Noticias Falsas: ¿es Facebook un nuevo medio de comunicación?

20.01.2017

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En la nota anterior hablamos de la posverdad. La semana pasada Cristina Fernández de Kichner y Donald Trump volvieron sobre el tema en sus cuentas de Twitter. Cristina lo hizo criticando un post de Facebook y Trump a la CNN. Ambos usaron la misma palabra: Fake News. Las noticias falsas siguen en el centro del debate, aunque como ya vimos esto no es algo nuevo.Y si bien el origen de las Fake News son muy diversos todos apuntan en la misma dirección a la hora de señalar al responsable de su popularidad: Facebook. En esa red las noticias falsas parecen correr como reguero de pólvora. La pelea de fondo es: ¿por quiénes va a pasar la curación del material periodístico? ¿Algoritmos, editores humanos o ambos?

 

En septiembre de 2016, la empresa comandada por Marck Zuckemberg cerró la cuenta del escritor noruego Tom Egeland por publicar la mítica foto de “la niña del Napalm” tomada en el 72 por Nick Ut, fotógrafo de Associated Press (AP) y mundialmente famosa.

Las críticas tuvieron tal magnitud que Zuckemberg tuvo que salir a hablar y lo hizo a través de un Facebook Live junto a Sheryl Sandberg, algo así como su segunda en la empresa. Entre otras cosas dijo allí:

“Tenemos una gran responsabilidad de asegurarnos que estas herramientas sean utilizadas de forma beneficiosa, para gente de todo el mundo. Facebook es un nuevo tipo de plataforma, que no es una compañía tecnológica tradicional ni un medio de comunicación tradicional, sino que creamos tecnología y somos responsables de como se usa. No escribimos las noticias que la gente lee en la plataforma, pero al mismo tiempo sabemos que hacemos mucho más que solo distribuir esas noticias. Somos una parte importante del discurso público.”

Hay en estas palabras de Zuckemberg un cambio respecto a declaraciones anteriores donde negaba tajantemente que su empresa fuera un medio de comunicación. “Solo somos una plataforma” era la consigna. ¿Qué cambia si Facebook es un medio, una plataforma, una red social? La respuesta tiene implicancias legales, económicas y editoriales, entre tantas otras.

 

Lo legal: se pelean los abogados

Aquí la pregunta es ¿qué responsabilidad tienen redes como Facebook o buscadores como Google frente a lo que publican terceros? ¿Pueden dar de baja contenidos? ¿Bajo qué condiciones? ¿Cómo se defiende la libertad de expresión y cómo es el balance con otros derechos como el de la protección de la privacidad?

Hoy no hay una ley en Argentina que regule la responsabilidad de los Proveedores de Servicios de Internet (ISP) entre los que podrían encontrarse Google o Facebook, pero el debate aparece periódicamente en el Congreso y entre los actores interesados en el tema.

El abogado Fernando Tomeo señala: “El criterio imperante en Estados Unidos y en Europa es el de eximir de responsabilidad a la red social considerándose que la misma no actúa como autor ni como editor del contenido ilegal. El criterio no es unívoco en Europa ni tampoco en Latinoamérica”.

En Argentina el tema llegó a la Corte Suprema con el caso de la modelo Belén Rodríguez que aparecía en los buscadores asociada a páginas de pornografía. La Corte en fallo dividido estableció la responsabilidad subjetiva de los intermediarios. Es decir, deberían actuar en caso de ser notificados de que una publicación viola una ley. Ahora ¿quién establece que un artículo viola una ley? ¿Alcanza un pedido de un particular o tiene que haber una orden judicial?

 

En octubre del año pasado se organizaron en el Congreso de la Nación las jornadas “Libertad de expresión en Internet”. Allí Valeria Milanes, Directora de las Áreas de Libertad de Expresión y Privacidad de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC), señaló que una legislación sobre el tema de intermediarios debe ajustarse a los principios internacionales en materia de derechos humanos y señaló que el proyecto presentado por diputados de Cambiemos habilita mecanismos de notificación privada para la remoción de contenidos, lo cual entra en conflicto con los estándares vigentes.

