El abrazo a las madres contra el 2×1 a los genocidas

12.05.2017

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Esta semana, Argentina volvió a gritar de dolor porque la Corte Suprema resolvió a favor del 2×1 en el caso del represor Luis Muiña que habilitó a otros genocidas pedir el mismo beneficio. El pasado 10 de mayo cientos de miles de personas abrazaron a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en un acto para repudiar el fallo y ratificar la votación unánime del Congreso que no admite el 2×1 en crímenes de lesa humanidad. Miles de pañuelos blancos con la frase ‘Ningún genocida suelto. No al 2×1’ fueron agitados por la gente que se acercaba a la plaza a favor de la memoria, la verdad y la justicia.

 

¿Qué es la Ley 2×1 y qué implica el fallo de la Corte?

“En el ´94 se creó la ley del 2×1 porque había una sobrepoblación carcelaria en prisión preventiva. La prisión preventiva significa que vos estás preso sin tener una sentencia. Para tratar de solucionar este problema, se creó el 2×1 que dice que si vos pasas más de dos años en prisión preventiva, se te computa cada día que pases en prisión. Es decir,  como dos de condena. Entonces, si vos cumplís dos años en preventiva y seguís un año más en prisión, ese año se te va a computar como si fueran dos de sentencia. Esto significa una reducción importante de la pena”, explicó Matías Werner, abogado penalista, a Pucheronews.

La ley del 2X1 estuvo vigente hasta el año 2001, cuando salió otra que la derogó. En el 2003, se declaró la nulidad de las Leyes de Obediencia Debida y Punto final. En el 2004, la Corte Suprema declaró que los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles.

A Luis Muiña lo condenaron cuando no estaba vigente la Ley del 2X1. La condena quedó firme en el 2013. La defensa de Muiña argumentó que como la pena por secuestros se extendió hasta el 2007, en ese transcurso de tiempo, desde que se cometieron los hechos hasta el año que se emitió la condena, estuvo vigente la ley penal más benigna, que fue el 2X1, entonces se debía aplicar. La Corte Suprema avaló el argumento porque en el Código Penal no se establece que ese beneficio no pudiera aplicarse para delitos de lesa humanidad.

 

Werner dijo a Pucheronews: “La disidencia, por el contrario, hace un análisis general de toda la legislación; dice que los delitos de lesa humanidad se tienen que declarar imprescriptibles, que no se le puede conmutar la pena o no se puede indultar o amnistiar. Y una organización que se dedica a investigar los delitos de lesa humanidad dice que se tiene que entender que, en este caso, la ley no se debía aplicar. Con más razón porque, cuando se cometió el delito y cuando se dejó de cometer, no estaba vigente la Ley del 2×1. Por lo tanto, lo que debía aplicarse es la pena normal, sin el beneficio del 2X1 ”.

También explicó que, por primera vez y en tiempo récord, se aprobó en el Congreso un proyecto que aclara ese ‘vacío legal’ que tiene la ley del 2×1. El poder legislativo por unanimidad sancionó un proyecto de ley que dice que la regla del 2×1 no se puede aplicar a los crímenes de Lesa Humanidad.  

El proyecto fue aprobado por los senadores el 10 de mayo, unas horas antes de que se iniciara la marcha para aplacar la bronca que generó el fallo de la Corte Suprema. El impacto en la población fue inesperado para el gobierno. Entonces, tuvieron que salir a buscar una solución para demostrar que su postura era contraria al fallo.

“En la historia, nunca hubo una marcha tan fuerte en repudio a una sentencia judicial. Es un dato importantísimo. A los jueces les significó cuatro presentaciones ante un tribunal internacional para que se declare que la Argentina no cumple frente a tratados internacionales. Les hicieron una denuncia penal y ya están presentados pedidos de juicio político”, explicó Werner.

 

Una plaza rebalsada de pañuelos blancos

Durante el acto en Plaza de Mayo, un hombre le dijo a su mujer: “Hoy es un día histórico. Así tenga que esperar que se vayan todos, yo quiero pisar la plaza. Mirá lo que es esto.”  El hombre se llama Martín. Frente a la pregunta de porqué sentía que era un día histórico, respondió: “Porque no hay una convocatoria a través de una bandera política. Es la gente que rechaza espontáneamente una medida que es absolutamente ridícula. Porque no hace falta especificar nada. Los crímenes de lesa humanidad no aceptan una reducción de pena, y el 2×1 es una reducción de pena”. Martín siguió camino junto a su mujer hacia la plaza.

Entre los muchos carteles, uno decía: “Tenemos memoria, decimos la verdad, reclamamos justicia”. Confirmaba así lo que expresaba Martín. Se trata de un pueblo que hace más de 41 años pide justicia. Un pueblo que no olvida a los desaparecidos. Un país que se une en el amor hacia las madres y les brinda su apoyo. Una sociedad que comparte su alegría y festeja con cada nieto encontrado y que aún llora a los muertos y desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar.  

