19.11.2016
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El nombre Banksy (¿apellido o seudónimo?) viene asociado en las últimas dos décadas al arte callejero, al llamado graffiti. Se sabe bien poco sobre su portador. Una especia de figura entre tinieblas. Aura de misterio, que alimentada por el morbo de los medios masivos de comunicación, se transformó en una marca, en una forma de arte en sí misma. Arte tan relevante como el que este graffitero dejó impreso en los murales de infinidad de ciudades en el mundo entero. En cada uno de esos pedazos de cemento, Banksy desparramó sus opiniones sobre los avatares culturales de la vida moderna. En sus dibujos desfilan la política, las cuestiones morales, la discriminación y los prejuicios. En muchos casos usando animales como metáforas. En otros, a figuras humanas de carne y hueso. Y siempre con el stencil y el aeresol como vehículos esenciales para plasmar sus ideas.
«Banksy, salida por la tienda de regalos dirigido» (¿dirigido?) por el propio Banksy no es un documental fácil de clasificar. Por el contrario y en una especie de juego de cajas chinas, es un documental dentro de otro, con un confuso ADN y sin rumbo ni paradero. No esperábamos menos de un artista, que es artista en el arte de borrar sus propias huellas identitarias.
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Con detalles minuciosos sobre el ritual del graffitero, el film nos anuncia que el graffiti será su gran vedette. Arte urbano, peligroso, vemos a sus protagonistas escapando de la policía. Figuras icónicas, los de la gorra, para todos los artistas furtivos. Banksy y sus colegas los “atienden” a menudo en sus trabajos. Pero falsa alarma, la peli cambia de dirección. Aparece un tipo encapuchado, con la voz distorsionada. Nos ilusionamos: ¡sí, es Banksy! pero dura poco.
Nos dice, Banksy, que lo que sigue no es sobre él, sino sobre el tipo que iba a hacer el documental sobre él, que no es lo mismo. “Es más interesante que yo”, aclara. Otro truco del hombre de los mil trucos. Allí aparece el fulano éste, Thierry Guetta, un excéntrico comerciante francés afincado en Los Ángeles. Alto personaje, Guetta, algo disparatado, aficionado a grabar todo lo que ocurre a su alrededor. Según sus propias palabras, “un obsesivo de la cámara, es mi droga”. Es así como asistimos a la vieja idea del documental dentro de un documental. Vemos su hechura, cada costura. Situación que se da desde el momento que todo el entorno de Guetta se acostumbra a la camarita y actúa como si nada especial sucediese. El sueño de todo documentalista: que todo pase, como pasa, sin artificio. Hasta que en 1999, en un almuerzo familiar, nos cuenta Guetta, se encuentra de casualidad con el arte callejero. En plena ebullición, era el “momentum” de esa una nueva forma de expresión. No necesitaba de periodistas, comunicadores, ni tapas de diarios para extenderse y darse a conocer. Para eso estaban las calles, las paredes, los puentes.
Bansky en su estudio. Foto: Google Images
Fascinado, Thierry se convirtió de un día para el otro en el cronista del movimiento. Cronista de una contracultura que tuvo en su confrontación con la ley, un condimento fundamental para su propia consolidación. Y sobre todas las cosas, para entusiasmar a una legión de jóvenes, chicos y chicas, ávidos por expresarse sin repetir las fórmulas de generaciones a las que no pertenecen. Peligros nocturnos, adrenalina, un cocktail encantador, al que las autoridades denominaron vandalismo. De esas crónicas surge el nombre de Banksy y Thierry sucumbe frente al mito. Nadie lo conoce, nadie sabe nada de él. El francés de la camarita se debía un cara a cara con el gran provocador callejero. El encuentro, que finalmente se concreta, se transformará en su propio bautismo dentro del arte.
Banksy, salida por la tienda de regalos, como se ha dicho, son varios documentales a la vez. Aquel que al menos nos arrima un poco a una figura tan icónica como intrigante del arte moderno; como aquel otro que cuenta la historia de un cronista del arte callejero devenido también artista. Pero sobre todo y como centro, es el film que nos muestra una nueva y potente forma de expresión. Arte que se desarrolla en un tiempo imposible de interpretar desligado del poderoso prisma de los medios masivos de comunicación y redes sociales al que en parte se somete. En definitiva, Banksy, salida por la tienda de regalos sirve, tal vez sin buscarlo, como reflexión sobre el sentido mismo del arte, sus fronteras y posibilidades dentro de los pliegues de nuestro tiempo.
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FICHA TÉCNICA
Director: Banksy
País: EE.UU. Reino Unido
Año: 2010
Duración: 87 minutos
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