Entre esos estándares están los que señalan las relatorías de la libertad de expresión de la Organización de Estados Americanos: “Los intermediarios de servicios de Internet, de acuerdo con la declaración, no deberán ser responsables por los contenidos generados por terceros y tampoco se les deberá exigir controlar el contenido generado por los usuarios. Solo serán responsables cuando omiten la exclusión de un contenido, en cumplimiento de una orden judicial legítima, proferida de conformidad con el debido proceso, y siempre que tengan la capacidad técnica para llevarlo a cabo. A los intermediarios se les debe exigir ser transparentes acerca de las prácticas en la gestión del tráfico o la información y no aplicar ningún tipo de discriminación en el tratamiento de los datos o el tráfico”.

El tema sigue abierto y el Congreso en algún momento deberá abordarlo.

 

Lo económico: se pelean los encargados de los negocios

Tanto la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) como la Asociación de Periodismo Digital (APD) plantearon el tema al discutir los alcances de la pauta oficial. Para ellos el estado no debería usar la pauta oficial para anunciar en Facebook y en Google porque no son medios de comunicación. Hay preocupación allí por el rol que Durán Barba, Marcos Peña y otros dirigentes del PRO otorgan a las redes sociales y a la inversión que esto significa en recursos humanos y materiales (163 millones de presupuesto anual según el diario La Nación). Si bien el Grupo Clarín ha sido el mayor beneficiado por la pauta oficial con el nuevo gobierno han crecido los montos destinados a las dos multinacionales.

No es la primera medida que toman las grandes empresas nacionales de comunicación. Imitando experiencias del hemisferio norte en el 2015 El Grupo Clarín, La Nación, Perfil, Telefé e Infobae habían creado la empresa RPA Media Place con el objetivo de disputarle la pauta privada a las mismas empresas. 

En el Digital Media 2016 LATAM que organizara en noviembre WAN-IFRA LATAM, la filial latinoamericana de la Asociación Mundial de Diarios y Editores de Noticias el tema estuvo presente constantemente mostrando una relación de amor-odio con las redes sociales que por un lado les generan tráfico a los sitios de noticias, pero sin darle respuestas al problema de la monetización.

 

Las preguntas que abundan en cada encuentro de medios, periodistas, editores son: ¿Facebook y Google son nuestros nuevos amigos que traen tráfico a nuestros sitios o son los enemigos a los que hay que pararle el carro? ¿Usamos o no usamos los Instant Articles de Facebook? ¿Para qué queremos más visualizaciones si no podemos monetizarlas?

Las respuestas están lejos de ser contundentes.

 

Lo editorial: algoritmos vs editores

Con los medios a la defensiva, muchas veces el arma a la que se recurre es el valor de la ética periodística y la importancia de los humanos para entender el contexto en el que se produce un hecho. La batalla se traslada entonces contra los algoritmos, ese fantasma del que se habla mucho y se conoce poco. ¿Es la batalla algoritmos vs editores humanos la que definirá el futuro de los medios? Desconfío de las profecías, pero el tema está.

En la cena de fin de año de ADEPA Daniel Dessein, su presidente, decía: “La generación de burbujas algorítmicas que fragmentan las audiencias a partir de la correlación de sus preferencias, prejuicios y concepciones ideológicas, junto con la diseminación de información no chequeada y de rumores, sin un contrapeso suficientemente potente de un debilitado periodismo profesional, tienen un efecto profundo en la calidad y en las perspectivas de continuidad de nuestras democracias. Entre el primero de agosto y el 8 de noviembre pasados, la cantidad de interacciones de usuarios con noticias falsas superó, en Facebook Estados Unidos, a las noticias chequeadas de medios periodísticos profesionales. Tres de los cinco contenidos con formato periodístico más compartidos, en Facebook Brasil durante el mes pasado, fueron noticias falsas”.

