25.08.2016
Por Lic. Martín Ariel Gendler
Cuando el investigador francés Frederic Martel analiza Hollywood, el centro del cine mainstream, no puede dejar de analizar los cambios que han surgido en esta industria cultural respecto al surgimiento y desarrollo de las tecnologías digitales.
Martel hace foco en como Hollywood ha tenido que reconfigurarse, que mutar, para poder sortear los diversos desafíos planteados por plataformas como Youtube, Netflix y la piratería fruto del auge y expansión de los torrents, símbolo del modelo denominado Peer to peer (P2P).
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Al perder casi todo el mercado de venta de películas en los hogares (homemarket) por la derrota del sistema de streaming HULU -conformado por las principales productoras cinematográficas estadounidenses- frente al auge de Netflix y otras plataformas de streaming legal, Hollywood ha decidido centrarse en el plato fuerte que le deja ganancias: las salas de cine.
Si bien se podría objetar la existencia de FOX PLAY, HBO GO y otros servicios de streaming legal, Netflix como emprendimiento ‘independiente de los estudios’ concentra un margen de mercado casi irrevocable donde los grandes estudios han tenido que pactar o convertirse en socios para poder obtener ganancias significativas. Las series de Marvel ‘exclusivas de Netflix’ por ejemplo.
Los superhéroes se reúnen en la pantalla grande. Foto: G. Images
Este fenómeno que conlleva la decisión de Hollywood de centrarse en las salas de cine no es menor ya que afecta principalmente al foco de esta breve nota: el contenido, las películas.
El cine mainstream norteamericano siempre ha tenido modas: musicales, películas bélicas, películas bíblicas, películas de pandilleros mafiosos, películas de ciencia ficción, películas de mundos distópicos adolescentes, entre un gran etcétera.
Hoy vivimos la época de los superhéroes. Si bien no es nueva (no hay que olvidar las películas de Superman de Christopher Reeve o las más recientes de Spiderman de Tobey Maguire), podemos decir que el cine de superhéroes se ha tornado la temática hegemónica de nuestra época pero no como películas aisladas, sino como sagas que conjugan múltiples películas de diversos superhéroes que participan en un universo común.
Por un lado las películas de superhéroes remiten a la nostalgia, a aquellos momentos de la infancia de lectura de cómics o de series de TV (con personas o animadas).
Por otro lado, este género permite unir en un mismo combo los desarrollos en efectos especiales computarizados, un potente sonido digno de admiración con historias cautivantes e interesantes de los cómics que ayudan a suplir la ‘falta de ideas’ en la que Hollywood últimamente ha caído.
Un dato para ejemplificar esta ‘falta de ideas’ es que sólo un 31,5% de las películas estrenadas en el 2015 fue con un libreto totalmente original mientras que el porcentaje restante son películas basadas en vidas, en libros, en cómics u otros. (Fuente: La Nación).
Para mantener y sostener este formato de sagas-universo hegemónico, Hollywood ha recurrido a múltiples factores: directores reconocidos, historias exitosas en los cómics, actores de renombre y una feroz estrategia de marketing centrada en las redes sociales.
En este sentido, las fechas no son casuales: en 2008 se estrenaba Iron Man, dando inicio al Marvel Cinematic Universe o MCU (planificado en gran parte tras la compra de Marvel por parte de Disney) y se estrenaba The Dark Knight, película hito que continúa la trilogía sobre Batman de Christopher Nolan, quizás la última saga individual exitosa del combo DC-Warner Bross.
Escena en «The Dark Knight». Foto: Google Images
El MCU hace su pico en 2012 con la primera película de Advengers (el primer film exitoso donde se conjugan varias películas de superhéroes previas) y DC-Warner tiene su pico en el mismo año con The Dark Knight Rises. No es casualidad poder comprender al 2012 como el año donde los superhéroes consolidan esta hegemonía en el mercado cinematográfico hollywoodense.
Ese mismo año Netflix termina de consolidarse como hegemónico en el homemarket y las redes sociales llegan a un pico de usuarios antes imprevisto, entonces el modelo de negocios del cine hollywoodense sufre nuevos cambios.
