Negro Animal Tristeza

01.07.2017

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Negro Animal Tristeza es una obra de la dramaturga alemana Anja Hilling. Carla Llopis re-estrenó la obra en Buenos Aires: los sábados  julio a las 23hs. en Beckett Teatro.

 

Es un día oscuro, nublado y frío, ideal para una noche de teatro: Negro Animal Tristeza. El texto de la alemana Anja Hilling está lleno de particularidades, ideales para la experiencia académica. Sin embargo, la magia del teatro se impone gracias a la puesta en Buenos Aires de Carla Llopis. Al entrar, la música invita a un universo desconocido. La iluminación puntual; las estructuras y los objetos que componen la escenografía son ajenos,no permiten entrever lo que sucederá. Una vez en la butaca, el misterio por lo que vendrá invade al espectador.

Tres parejas en el escenario hablan de un paseo, del bosque. Están por cocinar. Una de las mujeres habla de su hija recién nacida, Gloria. Mientras cocinan, los personajes hacen confesiones ocurrentes y algunos comentarios sarcásticos. De pronto, se desata un incendio. A partir de ahí, deviene la tragedia.

Pero entonces, cuando está ahí, la catástrofe, cuando la frontera con la muerte se encuentra finalmente a una distancia mesurable, ya no hay horror… solo la calma. Y la contemplación de la belleza en plena frontera con la muerte.*

Negro Animal Tristeza alude a esas situaciones trágicas en las que el ser humano se vuelve animal. El sentimiento de pérdida es tal que los personajes pasan a ser entes sumergidos en depresión.

Los sucesos desencadenantes no se muestran en escena. A través del diálogo y las expresiones de los actores, el espectador puede imaginarse, e incluso sentir, lo que ellos están viviendo.

– ¿Qué es eso?
– ¿Qué?
– ¿Qué haces?
– Respiro…*

Cada movimiento del cuerpo actoral fue diagramado estratégicamente por Llopis. Los sonidos, como la apertura de latas, los materiales tanto sólidos como líquidos, y la estructura de madera que divide el espacio y genera recovecos aumentan el misterio; la incertidumbre crece dentro de la escena.

 

Los personajes transitan por diferentes niveles de oscuridad: gritos de una madre llamando a su hija, diálogos basados en la desesperanza, sentimiento de abandono, ausencia, miedo, dolor, pérdida y locura.

La performance de la obra además incluye danza. Los actores se desplazan y se mueven por el espacio de manera coreográfica. No rozan el suelo al caminar, flotan. Con fluidez, se desplazan sin límites dentro, fuera y sobre las estructuras.

En Negro Animal Tristeza, la fortaleza del texto se complementa a la perfección con la puesta en escena.

Puchero habló con Carla Llopis, la directora de Negro Animal Tristeza, sobre la obra:

 

¿Cómo llegó a vos este texto y qué es lo que te motivó a montarlo?

El texto me llegó por dos ex alumnos de la UNA. Me propusieron dirigirlo y, luego de haber escuchado de alguien, a quien respeto mucho en la disciplina del teatro, que esta obra no se podía hacer… decidí encararla. No por rebeldía, sino porque sentí que si algo no se podía hacer según el paradigma del teatro, era una invitación a hacer un teatro diferente. Como mi formación comenzó con la danza, no le temí a la abstracción, e intenté hacer una puesta con diversos lenguajes: texto, música y movimiento.

 

¿A qué desafíos te enfrentaste durante el proceso?

El primero fue la convocatoria de actores, que tenían que tener la edad que pedía el texto. Y la continuidad en el trabajo se hizo muy difícil, ya que no contábamos con financiación, y algunos se iban quedando en el camino.

Respecto del trabajo en sí mismo, tuve que descomponer el texto en sonoridades, para salirnos de su narración trágica, y comenzar de cero. Caminar en un estado suspendido en el tiempo, respirar como si no hubiera más oxígeno, realizar acciones que no fueran equivalentes a lo que se decía, sostener el dolor sin expresarlo.

Una vez que tuve claro por dónde íbamos a contar la historia, encontré una ductilidad asombrosa en los actores, y me dispuse a armar el equipo de trabajo con quienes culminaron todo el proceso, que fueron el iluminador, la escenógrafa y el músico.

 

¿Viviste alguna situación parecida en tu vida?

Ni de cerca. Sólo tuve que pensar e imaginar cómo una situación nos convierte a todos en animales que se aferran a la vida.

 

¿Qué mensaje querés transmitir con la obra?

No sé si hay un mensaje. Tal vez confío más en lo que mueve la experiencia teatral, ese encuentro en el que todos vivimos una construcción ficcional que nos afecta más allá de lo que produce el relato de la obra. Creo que desde siempre lo que quise es decir que se puede hacer teatro más allá de las normas, de las convenciones, de los lugares comunes. Y esta obra ha sido una maravillosa oportunidad para crear una experiencia teatral diferente.

El grito no te despertó por fuerte o estridente. Te despertó porque conocía un callado camino, un atajo a tus entrañas. Tenés un presentimiento. Pensás nada será como era antes, pero no estás seguro.

Termina la función; un sentimiento de desesperanza se respira en el aire. Queda la sensación de vacío por los personajes rendidos ante la tragedia. El panorama quedó negro, el ser humano pasó a ser animal en una realidad llena de tristeza.

 

*Fragmentos del texto Negro Animal Tristeza, Anja Hilling.

 

 

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