06.07.2017
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Hablar hoy de Edward Snowden, el testigo que divulgó la secreta red de vigilancia orquestada desde la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, no resulta novedoso. Cinco años atrás, sin embargo, representaba toda una revelación. Laura Poitras, realizadora de los documentales sobre el 9/11 My Country, My Country y The Oath, intentaba completar su trilogía sobre los atentados cuando Snowden apareció en su vida. Estrenado en el 2014, el documental Citizenfour se adentra en una historia contada por su protagonista. Una historia que bien podría ser de ciencia ficción. Pero no lo es.
El testimonio ofrecido por el testigo a Poitras y dos periodistas, primero con mensajes encriptados por correo electrónico y luego cara a cara, generaron un impacto internacional del que se siguen percibiendo los coletazos. Se demuestra que el capitalismo, desde sus centros neurálgicos, continúa con su plan de control. No se trata solo de un problema de invasión a la privacidad de las personas. Se trata, por sobre todas las cosas, de cómo anticipan los movimientos de todo aquel que en forma individual o colectiva se atreva a poner en jaque su dominio. Citizenfour, como se hace llamar Snowden, no es más que un engranaje en una maquinaria que luce destartalada gracias a sus propias contradicciones. A él, a Snowden, le bastan un par de declaraciones y un micrófono para ponerla en evidencia.
En el comienzo del film, Poitras se presenta como una perseguida política. Cuenta sus problemas con la ley en EEUU por sus películas previas sobre el 9/11. En esta, la que completa la trilogía, intenta contar su historia como si fuera un thriller. El estilo Cinema Verité escogido, que intenta generar sensación de algo vivo, en tiempo real, la ayuda en la empresa. Cuando se prepara para avanzar con su idea de investigar las comunicaciones en EEUU, aparece Citizenfour. Con mensajes encriptados, el sujeto anónimo comienza el contacto. Explica sobre el peligro de servicios de inteligencia manejando nuestras vidas. Servicios que ponen en peligro la democracia, la paz mundial, explica. Para seguir el hilo hay que estar avispado. Se habla de nuevas tecnologías con terminología algo especializada. En síntesis, la directora se encuentra con lo que sospechaba: luego del atentado a las torres gemelas, la NSA, Agencia de seguridad estadounidense, encuentra la excusa perfecta para construir todo un sistema de interceptación de las comunicaciones a nivel mundial.
Luego de las primeras conclusiones, la directora consigue armar una cita con el testigo, pero esta vez en persona. El lugar: Hong Kong. Allí viaja, cámara en mano, junto a dos periodistas. Y allí consigue el testimonio que apenas horas más tarde viajará por el mundo entero. Face to face, Snowden se muestra como un muchacho algo ingenuo, con una audacia que no encuentra razones sólidas para sostenerse. “Hay que equilibrar el poder entre los ciudadanos y el gobierno. Por eso me decidí a contar todo esto”, es su explicación. Confiesa que la NSA junto al FBI han armado toda una infraestructura en EEUU y el mundo para interceptar cada comunicación digital. Saben todo lo que hacemos, qué compramos, cómo pensamos, a quien vemos. La vigilancia masiva puesta en funcionamiento por un poder central omnipresente. Al lado, 1984 de Orwell es un poroto. Mientras hacen la entrevista, con los periodistas y la directora, vemos el reporte por la CNN en tiempo real. “Microsoft, Yahoo, Google, Facebook intervenidas por NSA y FBI”, titulan. “Rastrean todo: imágenes, fotos, textos, mensajes”, completa la señal de noticias. Snowden lo mira por la tele. También se cruzan imágenes de archivo en las que diversos funcionarios, entre ellos el propio Obama, niegan cualquier intrusión oficial en la órbita de las comunicaciones privadas. Hacia el final del documental, la discusión sobre la propia seguridad del confesor deriva en asilo político, con abogados y personalidades, entre ellas Julian Assange, involucradas en su defensa.
Resulta curioso ver en estas lides a los mismos que definen sus bombardeos e invasiones masivas como cruzadas “por la democracia y la paz mundial”. Ver a aquellos que luchan incansablemente contra las dictaduras de aquí y allá diagramando un sistema perverso para fisgonear a propios y extraños. Defensores de la República que ponen en juego todas las libertades individuales y colectivas.
Al terminar de ver Citizenfour nos sentimos sumergidos en la atmósfera del recordado Fahrenheit 451. En el libro de Bradbury, sus protagonistas debían memorizar los libros que una sociedad opresiva mandaba quemar para que sus ciudadanos no tuvieran la posibilidad de pensar y así revelarse frente al sistema. En nuestro tiempo parecemos obligados a una liturgia similar. Recordar, sin dejar rastro, nuestros movimientos y conversaciones y solo compartirlas en círculos íntimos. Claro, con un detalle, la magistral lección de Bradbury era pura ficción. Esto, por el contrario, es realidad en extrema pureza.
FICHA TÉCNICA
Dirección: Laura Poitras
Producción: Laura Poitras; Mathilde Bonnefoy; Dirk Wilutzky
Guión: Laura Poitras
Protagonistas: Edward Snowden; Glenn Greenwald; William Binney; Jacob Appelbaum; Ewen MacAskill
Para verlo con subtítulos en español clickeá acá
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