Jodorowsky´s Dune: el mega proyecto que nunca fue

13.10.2016

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“¿Cuál es el objetivo de la vida? Crearse un alma”, dice el personaje del documental Jodorowsky’s Dune. Un verdadero personaje. Esa es la mejor forma de definir al artista chileno Alejandro Jodorowsky a veces y durante todo el film parece recorrer la delgada línea que separa a un genio de un farabute. Luis Vivori nos acerca una reseña sobre el mega proyecto documental del chileno.

 

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De ascendencia judío-ucraniana, Jodorowsky dejó muy pronto su país natal, el trasandino, para transformarse en un ciudadano del mundo. Artista, multifacético, el sudamericano incursionó en la literatura, en el comic, en las ciencias esotéricas (inventó la psicomagia, mezcla de psicoanálisis, con teatro y ritos chamánicos) y sobre todas las cosas, en el cine. En esas lides, la del cine, impulsó una de las aventuras audiovisuales más ambiciosos de los años 70: Dune. De eso trata Jodorowsky’s Dune. Del mega proyecto que dejó su semilla en toda una generación de grandes films de ciencia ficción, como La guerra de las galaxias, Allien el octavo pasajero y hasta Terminator; y de Alejandro Jodorowsky, su creador.

El comienzo del film nos ilustra con un largo paneo sobre todas las pasiones de Jodorowsky. Vemos libros, símbolos esotéricos, fotos de su familia, comics. Ya en la escena, el realizador y otros afines, acompaña a sus pasiones con pasión. Está intacto. Los años no le quitaron vigor. Enseguida dispara: “El arte en el cine es más importante que la industria”, una declaración de principios. Y adelanta sobre Dune: “Yo quería hacer una película que remplazara el LSD sin LSD (droga consumida con fruición en algunos círculos durante aquellos años) Yo quería producir el LSD. Crear un profeta”.

Jodorowsky en Dune. Foto: Google

Así es como Jodorowsky, quien hasta ese momento había dejado su marca con films sumamente originales y de cierto éxito comercial, como El Topo o La montaña sagrada, emprende su proyecto más ambicioso. Con dinero fresco y la voluntad de seguir provocando o siguiendo sus palabras, “enloqueciendo”, el director chileno se cruza con Dune. Duna, novela de ciencia ficción escrita por Frank Herbert en 1965, describe a nuestra galaxia, 20 mil años en el futuro, como un gran imperio feudal controlado por familias nobles. Nada nuevo bajo el sol, se podría decir con ojos de hoy. Pero para aquel momento, año 1976, llevarlo a las grandes pantallas significaba un gran desafío. Desafío que enamoró al realizador. Para él, Dune representaba la posibilidad de redondear en un film todas sus obsesiones. “Dune fue como la llegada de un Dios, artísticamente y cinematográficamente. Una nueva perspectiva, abrir la cabeza, liberarla. Quería liberarme de mi ego que era mi prisión”.

Para llevar adelante el proyecto, fue vital el encuentro de Jodorowsky con Michel Sedoux, prestigioso productor francés. Ya con Sedoux a bordo, fueron en busca del casting técnico, fundamental para este tipo de emprendimiento. La mayoría de ellos y su testimonio, va desfilando mientras transcurre el documental. Así aparecen en escena Moebius, famoso dibujante de historietas (conocido aquí por la revista Fierro) y Dan O’Bannon, quien había trabajado en efectos especiales con John Carpenter, entre otros.

Los personajes de «Dune». Foto: Google Images

Pero el plato fuerte del cast iba a ser el de los actores y la banda de sonido. Aquí aparecen anécdotas sabrosas relatadas por director y productor ejecutivo. El documental nos va llevando a cada una de las ciudades en la que se fueron dando las reuniones con los Pink Floyd (para musicalizar la obra), con Mick Jagger, con Orson Welles, David Carradine (sí, el de Kun-Fu o para los más jóvenes, Kill Bill) y hasta con Salvador Dalí! Salvo por las extravagancias del pintor catalán, que pedía nada menos que cien mil dólares la hora de actuación – “quería ser el actor mejor pagado del mundo”, cuenta Sedoux risueño – los demás aceptaron el convite. A esas alturas, Dune ya estaba en las gateras…

Sin embargo, no fue tan así. Con el elenco artístico y técnico completo, realizador y productor se dirigieron a EEUU, la meca del cine. Del presupuesto total sólo faltaban 5 millones de dólares de los 20 totales. Una ganga, pensaron los responsables del proyecto. Pasaron de estudio en estudio, de charla en charla. Mostraron los bocetos. Hablaron de sus protagonistas. Del libro. De todo. Pero no hubo caso. Ideas metafísicas y espirituales y una clara ambigüedad fueron demasiado para los grandes estudios. No querían ese tipo de ciencia ficción, compleja, costosa y larga. Y mucho menos a un director extravagante y con pocas ganas de negociar sus contenidos al frente del proyecto. “La película debe ser tal cual yo la sueño” era la respuesta del director frente a cada sugerencia de los burócratas hollywoodenses. Fue la lucha de un lobo solitario (o no tanto), contra una industria que necesita imperiosamente imponer sus propios criterios como forma de reproducir una sistema económico, un sistema de ideas.

El final de la película, entre lamentos y decepción, nos demuestra con fotogramas, con el storyboard, las evidentes muestras de la influencia que dejó el proyecto frustrado sobre quienes vinieron después. Tal vez no habríamos disfrutado de una Guerra de las galaxias sin la Dune que no fue (David Lynch dirigió una versión muchos años después con magros resultados). O, tal vez, debamos conformarnos con otro tipo de resultados, como lo hace el director chileno, cuando concluye: “Si Dune no dejó una enseñanza en una audiencia, al menos si la dejó en su grupo de trabajo. Como el universo, la mente humana se abre cada día un poco más. La mente es como el universo, está en constante expansión. Este film era eso, la constante expansión de la mente”.   

Jodorowsky joven en otra escena de «Dune». Foto: Google Images

FICHA TÉCNICA

Dirección:  Frank Pavich y  Alejandro Jodorowsky

Protagonistas: Brontis Jodorowsky, Chris Foss, Christian Vander, Gary Kurtz, H.R. Giger, Michel Seydoux,  Nicolas Winding Refn, Richard Stanley

 

Podés ver el docu acá (subtítulos en italiano)

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