país que gobierna, si se trató de simple desconocimiento o, peor aún, si el que habló (como muy pocas veces lo hace) fue un primer mandatario absolutamente aturdido por las complejidades de su propia gestión. Juan Carlos, el “querido rey”, podría invitar a Macri a cazar elefantes en Botswana para oxigenar las ideas. Bien se sabe que ambos comparten algunos hábitos (abrir offshore en Panamá). Otros (malversar fondos públicos), está por verse. No hay que prejuzgar ni estigmatizar. El tiempo dirá.

El rey de España cazando elefantes. Foto: Google Images

La comedia del 9 de julio finalizó con Aldo Rico desfilando como héroe nacional por las calles porteñas. Se sabe que la memoria histórica no es el principal activo del pueblo argentino. Raúl Alfonsín se retuerce desde el más allá. Angustia si habrá sentido aquel gobierno radical durante los levantamientos carapintadas. Pero los de Cambiemos, en este caso, no lo advirtieron. Qué interesante sería conocer las palabras de Ernesto Sanz o de Elisa Carrió, aliados republicanos del Frente Amarillo.

Algunas semanas atrás de la llegada del bicentenario patrio, el que definitivamente se independizó (pero del relato) fue el kirchnerismo como construcción simbólica. Con los bolsos repletos de dinero provenientes de la corrupción, pertenecientes al ex secretario nacional de Obras Públicas, mano derecha de Julio De Vido y compañero de andanzas del matrimonio K durante décadas, aquellos que se vendieron durante largos años como los ejecutores de un modelo de desarrollo con inclusión social y eternos militantes de la redistribución de la riqueza encontraron un límite que aún es complejo de descifrar en su magnitud.

Lo anterior acaso sea un punto de inflexión en el mapa político nacional y resulta interesante para seguir la operación en marcha. Pues la agenda judicial es la ordenadora más visible hacia la interna del partido justicialista, hoy en llamas luego del incidente que mezcló, con osadía, política, retornos de la obra pública y símbolos religiosos, dignos de la ciencia ficción. Aunque hay que señalar que en las últimas horas, también influyen sobre la interna peronista la dinámica en la construcción de la “inseguridad” (agenda sensible por excelencia) y, desde luego, la cara más palpable de la crisis económica.

El dinero capturado de José Francisco López. Foto Google Images

En lo estrictamente económico, y siempre atento a las angustias (utilizando un término ahora en boga) que marcan las planillas de las encuestas que consume, Sergio Massa el “opoficialista” más hábil y escurridizo de toda la oferta política, acumuló notable presencia mediática en las últimas semanas, acorde con la percepción cada vez más extendida de la crisis económica en curso. Aquí el punto de quiebre lo marcó el tarifazo en los servicios básicos, fundamentalmente en el gas.

Texto Final

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