#ParaQueNoTePase

13.10.2016

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El 11 de Octubre una manifestación contra la inseguridad e injusticia inundó con rostros, historias y voces uno de los puntos más significativos de la Argentina: el palacio legislativo. Hace más de un mes que se inició la convocatoria; fotos con el hashtag #ParaQueNoTePase colapsaron las redes con “me gusta” y “retweets”. Pasaron cinco meses desde que personas con casos y dolores diferentes se reunieron en una mesa bajo una causa común: «Nosotros, aún partidos por el dolor, estamos unidos para poner en la agenda de quienes legislan la inseguridad, la impunidad y la injusticia”, explicó a Pucheronews una de las víctimas.

 

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Plaza del Congreso, 18.00 horas. Se asoman carteles con rostros que hablan más fuerte que todos juntos; el espacio se llena de miles de cuerpos que se rozan entre sí, que generan un latido homogéneo bajo el cielo todavía claro. Una sola consigna los convoca: “Sentimos la imperiosa necesidad de levantar la voz para que se nos escuche, levantar la voz para que no te pase”, dice uno de los organizadores de la marcha.

“Creo que desde que anunciamos la convocatoria, han escuchado los derechos de la víctima, como nunca. Así que ese fue un gran paso, y otro, fue estar todas las víctimas juntas”, manifiesta Matías Bagnato, único sobreviviente de la Masacre de Flores y una de las caras visibles que llevó a cabo esta manifestación.

 El evento inicia. Se asoman figuras mediáticas que el público reconoce. Son periodistas los elegidos para ser la voz que pronuncie bien alto las palabras escritas por todas los organizadores del evento. Palabras que erizan la piel de todos los presentes, y provocan lágrimas y gritos de muchos otros. Una hora después, la plaza se colma de sentimientos variados, de dolor y fuerza. «Queremos ser la voz de las víctimas», dice Luis Novaresio.


Matías Bagnato. Foto: Gonzalo García

“La verdad que es muy movilizante todo esto y quizás esa era la idea: tratar de hacer visible a la cantidad de damnificados que hay y que, justamente, los tres poderes del Estado empiecen a tomar cartas en el asunto”, confiesa Bagnato. Agrega: “Apostamos a que hoy tengan la posibilidad de que hablen todos con los medios, nosotros ya hablamos mucho, entonces queremos que les hagan notas a ellos, que tengan la oportunidad de contar sus casos y de ser escuchados”.

Lucrecia Potenza recuerda el trágico episodio en el que se vio con un cuchillo y un revólver en el cuello. Piensa en sus hijos, también víctimas de la inseguridad, y en sus nietos, quienes fueron asaltados y perdieron sus celulares. “No queremos más esto. Queremos leyes, que se cumplan las que están como corresponde, porque pasan los gobiernos y no cambian las cosas”, afirma levantando el tono de voz, imponiéndose entre miles de corazones que forman uno.

Son muchos esos corazones atravesados por el dolor, marcados por señales imborrables que los movilizan ante la esperanza de que a nadie más le pase lo que les ha ocurrido a ellos. “Estoy acá porque mataron a una amiga”, comenta Amanda. Ese día los médicos forenses dijeron que había muerto de causa natural, y con esa sentencia, se perdieron todas las pruebas. Graciela Susana Canepa fue estrangulada y recibió un tiro en la pierna. Aquellas voces de autoridad declararon que no había evidencia alguna. Sin embargo, la víctima tenía un mechón de pelo proveniente del agresor en su mano. También se perdió.

“No queremos más esto. Todos estamos acá para decir BASTA”, enfatiza Patricia Álvarez. Dominada por sus impulsos cargados de bronca e indignación, admite los motivos que la condujeron a pararse un martes en plena tarde frente a miles de personas. Hace 20 años su madre fue víctima de la inseguridad, Noemí Acevedo, perdió a dos de sus hijas, una de 4 y otra de 7, de un tiro en la cabeza. Ahora Patricia representa a su madre en la lucha y teme por su hijo y su familia. “Porque a mi mamá le pasó y no quiero que me pase a mí, ni a nadie”.

Marcha #ParaQueNoTePase, Congreso11 de octubre. Foto: Gonzalo García

Norma Maidana también estuvo ahí con una foto símbolo de su lucha. Máximo, su sobrino, un pequeño de un año y ocho meses que estaba jugando en la calle fue atropellado y asesinado por un vecino borracho. “Un año y ocho meses tenía mi sobrinito”, repite. “Quiero que los delincuentes cumplan su condena como corresponde.”

A las 2.30 de la mañana, su madre le estaba doblando los puños de la camisa. Daniel, un joven de Clorinda (Formosa), fue a saludar a unos amigos -sin prever que ese sería el último beso que le daría a la mujer que lo trajo al mundo. Con exceso de alcohol en su cuerpo, el gendarme Juan Marcelo Olmedo aceleró cuando se percató de que la policía lo seguía. Viajando a una velocidad de 100 km/h atropelló a Daniel y lo estampó contra una pared. Así, terminó con sus sueños, su carrera y su vida. Hay quienes dicen que aún estaba con vida cuando fue abandonado por el agresor.

 El fiscal leyó el caso ocho meses después de la tragedia. Olmedo continúa prestando servicio hasta la fecha; no se lo apartó del cargo porque no se dictaminó la sentencia. Sigue manejando el mismo vehículo, portando armas y riéndose… “Es una burla eso que hacen por la familia, destruidos para siempre. Que no le pase a nadie más, que se haga justicia”, admite la madre del fallecido que no para de llorar. A la vez, está fortalecida por la marcha, porque trae consigo “el dolor de Clorinda, de gente humilde que sufre las injusticias y no se anima a hablar”.

Adrián y Sergio Díaz, asesinados. Foto: Gonzalo García

Quilmes tampoco estuvo exento de injusticia. El 17 de Agosto, a las 12.30 hs bajó de su moto nueva Sergio Díaz bastaron sólo cinco minutos para que dos balas impactaran en su pecho, mientras que, paralelamente, su sobrino recibía una en su cabeza. Asesinado frente a su casa y sus hijos (4 pequeños de entre meses, 4, 8 y 12 años), que hasta el día de la fecha repiten que no quieren regresar al hogar y se arrepienten de que el tiro no haya sido para ellos.

Gustavo Alarcón hoy está libre. Todos los miércoles la familia Díaz, (similar a la lucha de Alberto Lebbos, padre de Paulina, asesinada en Tucumán), se acerca a pedir justicia a la fiscalía de Quilmes. “Todavía queda una bala más”, amenaza el asesino desde Facebook.        

“Creo que esto que hace la ciudadanía es fundamental porque si nosotros queremos el cambio tenemos que estar todos acá”, indica Lucrecia. Muchas historias encarnan en primera persona el sufrimiento de tantos que lloran y pelean para que no pase más. «Hoy estamos aquí, muchos que no pensamos lo mismo pero que sentimos igual ante un Estado que mira hacia otro lado porque entiende que no mirarnos es una forma de desaparecernos.»

 

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