17.08.2017
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Las elecciones de «La Gran Provincia» siempre fueron -y serán- la madre de todas las batallas. No solo por tener figuras de peso nacional compitiendo localmente sino por ser la primera elección en la que la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner se mide luego de su holgado triunfo con el 54% en 2011. Además, lo hace en uno de los distritos clave a nivel nacional y donde gobierna actualmente la figura con mejor imagen del oficialismo, la gobernadora María Eugenia Vidal. En esta segunda entrega, Gendler se adentra en el distrito clave de las elecciones.
- Esta nota es la segunda parte de Elecciones 2017: una batalla abierta
Tras el triunfo de Macri en 2015, Cristina se retiró a cuarteles de invierno sembrando la duda sobre su futuro: si tomaría un rol opositor más alejado de las canchas electorales como parecía, o si -como efectivamente resultó- se presentaría como candidata y qué resultados daría esa candidatura en un panorama complejo con ella ya fuera del gobierno.
El empate técnico no era un resultado esperable de antemano -amén de algunas pocas encuestas. Decimos empate ya que aún falta contar casi el 5% de los votos con una diferencia de tan solo 7 mil votos en el distrito más habitado del país, lo que no permite fácticamente hablar de un triunfo del candidato de Cambiemos, Esteban Bullrich, ni tampoco de un triunfo de tendencia estadística, de CFK.
Desde el inicio de la campaña, se habló del “piso alto pero techo alto” de CFK, que rondaba al treinta pico por ciento. Por lo tanto, el 34,11% obtenido el pasado domingo está dentro del margen de lo esperable en términos prácticos.
El foco de la nota es principalmente el resultado conseguido por Bullrich ya que logró superar las expectativas previas empatando (34,19%) con la ex presidenta a pesar de su enorme nivel de desconocimiento y sus reiterados exabruptos discursivos. El empate muestra la consolidación del sello Cambiemos, más allá del candidato. Así lo mostraron durante la campaña los spots en los que la figura principal fue la gobernadora Vidal y no el primer candidato a senador.
Muchxs votaron a favor de Cambiemos o de Vidal como forma de ratificar la gestión, o en contra del potencial ‘retorno’ de la ex presidenta. Sin embargo, el empate con CFK se explica por la consolidación del sello «Cambiemos» y por otros dos motivos:
- La presentación como candidato de Florencio Randazzo restó un porcentaje de votos afines a CFK que, perfectamente, podrían haberle dado una victoria -más allá de toda especulación respecto a los tiempos del conteo de votos. El perfil de votante del espacio CUMPLIR del ex ministro de transporte es similar al de CFK. Aunque incluye un pequeño número de votantes que jamás podrían votar a CFK, en su mayoría simpatizan con ambos pero optaron por Randazzo con la idea de una renovación.
- La abrupta caída de los votos a Sergio Massa y de su propuesta de “ancha avenida del medio”. Massa logró el 43,95% en 2013 y en las presidenciales de 2015 llegó a un 21,39%. Sin embargo, ahora decanta un 15,53% que lo deja bastante lejos de la competencia entre Cambiemos y Unidad Ciudadana. La caída entre 2013 y 2015 se debe a que aún no había una oferta electoral directa del PRO; mientras que en 2015 con la figura de Vidal, muchos de sus votos viraron hacia Cambiemos -los votos de Massa fueron el principal insumo de Macri para vencer a Daniel Scioli en aquellas presidenciales.
Entonces, la polarización jugó a favor de Cambiemos. Muchos votos de Massa en 2015 fueron en las PASO 2017 a favor de la coalición del gobierno nacional, logrando el empate entre CFK – Bullrich y, acaso, haciendo peligrar cualquier ambición presidencial en 2019 del ex intendente de Tigre.
La alianza con Margarita Stolbizer no dio los frutos esperados. Se puso en evidencia que la mayoría de los votos en 2009 (21,4%) y 2013 (11,71%) no eran “suyos” sino de la UCR-progresista que hoy se encuentra mayormente dentro de Cambiemos.
De los espacios no nombrados, solo el FIT logró pasar el piso de las PASO junto a los partidos/alianzas. A nivel senadores (3,38%) y diputados (3,63%) se ve una pequeña caída respecto a las elecciones legislativas del 2015 (4,46%) pero con perspectivas de ampliar este caudal traccionando votos de otros espacios similares que quedaron fuera de las PASO y quizás de algunos descontentos de 1País y CUMPLIR que hayan quedado desencantados con el espacio que votaron y no deseen recaer en la polarización CFK-Cambiemos.
Mirando hacia octubre
Cambiemos necesita consolidar los votos obtenidos y ampliarlos para tener una victoria con todas las letras. El principal objetivo será invitar, nuevamente, a los votantes de Sergio Massa -que nada simpatizan con la ex presidente- a derrotarla.CFK sabe que los votos con los que cuenta son los propios de ese tan mencionado “piso-techo” y saldrá a buscar los votos de Randazzo, los votantes de Massa menos simpatizantes con Macri y de todas las fuerzas políticas que quedaron fuera de las PASO. La invitación a “ponerle un freno efectivo a Macri” será el caballito de batalla.
1País deberá preocuparse por retener sus votos para asegurarse al menos que ingresen sus candidatos a diputados y legisladores provinciales. Es difícil ver cómo podría lograr aumentar su caudal electoral, ya que los votos de CFK y de Cambiemos difícilmente irán a él.
Randazzo, similar al caso Massa, deberá intentar retener sus votos para asegurar sus diputados y sacar cierta tajada de los votos potencialmente huidizos del tigrense. No parece tarea sencilla.
El FIT, además de intentar hacerse con los votos similares que quedaron fuera de las PASO, apuesta por ser una oposición real a Macri y atraer a los desencantados. Podría conseguir su objetivo de obtener un diputado. Para Provincia de Buenos Aires, nada está dicho.
Lo que reste de aquí a octubre dependerá tanto de las distintas estrategias de los diversos espacios políticos como también del contexto económico, político y social de nuestro país, que siempre puede traernos sorpresas.
En todo caso, al menos hoy, es una batalla abierta.
Lee la primera parte de la nota acá
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