Best of Enemies: el debate que marcó la historia

03.02.2017

Por

 

Si uno quiere entender el fenómeno Trump, el peso de los medios en su campaña y su apabullante éxito en la interna republicana, el documental “Best of Enemies” -disponible en Netflix- es un buen comienzo. 

En 1968, en plena Guerra de Vietnam, la cadena televisiva ABC contrató a dos pensadores con ideologías opuestas, William Buckley Jr. y Gore Vidal, para la cobertura de las convenciones republicanas y demócratas. Co-dirigida por Morgan Neville y Robert Gordon, “Best of Enemies” se adentra en los diez debates televisivos que se convirtieron en una batalla intelectual, marcando la era moderna del discurso público en los medios. Cargado de imágenes de archivo, junto con voces en off y testimonios actuales, el documental es tan entretenido como revelador. Porque los debates televisivos son espectáculos. Y nada mejor que un espectáculo bien contado.

Para el año 1968, ABC era la tercer cadena televisiva de noticias en Estados Unidos detrás de CBS Y NBC. “De haber habido cuatro cadenas, hubiésemos sido la cuarta” recuerda el director de ese entonces. Faltando poco para la cobertura de las convenciones de ambos partidos, las cuales se realizaban con días de distancia, la cadena necesitaba salirse del libreto. William Buckley jr y Gore Vidal, dos intelectuales públicos con ideologías opuestas, serían contratados para una serie de diez debates, moderados por el periodista Howard Smith pero con reglas y consignas prácticamente inexistentes. Vidal llevaría la ofensiva en la Convención Republicana en Miami, mientras que Buckley se defendería. La lógica inversa se repetiría en la Convención Demócrata de Chicago. ABC apostó a una riña de gallos, era la gran batalla intelectual que todos pagarían por ver. Pero si en las batallas debe haber un vencedor, sin duda lo fue la cadena televisiva.

Se detestaban, tanto en público como en privado. William Buckley jr y Gore Vidal representaban dos visiones antitéticas. Buckley fue uno de los pensadores que ayudó a moldear el movimiento conservador moderno. Algunos lo mencionan como el propio fundador. En su temprana edad creó la publicación “National Review”, icono de la derecha estadounidense, que luego iba a ser clave para impulsar candidatos republicanos. A través de sus columnas y visitas recurrentes en televisión, Buckley caracterizaba el pensamiento de la elite republicana, con lenguaje y estilo nunca antes visto. Una mezcla de intelectual público con showman televisivo (por lo último ya sabemos a quién nos hace acordar).  Gore Vidal era, en muchos aspectos, lo opuesto. Notablemente más serio y estructurado, Vidal era un escritor liberal, fascinado por la política y las discusiones públicas. Criado en el seno de una familia con antecedentes políticos -su padre había sido funcionario en el gobierno de Franklin D. Roosevelt- y pese a una candidatura al congreso frustrada, era uno de los intelectuales más aclamados dentro del Partido Demócrata. A diferencia de Buckley, Vidal estaba en contra de la Guerra de Vietnam. En tiempos donde nace el concepto de “Políticas de Identidad” -los 60’s fueron una época clave en términos de derechos civiles-, Vidal era un férreo defensor de las minorías. De Buckley no podemos decir lo mismo. A pesar de las claras diferencias políticas, los temas calientes del momento nunca fueron una discusión de fondo en los debates, tan solo una simple fachada.

El documental ofrece las imágenes archivo de cada uno de los debates, con clips cuya duración no excede los dos minutos. “Era un ataque personal constante” señala Gordon, uno de los directores. Chicanas con vocabulario sofisticado, utilizando las posiciones de uno y otro para prevalecer. Un verdadero juego de ajedrez. Vidal se había anotado hasta los insultos que iba a utilizar. Buckley contaba con su carisma como arma recurrente.

Los debates se van sucediendo, y en el intervalo Gordon y Neville ofrecen la recepción de uno y otro personaje. Las voces en off agregan los comentarios verídicos de Vidal y Buckley, interpretados por dos actores. La trastienda del show. Los biógrafos de cada uno, amigos y familiares aportan testimonios, mientras que los representantes de ABC de ese entonces analizan el impacto en los ratings que, por supuesto, se hace notar.

