29.09.2016
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Cuatro meses atrás recién estaba surgiendo todo esto. Unos a otros se miraban entre sí con esa expresión típica de quienes se conocen pero, a su vez, nunca estuvieron reunidos por una causa en particular. Hoy se reúnen nuevamente. Dolor, enojo y ansias de justicia se mezclan con la energía y la empatía, emociones que los movilizan para no bajar los brazos y unirse bajo un objetivo común: instalar en la agenda del Estado la problemática social. De esta manera, los días se disponen previos al 11 de Octubre, día en que familiares y víctimas de tragedias, actos de impunidad, homicidios y toda clase de inseguridad se reunirán bajo la consigna #ParaQueNoTePase.
Anto Morello nos acerca el relato de tres familiares de víctimas de violencia y una crónica sobre cómo se gestó la convocatoria.
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La Masacre de Flores
“Un día decidimos juntarnos, tuvimos una primera reunión y comenzamos a compartir nuestras experiencias. Nos conocíamos a través de los medios pero nunca habíamos estado todos hablando juntos en una mesa”, señala Matías Bagnato, sobreviviente de la Masacre de Flores.
En su casa llovían las amenazas de quien acabaría con la vida de Matías como la conocía hasta entonces. Se trataba del socio de su padre y quien, además, era la pareja de una prima de la madre. Durante un año y más repetía la misma frase “Los voy a quemar a todos”, tras una aparente deuda que le tenía José Bagnato, el padre de Matías.
Bagnato con la convocatoria. Foto: cortesía de los familiares
La mañana del 17 de febrero de 1994 la abuela del entonces adolescente decide pasar unos días en Mar del Plata junto a unas amigas, lo que ella ignoraba completamente era que ese mismo día al pasar por el umbral de aquella puerta en Baldomero Fernández Moreno al 1900 (Barrio de Floresta, Capital Federal), las cosas ya no volverían a ser como antes.
Una cama habría quedado vacía si no hubiese sido por el llamado de la mamá de Nicolás Borda, un pequeño de 11 años quien habría sido invitado a jugar por uno de los hermanos menores de Matías. -Se me hizo tarde en el trabajo ¿Sería mucha molestia que Nico se quedara a dormir por esta noche?- preguntó a la dueña de casa y madre de los chicos, Alicia.
Alrededor de las tres de la madrugada Matías se despertó asfixiado, sentía una fuerte opresión en el pecho, como si una tabla de madera estuviese encima de él. Se desesperó. Su primera reacción fue dirigirse hacia una luz que veía frente a él. Pensando que sus padres estaban despiertos, caminó hacia el destello. La sorpresa fue tal que en lugar de luz, las brazas de fuego le cubrieron la cabeza y un brazo. Miró para todos lados. Atosigado por la escena se asomó a la ventana de su pieza, la única que no tenía rejas en el hogar. “Un vecino me gritaba que salte, que habían incendiado mi casa”, recuerda Matías, quien en ese momento saltó desde su ventana.
El caso Cabezas
En las playas de Pinamar, José Luis Cabezas vio caminar ante sus ojos la oportunidad del año. El empresario Alfredo Yabrán se asomaba ante los ojos curiosos del reportero de la revista Noticias, dejando huellas en la arena caliente acompañado por su mujer. Se apresuró. Tomó rápido su cámara de fotos y jugó a retratar a la madre de su hija Candela, quien le hizo de modelo frente al verdadero objetivo.
Gladys Cabezas (en el medio), junto a sus compañeros en la convocatoria. Foto: cortesía de los familiares
Presionó el botón con la misma intensidad de quien jala un gatillo. Acto seguido, las imágenes se sucedieron una tras otra, la presa estaba completamente en la mira. Sin embargo, Cabezas ignoraba el precio de esa fotografía, y no lo supo hasta la madrugada del 25 de enero de 1997.
“Lo empezaron a seguir hasta que lo mataron”, diría 19 años después Gladys Cabezas quien todos los días lucha por la causa de su hermano fallecido.
Paulina Lebbos, otra chica muerta
La satisfacción que tenía en su rostro por haber aprobado el examen era digna de festejar. Nadie le podía quitar la alegría y ese mismo día iría a bailar con sus amigos. Las horas pasaron hasta las 6.30 de la madrugada, hora en la que Paulina Lebbos decidió salir del boliche acompañada de una amiga. Era tarde, demasiado para regresar separadas, aún teniendo 23 años optaron por utilizar el mismo vehículo. Su compañera se bajó tras haber recorrido algunas cuadras. Esa fue la última vez que vio con vida a Paulina, un 26 de febrero de 2006.