La periodista Hinde Pomeraniec expresaba en el diario La Nación frente a la censura de la foto de la niña del Napalm: “¿Fue efectivamente algo automático o fue pura ignorancia? ¿Fue una máquina o fueron empleados inexpertos? La fórmula de los enigmáticos algoritmos sigue siendo uno de los mayores secretos del siglo, hasta ahora todo es pura especulación y nadie sabe en concreto de qué modo se establecen esos códigos que adivinan nuestros gustos e intereses. Sin embargo, el gran inconveniente al hablar de censura en casos como éste es que Mark Zuckerberg no reconoce que Facebook sea un medio y por lo tanto no se somete ni a sus normas ni a sus usos y costumbres. Cuando se lo consulta, insiste en señalar que FB es una empresa de tecnología que construye las herramientas pero que no es responsable de los contenidos, algo cada vez más difícil de sostener. De hecho, meses atrás ex trabajadores de la compañía revelaron al sitio Gizmodo presiones en el área de «curaduría» de la sección Tendencias, que consistían en «inyectar» algunas noticias e ignorar otras, manipulando así los resultados por los que se guían hoy todos los medios del mundo. Es decir: el famoso «gusto de la gente» no sería una acción popular, espontánea y natural, sino una atrevida y sofisticada inducción sobre la base de determinados intereses. Nada muy original”.

 

Las preguntas que abundan en cada encuentro de medios, periodistas, editores son: ¿Facebook y Google son nuestros nuevos amigos que traen tráfico a nuestros sitios o son los enemigos a los que hay que pararle el carro? ¿Usamos o no usamos los Instant Articles de Facebook? ¿Para qué queremos más visualizaciones si no podemos monetizarlas?

Las respuestas están lejos de ser contundentes.

 

Lo editorial: algoritmos vs editores

Con los medios a la defensiva, muchas veces el arma a la que se recurre es el valor de la ética periodística y la importancia de los humanos para entender el contexto en el que se produce un hecho. La batalla se traslada entonces contra los algoritmos, ese fantasma del que se habla mucho y se conoce poco. ¿Es la batalla algoritmos vs editores humanos la que definirá el futuro de los medios? Desconfío de las profecías, pero el tema está.

En la cena de fin de año de ADEPA Daniel Dessein, su presidente, decía: “La generación de burbujas algorítmicas que fragmentan las audiencias a partir de la correlación de sus preferencias, prejuicios y concepciones ideológicas, junto con la diseminación de información no chequeada y de rumores, sin un contrapeso suficientemente potente de un debilitado periodismo profesional, tienen un efecto profundo en la calidad y en las perspectivas de continuidad de nuestras democracias. Entre el primero de agosto y el 8 de noviembre pasados, la cantidad de interacciones de usuarios con noticias falsas superó, en Facebook Estados Unidos, a las noticias chequeadas de medios periodísticos profesionales. Tres de los cinco contenidos con formato periodístico más compartidos, en Facebook Brasil durante el mes pasado, fueron noticias falsas”.

La periodista Hinde Pomeraniec expresaba en el diario La Nación frente a la censura de la foto de la niña del Napalm: “¿Fue efectivamente algo automático o fue pura ignorancia? ¿Fue una máquina o fueron empleados inexpertos? La fórmula de los enigmáticos algoritmos sigue siendo uno de los mayores secretos del siglo, hasta ahora todo es pura especulación y nadie sabe en concreto de qué modo se establecen esos códigos que adivinan nuestros gustos e intereses. Sin embargo, el gran inconveniente al hablar de censura en casos como éste es que Mark Zuckerberg no reconoce que Facebook sea un medio y por lo tanto no se somete ni a sus normas ni a sus usos y costumbres. Cuando se lo consulta, insiste en señalar que FB es una empresa de tecnología que construye las herramientas pero que no es responsable de los contenidos, algo cada vez más difícil de sostener. De hecho, meses atrás ex trabajadores de la compañía revelaron al sitio Gizmodo presiones en el área de «curaduría» de la sección Tendencias, que consistían en «inyectar» algunas noticias e ignorar otras, manipulando así los resultados por los que se guían hoy todos los medios del mundo. Es decir: el famoso «gusto de la gente» no sería una acción popular, espontánea y natural, sino una atrevida y sofisticada inducción sobre la base de determinados intereses. Nada muy original”.

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