El 68 fue un año trascendental para la política norteamericana. Cuatro años antes, en 1964, había sido aprobada la “Ley de Derechos Civiles” que, tras años de discusión, fue consumada en la presidencia de Lyndon B. Johnson. “Creo que le acabamos de entregar el sur a los republicanos” le dijo Johnson a un colaborador cercano, horas después de firmar la histórica ley. En las elecciones de ese año, Johnson derrotó al republicano Goldwater con una amplia diferencia de sufragios. Goldwater, sin embargo, había sembrado la semilla de lo que luego se conocería como “Estrategia sureña” (o southern strategy). Nixon la iba a redefinir en el 68, para conquistar la Casa Blanca y comenzar con un ciclo de prosperidad para los republicanos, que vencerían en cinco de las próximas seis elecciones. Nixon emergió como candidato en la Convención Republicana del 68 en Miami. El Partido Demócrata se debatía en una interna feroz, que no iba a poder resolver hasta dentro de unos años. Su Convención, en Chicago, fue marcada por las intensas protestas contra la Guerra de Vietnam, las cuales fueron reprimidas por fuerzas policiales.

Pese al explosivo contexto, el documental no repara sobre lo que sucedía en ese momento; solo muestra algunos de los diálogos en los que Vidal defiende las protestas y Buckley el accionar policial. Si bien el moderador Smith insistía sobre estas cuestiones, Vidal y Buckley corrían el eje de la discusión. Quizás dejar afuera gran parte del contexto es una apuesta de los directores para reflejar el contenido de los debates. Pero solo el que esté familiarizado con la historia, logrará notarlo. De algo estamos seguros: el 68 fue clave para la política, y también lo fue para la televisión.

Ahora escúchame maricón, deja de llamarme cripto-nazi o te voy a pegar en tu maldita cara y quedarás enyesado” responde Buckley ante una de las acusaciones de Vidal. El clímax y el punto de inflexión de los debates coinciden con los del documental. Es hasta el día de hoy que se sigue recordando esa frase, aquella que marcó tanto los debates como el resto de la vida de los dos. Buckley queda notablemente afectado. El enfrentamiento adquiere niveles bizarros. Terminada la serie de debates, Buckley escribe una columna intentando limpiar su imagen; Vidal responde insinuando su homosexualidad. Buckley lo demanda; Vidal contesta con otra. El documental recorre los desenlaces de uno y otro personaje. Buckley, tras formar parte del ascenso de Reagan al poder, muere primero. El tenor del enfrentamiento hace que algunos soñemos con una reconciliación romántica. No pudo ser. “Descansa en el infierno” lo despide Vidal. La relación entre estos dos personajes es tan fascinante como el impacto de sus discusiones. La película logra capturarla.

Por momentos, sin embargo, el documental se vuelve tedioso. El ida y vuelta entre las imágenes archivo y los testimonios actuales duran demasiado. Las voces en off de ambos personajes ayudan, pero no logran contrarrestarlo del todo. El final termina reviviendo el film, otorgándole sentido y volviendo entretenido al relato. Justo ahí se termina de entender el impacto en la realidad, y nos revela el porqué de la película, que tardó más de 5 años en lograrse. Cierto es que para muchos ya había quedado implícito en el desarrollo, pero la exposición no arruina la trama. Todo lo contrario; es necesario.

Aaron Sorkin, guionista de “La Red Social” y “Steve Jobs”, adquirió los derechos del documental para seguir develando la historia entre Vidal y Buckley.  A Sorkin, quien ya había dado cuenta de la relación medios y política en su serie “The Newsroom”, le preguntaron si los medios actuales pueden aprender de estos debates de cincuenta años atrás. “Creo que ya lo han hecho -respondió-, la incivilidad da buenos ratings.” (Y eso que Sorkin no vio Intratables)

Para entender a Donald Trump, el peso de los medios en su campaña y su apabullante éxito en la interna republicana, “Best of Enemies” es un buen comienzo.

¿Se pueden debatir ideas políticas en la televisión hoy? ¿Cúal es el impacto en la discusión pública?

Robert Gordon y Morgan Neville sacan buenas conclusiones.

 

 

 

Leé también El triunfo del hombre superfluo 

Un volcán llamado Trump y el magma social

Trump, el tío facho que todos tenemos

 

 

Autor/a:

¡Compartir!
¿Te gustó? ¡Compartilo!

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *