06.01.2017
Por
Braude observa un niño correr y ve tango en sus movimientos; también ve sus sueños y en ellos refleja la historia de un barrio.
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Es un mediodía de finales de 2016 en el patio de un colegio del barrio Ejército de los Ándes. Hay un sol que raja la tierra. Es el evento de fin de año del taller de tango y, en medio de un grupo de desacataos que desafían la incandescencia solar, L corretea de aquí para allá protegido por su gorrita y el Minion de su remera.
El barrio se inauguró a principios de los ’70s con el nombre de Padre Mugica. Unos años después, el autoproclamado Proceso de Reorganización Nacional – para el que, evidentemente, Mugica era un personaje que debía olvidarse – lo rebautizó Ejército de los Andes. Durante esa etapa, el intendente militar Osvaldo Cacciatore lo superpobló para erradicar las Villas de Emergencia de los lugares turísticos por donde pasarían los visitantes que llegaban al mundial de fútbol. Ese mismo intendente fue quien rodeó la Villa 15 con un muro para que no se la viera, construyó una autopista partiendo barrios a la mitad y rellenó lo que habían sido las playas de Puerto Madero con los residuos de esa construcción con objetivos inmobiliarios.
En los ’90s, el periodista José de Zer (nombre artístico de José Keizer) rebautizó el barrio mientras cubría un tiroteo entre policías y ladrones. de Zer le otorgó el mote de Fuerte Apache.
En Fuerte Apache-Ejército de los Andes-Padre Mugica, un pendejo… un gurrumín que no llega a los diez años juega con otros pibes y una caterva de adultos que juegan a ser un gurrumín que no llega a los diez años. L ríe y brillan sus ojos. Quizás esté flasheando que es un bailarín de tango, o el Hombre Araña de su gorra, o que es Messi, o médico, zapatero, astronauta, que vuela. O quizás simplemente sueñe que es el pibito que corretea por el patio de su colegio y sueña ser todo eso junto.
Leé otros microrrelatos con foto en Las acuarelas de Braude