Normalmente las películas tienen uno o dos trailers donde se adelanta el contenido del film intentando atraer a distintos espectadores para luego facturar en las salas.
Últimamente, para las películas de superhéroes la cantidad de trailers, spots de TV, visualizaciones ‘exclusivas’ en grandes eventos como la ComicCon y otros, se multiplican llegando al punto de tener 7 u 8 pequeñas visualizaciones -que se ven modificados en el tiempo dependiendo de diversos estudios de mercado y reacciones de la crítica sobre filmes anteriores para convocar en las salas la mayor cantidad de público posible.
Cada película intenta tener su diferencial, “el superhéroe más poderoso”, “los villanos devenidos en héroes”, “la batalla entre dos superhéroes”, “el origen de la justicia” entre un gran etcétera para convencernos de que esa película que sale va a ser diferente en un mercado ya saturado por este género.
A pesar de que las películas de esta temática siguen siendo éxitos en taquilla y recaudaciones, se puede observar como disminuye gradualmente su calidad y su puntaje en las críticas internacionales. En el sitio especializado Rotten Tomatoes, The Dark Knight, 2008, tiene un 94% de puntaje positivo, Advengers, 2012, 92% y Suicide Squad, 2016, un 26%. Aparición de nuevos héroes poco populares, narrativas menos trabajadas y especialmente el fenómeno de “preparar terreno para”.
Afiche de «Suicide Squad». Foto: G. Images
Aunque las películas de la Primer Fase del MCU (el previo a Advengers) preparaban terreno para la “gran reunión”, eran productos individualmente complejos, con un gran guión y excelente dinámica. Después del 2012, se ve que cada vez más el negocio gira alrededor de intentar mantener «al filo de la butaca» a los espectadores para inducirlos a ver la próxima película. Esto ya no sólo se focaliza en algunas referencias o en la «escena al final de los títulos» sino que, cada vez más, se tiende a producir la película entera como un producto en función de “preparar terreno para”. Estos lineamientos ya son destacados a los directores y guionistas por los estudios, y asegurados por los productores en la post-edición. Basta con observar Advengers 2 (2015), Batman vs. Superman (2016, que inaugura el “universo extendido de DC”), X-Men Apocalipsis (2016), Capitán América: Civil War (2016) o la recientemente estrenada (y desastrosa) Suicide Squad (2016). El trailer invitaba a poder disfrutar de un gran espectáculo en sí mismo pero la película (más allá de alternar buenos y malos momentos) está principalmente focalizada en las próximas que vendrán y esto se condice con los grandes eventos de presentación donde fijan un calendario de películas próximas en los siguientes tres años.
Saber que el año siguiente se estrenará una nueva película de Thor genera un auto-spoiler de que Thor no morirá en la película que se estrene previamente.
Asimismo, la calidad del guión y la “peligrosidad” del villano de turno disminuyen tanto en función de presentar personajes o situaciones que “se verán próximamente” como en función de los recortes hechos por los productores para “no adelantar” o para “fijar la atención en ciertos puntos que luego tendrán continuidad”.
De este modo, Hollywood parece adaptar los productos de su temática hegemónica en función de la lógica de las redes sociales basándose en la hipótesis de la economía de la atención, que contempla una atención humana escasa y por lo tanto pondera lo corto y simple sobre lo largo, dificultoso y complejo: se planifica y produce con mayor cuidado el trailer de corta duración y se muestran faltos de ideas o centrados en “la próxima” en el producto final.
Es decir, se busca captar la atención en pocos minutos compartidos viralmente con promesas de grandes espectáculos para poder recaudar millones de dólares justamente dejando de lado el quid de la cuestión que es el contenido del producto cinematográfico final.
No es casual que múltiples directores y actores de renombre viren cada vez más hacia las series en busca de un producto complejo y exitoso o en búsqueda de “papeles destacables”.
En definitiva, este artículo busca dar nota de un proceso presente, complejo y cambiante. Porque así como las redes sociales mutan e incorporan otras herramientas, otras aplicaciones, otras plataformas en búsqueda de no perder la atención de sus usuarios, la industria cultural cinematográfica también muta y siempre está atenta (y dispone de los recursos) para dar un volantazo.