Una foto

15.09.2016

Por

Por Diego Braude

 

En su nuevo microrrelato, Braude vuelve  a dejar el tango de lado para escribir con tono arrabalero una reminiscencia.

 

 ***

 

Diciembre de 2001. Exterior. Plaza central de Moreno. Día. Sol.

Todo empezó dos o tres días antes del 19.

El calor derrite el metal.

 

Todo empezó dos o tres días antes del 19.

Un micro rojo de dos pisos nos depositaba a los promotores, los zanquistas, Papá Noel y a mí en la locación de esa jornada, para que iniciáramos el trabajo de promoción de un teléfono inalámbrico que todos tomaban por un celular. 

Era tiempo de lecops y patacones (a mí me pagaban una parte en efectivo y otra en pilas), pero el teléfono se vendía en efectivo. En mi caso, la gracia era sacarle fotos a la gente con el Santa Claus criollo.

Al primer Papá Noel hubo que cambiarlo, porque durante la toma fotográfica el tipo tiraba chamuyo; más de una mamá se quejó y el acalorado actor debió dejar su personaje. El segundo era un evangelista intenso, que luego de cada toma se enfrascaba en un apasionado sermón, con el que pretendía convencer a los recién fotografiados de escuchar la palabra de Dios. La foto era gratis, pero el chiste era que había que pasarla a buscar por el comercio local (eran todavía tiempos de rollos que debían ser revelados y la foto digital aún era relativamente una novedad), donde el vendedor intentaría convencer a los parroquianos de comprar el susodicho teléfono.

Sé que el 19 estábamos en Moreno. Ese día en que los saqueos estallaron de manera curiosamente cronometrada; sé que estábamos en Moreno porque busqué infructuosamente a una mujer para entregarle una foto. La mina de la calle no tenía pasta de cliente de un oneroso teléfono inalámbrico y me lo habían hecho notar.

 

“No tengo ninguna foto de él, ¿no le sacás una?” es todo lo que recuerdo de nuestro breve diálogo. En la foto, ese pibe de sonrisa increíble tiene ojos marrones por el efecto del flash. Pero, en realidad, los cubría el blanco lechoso de una catarata: estaba ciego. Su mamá aparece fuera del cuadro, lo único que ella quería era una foto de su nene.

 

Ese 19 de diciembre, mi búsqueda se iba a ver interrumpida porque nos iban a ordenar levantar campamento y volver a capital al mediodía. El micro rojo de dos pisos a la inglesa regresaba a la base atravesando todas las zonas donde había quilombo. Esa noche habría marchas desafiando el estado de sitio impuesto por De la Rúa y renunciaría Cavallo. La represión nocturna en Plaza de Mayo sería un anticipo de los fusilamientos del día siguiente a manos de la Policía Federal, que tendrían por corolario la renuncia del propio De la Rúa.

 

Varias veces me propuse volver a la plaza de Moreno para encontrar a esa mujer y darle la foto de su hijo. Pero lo cierto es que, por una u otra razón, se fue posponiendo y el tiempo fue pasando.

 

A Moreno volvería recién en 2014.

 

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