#NiUnaMenos: un grito unánime en la diversidad

17.06.2017

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A diez días de la tercera movilización nacional #NiUnaMenos, algunos sectores acusaron al colectivo de «politizado y radical». Las varias mujeres que llevan riendas en el movimiento respondieron con una gacetilla de prensa clara: «Ni una menos no es una agrupación partidaria». La diversidad de voces que representa al colectivo feminista y a sus activistas parece afirmar que en la heterogeneidad y el respeto a lo otro está la potencia de un reclamo unánime. Aquí, esta crónica acompañada de las fotos de Gonzalo García, que revive los múltiples colores y tonos de la tercera convocatoria masiva #NiUnaMenos #VivasNosQueremos.

 

“Abajo el patriarcado que va a caer, va a caer” replicó un grupo de chicas en Callao y Corrientes mientras llevaban sus pancartas con diversas consignas feministas. En ese mismo momento, un grupo de mujeres de agrupaciones políticas inflaban globos de color negro, que representan el duelo por cada una de las vidas de mujeres que se perdieron a causa de la violencia machista.

Del otro lado de la calle, un grupo de mujeres trabajadoras del Hotel Bauen, salió riendo, aplaudiendo y cantando.

Todas estas mujeres tuvieron un punto de encuentro: el Congreso de la Nación, las coordenadas fueron una vez más Callao y Rivadavia, lugar donde se concentra para empezar el grito unánime de “Ni Una Menos”.

Con tres años de vida, la marcha en contra de la violencia de género tuvo particularidades este año: el evento dejó de ser un espacio inédito, desconocido para muchas y se basó más en los reclamos generales necesarios para la equidad.

Como el movimiento “no tiene un solo dueño” -dicen sus organizadoras-, los pedidos fueron amplios: desde aborto legal, seguro y gratuito, igual remuneración al trabajo, en contra el acoso callejero. Ley de paridad de género. Emergencia nacional por femicidios. Contra la trata y explotación sexual. Cupos trans, y también el pedido de libertad para la dirigente de la Tupác Amaru Milagro Sala y para Analía «Higui» Dejesús, quien acaba de ser liberada después de 7 meses de cárcel. Higui fue atacada por un grupo de hombres que la golpeó e intentó violarla por su orientación sexual y, al defenderse, mató con un arma blanca a uno de sus agresores. Fue detenida y aguardo presa el juicio oral en un proceso que, según denunciaron familiares y organizaciones que lucharon por su libertad, está repleto de irregularidades.

 

 

Las agrupaciones que participan fueron también variadas: desde mujeres que reclaman la posibilidad de desplazarse en espacios públicos sin sentirse amenazadas (tal es el caso de “mujeres sin freno” un grupo de ciclistas que afirman que día a día sufren amenazas y el acoso callejero), la agrupación “Historias desobedientes” que nuclea hijas de represores organizadas para exigir que sus padres, criminales de lesa humanidad, cumplan sus condenas. También se hizo escuchar el pedido de mujeres migrantes, denunciando ataques xenófobos, reafirmando la consigna de que migrar es un derecho humano.

La marcha se caracterizó por su diversidad, que deja ver un movimiento en crecimiento y evolución, instalado en la opinión pública, marcando agenda no solo a nivel nacional sino con réplicas en América Latina e, incluso Europa. Las críticas hacia al gobierno actual abundaron.

Las mujeres dejaron colores: el violeta con cintas reclamando en el Poder Judicial y en el Congreso mayor celeridad y perspectiva de género.

La furia del rojo de las agrupaciones de izquierda, reclamando equidad salarial, y reclamando al Estado mayor presencia en estos casos.

El verde estuvo presente, insignia característica de la campaña nacional por el derecho al aborto. El blanco de esperanza que algunas manifestantes espontáneas presentaron y el  negro de las fotos de víctimas de femicidios pegadas en las calles.

 

A pesar de las críticas de algunos sectores (o desde las redes sociales) tanto organizadoras como participantes coinciden en que es un reclamo político, necesario para despertar a un Estado que hoy no contiene a las mujeres frente a este flagelo.

Durante la noche y con una plaza colmada de gente, se podía apreciar un verdadero clima de unión, mujeres abrazadas, emocionadas, mujeres víctimas, familiares reafirmando su pedido de justicia. Con diversidad de reclamos pero un grito unívoco de seguir saliendo a la calle para gritar “Ni una menos”.

 

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