Mirta Baravalle fue una de las primeras 14 madres que aquel 30 de abril de 1977 estuvo en la plaza frente a la Casa rosada y fue, además, fundadora de Abuelas. En una entrevista con Pucheronews recordó el comienzo de Madres de Plaza de Mayo. Ella había ido a pedir explicaciones por la desaparición de su hija embarazada y del yerno. Cuando salió de la casa de gobierno, se cruzó con otras señoras que ya estaban ahí. Le preguntaron que le habían dicho. Siempre era lo mismo: que se escaparon con sus novios, que estaban en busca de aventuras juveniles. Una de las mujeres le dijo «¿Ve?, nos dicen a todas las mismas: puros agravios». Una de esas señoras era Azucena Villaflor.

Con el correr de los días, Villaflor tuvo una idea. «Nos dijo que teníamos que ser muchos porque Videla nunca nos iba a decir a cada una por separado que le había pasado a nuestros chicos. ‘Si somos muchas, a lo mejor, Videla nos va a tener que contestar’. Entonces, empezamos a convocar gente para el 30 de abril.»

Mirta Baravalle. Foto: Macarena Gagliardi Cordiviola

Como regía el estado de sitio, no estaba permitido agruparse en lugares públicos. Hablaron rápido para intercambiar información antes de que los soldados con sus itacas las echaran. Al despedirse, se dieron cuenta que no solo todas eran mujeres sino que todas eran madres buscando a sus hijas e hijos desaparecidos. “Nosotras no dimos la ronda el primer día. Al segundo encuentro, cuando volvieron los soldados para corrernos, empezamos a caminar”. De a dos y tomadas del brazo para evitar la prepotencia de esos hombres armados dieron origen a la famosa caminata de las madres y abuelas por la Plaza de Mayo.

Después de 41 años de la última dictadura cívico-militar, las madres y abuelas siguen su lucha para mantener la memoria de un pueblo. Las mantiene en pie la fuerza que surge de la necesidad por saber la verdad: ¿Dónde están? ¿Qué pasó? ¿Quiénes fueron? ¿Por qué? Eran algunas de las preguntas que aparecían en cada encuentro. Preguntas que los militares nunca quisieron responder y siguen negándose a dar información, porque ellos saben dónde están los nietos que faltan, los cuerpos de sus seres amados .

Mirta se enfrentó a los militares en varias oportunidades mientras iba de un lado a otro buscando explicaciones. Durante la entrevista, recordó la conversación con un coronel: “Las armas las conocí, las conocimos, porque ustedes todos los días, por todos los barrios, andan con los camiones, armados con esas itacas. Ahí yo conocí las armas. Me respondió mientras se tocaba la sien: Su hija no tendría un arma en la mano pero tenía un arma más poderosa, la Idea.” Ella redobló la apuesta y le contestó: “Señor,  ¿por qué no tienen un arma más poderosa, con una idea mejor. Yo, señor, lo único que veo en ese uniforme es sangre”.

A lo largo de estos 41 años, las madres y abuelas tuvieron una idea mejor que le ganó a la dictadura: lograron el amor y la unión de un país en la lucha por los Derechos Humanos. Hicieron reaccionar a un pueblo que hoy no deja que se toque la memoria, que sigue buscando verdad y reclama justicia. Una sociedad que el pasado 10 de mayo en la plaza volvió a decir: Nunca Más.

 

Epílogo

Por primera vez, el miércoles 10 de mayo me acerqué a un acto convocado por Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Los motivos porqué no lo había hecho antes no vienen al caso. Sí contarles lo que sentí: amor, respeto, apoyo incondicional y fortaleza.

El amor de un pueblo a un grupo de madres y abuelas que se mantiene firme en su lucha y búsqueda por la verdad. Ellas, que defienden nuestros derechos hace 40 años y con firmeza reclaman cuando se cometen hechos de injusticia en lo que refiere a la historia y los Derechos Humanos. Un amor que se hace notar en el canto popular “Madres de la Plaza, el Pueblo las abraza”. Esas palabras resuenan en mis oídos desde la primera vez que las escuché y me vuelven a emocionar.

Respeto por una convocatoria multitudinaria. Una marcha pacífica, llena de de respeto mutuo, tanto en el momento de acercarse como en el momento de desconcentrar.

Cientos de miles de personas, pertenecientes a distintas agrupaciones y otras, sin bandera política, se acercaron con el único fin de brindar su apoyo incondicional a esas mujeres que se mantienen en la búsqueda constante de aquello que la dictadura les quitó: sus hijos, sus nietos, sus familiares, sus amigos.

La fortaleza de las Madres y Abuelas que, a pesar de los años, no dudan en organizarse y presentarse en la Plaza de Mayo cuando se atenta contra los Derechos Humanos y se pone en riesgo la tranquilidad de la población sin importar el gobierno de turno al que se enfrentan. También, la fortaleza del pueblo argentino, capaz de organizarse y fundirse en un gran abrazo a esas mujeres. Ese abrazo fuerte que las sostuvo y las sostiene hace décadas.

 

Fotos blanco y negro: Gonzalo García

 

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