Tantanian, el borde y después

25.11.2016

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«El borde de sí mismo»  tuvo su segunda edición en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Durante cinco fines de semana este ciclo experimental combinó arte contemporáneo, teatro y multimedia. En Pucheronews dijimos presente gracias a nuestro colaborador Anibal Villa Segura. El cronista se encontró con el dramaturgo Alejandro Tantanian, uno de los curadores del evento, para conversar  de cómo fue el recorrido 2016 y algunos otros temas teatrales.

 

***

 

 

Alejandro Tantanian y yo nos citamos en una confitería en el barrio de Belgrano. Mientras apuraba el paso para llegar, pensé que además de encontrarme con Alejandro, persona muy querible para varios, me encontraría con un autor, un intérprete, un cantante, un docente, un director de teatro, un regisseur, un gestor cultural. Tantanian es un dramaturgo de gran trayectoria: único argentino invitado a Alemania para dirigir la Ópera de Tres Centavos de Bertolt Brecht, curador teatral del MAMBA y quien, a partir de enero, será director del Teatro Nacional Cervantes. «¿Cómo empezar esta entrevista?», me pregunté. Pero simplemente al llegar, lo saludé, me senté y prendí el grabador:

– Contale a la gente, y a tu público, quién sos.

Alejandro Tantanian arquea las cejas y ríe:

– Soy una persona con muchas inquietudes. En el campo teatral, tengo muchos intereses que visito y revisito siempre; desde la formación, la gestión hasta lo que más me gusta, la parte artística.

A. Tantanian. Foto: Ernesto Donegana, cortesía MAMBA

– Muchos te mencionan como un maestro.

– Creo que tiene que ver con la pasión que me atraviesa en el hacer.  Con 50 años reconozco que, cuando empecé a enseñar, creía lo hacía para vivir. Ahora es un modo de ganarme la vida, pero además es una necesidad vital. Se trasmite mucha convicción. Yo padecí a mis maestros que tenían una doxa muy fuerte y una estética no mía. Me llevó tiempo buscar mi propia voz. Docente es acompañar al otro en la búsqueda de su singularidad, y solo es posible si se da con gente que tenga la misma pasión. De lo contrario no pasa nada, ni conmigo, ni con nadie.

– El “Borde de sí mismo” ¿cómo surge?

– Me interesa desde siempre lo que tiene que ver con los códices interdisciplinarios, ya como artista, ya en el teatro interviniendo en la escenografía, el vestuario, etcétera. Victoria Noorthoon, directora del MAMBA, me convocó para que en el museo apareciera una zona de artes teatrales. Con el equipo de curaduría comenzamos a pensar, poseer ese lugar, que formara parte de la programación del museo y articulara disciplinas teatrales y plásticas. En el 2014, trabajamos en una instalación de Gabriel Lester, un taller que fue muy bien. Para el 2015, pensamos un ciclo. Tuvimos una sala durante 8 semanas. Comenzamos con Victoria (Noorthoon)  y Javier (Villa, otro de los curadores) a pensar nombres y textos. Apareció “Meridiano” de Paul Celan, escrito en ocasión del premio Büchner.  Surge así el  “Borde de sí Mismo” donde Celan piensa la dramaturgia como un poema, entendiendo la obra de otro más allá de cualquier especificidad, como un poema. Atractiva la idea. Propusimos que los artistas visuales se asomaran a las artes teatrales y viceversa. Planteamos el ensayo en el sentido del error, un espacio para equivocarse, sin presión. La mirada del espectador de museo es más flexible que la de quien va al teatro. En un museo gusta o no, pero no hay ni censura ni señalamiento, es más relajado. Además se propicia algo escaso: la reflexión.

Visión de la sala del MAMBA y el público atento. Foto: Ernesto Donegana, cortesía MAMBA

– Toda una movilización.

– Invitamos a dos artistas extranjeros Jerome Bell (Francia) y Richard Maxwell (USA) y, luego, a tres de teatro y cinco de artes plásticas. Así vinieron Rubén Schumacher y Liliana Porter, que son contemporáneos; Daniel Joglar y  Bruno Gruppalli, de la misma época que Silvio Lang, y Ariel Farace de la misma generación que Mauro Guzmán y Nancy Rojas. Fueron obras muy hermosas. El ciclo fue un éxito de público y de crítica. Masivo. Vino después de la Menesunda (obra emblemática de Marta Minujin). Además, se consiguió que la gente de teatro vaya a los museos!

– ¿Y después?

– Repetimos este año pero en menos tiempo. Hay que lograr que el museo conviva con lo que no está acostumbrado. Hay que aportar desde afuera un “expertise” que no tiene la gente que trabaja permanente. Este año la sala fueron cinco semanas y  se cumplían 60 años del museo. A los artistas convocados se les pidió que dialogaran con obras del patrimonio y que esto deviniera en obra.

– ¿Cómo se organizaron?

– El año pasado Javier (Villa) se hizo cargo de los visuales, de convocar a los artistas y seguirlos;  yo, a los teatrales e invitados internacionales. Este año convoqué a los artistas y Javier y Sofía Dourron (historiadora) dialogaron con ellos para ver que obras del patrimonio les interesaba.

– Con un criterio quizás utilitarista ¿qué queda para el museo?

– No sé qué queda. En todo caso lo obvio: el registro audiovisual.  Los videos que se hicieron el año pasado y este año. Para mi, es obra. En estas últimas semanas en el museo hubo superposiciones con el Borde…ya que llegó Berni y llega Picasso. Yo había pensado, pero no lo hicimos, poner televisores en el foyer para que la gente viera estos videos que son patrimonio del museo.

– Mi pregunta apunta a la posibilidad de que este diálogo tenga permanencia periódica y no anual.

– Ahí sería como establecer una política. A mi me gustaría seguir pensando las interrelaciones entre ambas disciplinas, hay pendientes charlas con Victoria y Javier;  veremos qué pasa. Victoria vio la puesta de Analía Couceyro y quedó muy movida, porque “Voraz”  te lleva a reformular las formas de presentar el patrimonio; la obra está viva y es lúdica. Fernando Noy es la historia conmovedora. Victoria como directora mandó un mail a todo el museo exhortando a ver la obra. En un momento te preguntás ¿dónde estoy?

«Voraz» de Couceyro, escena con Paula Maffia frente a una obra. Foto: Ernesto Donegana, cortesía MAMBA

– ¿Y el espectador?

  • Cuando un curador es bueno, y Javier lo es, construye una selección que involucra al espectador. Yo fui a algunas presentaciones muy buenas del material.

  • ¿Y la curaduría teatral?

– Normas mínimas y después… piensen en algo que nunca pudieron hacer ni probar; esta es la oportunidad. Diana Szeinblum con la danza y los vínculos hizo un trabajo muy bueno con la herencia.

Antes de terminar nuestra entrevista, no puedo resistirme preguntarle por su nuevo cargo como Director del Teatro Nacional Cervantes. Esto nos adelantó:

– Nos jactamos de que el teatro argentino es uno de los mejores. Entonces, ¿dónde hay una puta ley o política que lo diga? Este es el momento de que sea verdad; no me llamaron para toda la cultura, me llamaron para el único teatro nacional que hay. Un  teatro público, que no es comercial ni independiente. Como yo lo entiendo será un teatro de “riesgos” y no para éxitos consagrados; tendrá que ser programado y democrático con una línea editorial, y no carpetas de Mongo y Aurelio para hacer una programación. Yo defiendo un teatro que me conmueva, aunque esto pueda intranquilizar a las tribus.

 

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