Su cuerpo aparecería el 11 de marzo del mismo año a orillas de la carretera, a 30 km de la capital tucumana.
#ParaQueNoTePase
“Hace años que cada uno viene luchando por sus casos particulares por eso esta vez decidimos unirnos todos y decir: Estamos juntos y queremos que nos escuchen a todos”, comenta la hermana de Cabezas.
“Me une una profunda relación de afecto y de admiración por todas las familias que han tenido experiencias traumáticas y que en este transitar de la lucha nos hemos encontrado para visibilizar esta situación porque es terrible que ocurran hechos tan brutales”, explica Alberto Lebbos, el padre de Paulina, asesinada en Tucumán.
Alberto Lebbos. Foto: cortesía de los familiares
Nombres como el de Matías Bagnato, Gladys Cabezas, María Luján Rey, Carolina Píparo (joven baleada en una salidera bancaria que le costó la vida de su hijo), Jimena Aduriz (mamá de Ángeles Rawson), Silvina y Nilda Gómez (familiares de víctimas de Cromañón), Juan Carr (titular de la Red Solidaria), preparan el terreno para que la Plaza del Congreso se llene en octubre.
Están listas las remeras, pedidos los afiches, diseñado el logo, pautada la fecha, sólo quedan terminar las líneas del texto que será leído, definir a los oradores del mismo, entre otros detalles más. “Ninguno de nosotros va a hablar porque como somos muchos no queda bien, seguro lo va a hacer algún periodista o alguna figura conocida”, aclara Gladys.
En la mesa, víctimas y familiares debaten y crean proyectos de leyes para presentar en el Congreso ese día. Son más de 50 los que apuntan a cambiar el paradigma judicial.
“Nosotros lo que pretendemos es que cambien las leyes. Cuando pasa algo la víctima no tiene derecho a ver un expediente judicial, es la última que se entera de todo, tiene que pagar por un abogado mientras que al delincuente se lo brinda el Estado. Esas cosas no pueden pasar más”, enfatiza Gladys especificando varios de los temas.
La reunión avanza; los familiares y víctimas se abrazan, lloran. Un apretón de manos significa una señal de “fuerza” y una caricia, un “estoy con vos”. De este modo, el ambiente se va cargando de energía y ganas de manifestarse todos juntos frente a los tres poderes estatales.
“Estamos organizando en cada provincia una marcha, con mucha emoción siendo, a su vez, muy activos a las redes sociales que son una gran herramienta que tenemos para difundir, esperando que la comunidad en general nos acompañe, que no esperen a que les pase como nos ha sucedido a nosotros”, afirma Lebbos quien, además de asistir a la marcha, no pierde la costumbre de ir todos los días a la fiscalía tucumana para ver si hay novedades en la causa de Paulina.
El grupo de familiares de #ParaQueNoTePase. Foto: cortesía de los familiares
El reclamo es concreto, el llamado a manifestarse surge a raíz de varios episodios trágicos que se unen ante un elemento en común: estos casos podrían haberse evitado si el Estado tomara otras medidas que no partieran de la impunidad y el encubrimiento. Víctimas y familiares se turnan para hablar, aplauden, y acto consecuente abandonan la sala en la que se reunieron. Se mezclan sentimientos en su interior que laten por el día en que miles de carteles se levanten al cielo bajo el hashtag #ParaQueNoTePase.
“Siempre son emociones muy encontradas… a mi me da mucha tristeza, que nosotros tengamos que estar ocupándonos de esta situación en pleno siglo XXI, teniendo que visibilizar esta situación de privación sistemática de derechos humanos cuando deberíamos estar ocupándonos de otras cosas como del trabajo, quehaceres diarios y estando con nuestra familia. La verdad que me da enojo, me da tristeza, rabia pero también mucha energía para seguir luchando”, destaca Lebbos.
“Hoy en día uno trata de que esta lucha de tantos años sirva para evitar que otras familias sean destruidas, significaría una gran satisfacción por el dolor que sentimos todos los días”, admite Matías. Palabras que parecen representar los sueños de todos los organizadores y los que no, los mismos que formarán un solo corazón que latirá en el Congreso.
La cita
Martes 11 de octubre a las 18.00 hs.
Congreso de la Nación