22.08.2017
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Cada tres horas en Argentina nace un bebé de una niña entre 10 y 14 años según UNICEF. El informe revela que, en la mayoría de los casos, son víctimas de abuso. La falta de educación sexual y la marginalidad son las principales causas de esta situación.
El viernes 11 de agosto por la noche mi editora de Univision Noticias me contactó para pedirme una nota sobre la nena de 10 años que fue violada y se encuentra embarazada producto del abuso. Apenas leí su whatsapp, dejé lo que estaba haciendo y me puse a buscar. Me encontré con que las nenas abusadas eran dos, no una.
En la provincia de Mendoza, tierra del famoso vino Malbec, se habían dado a conocer en un lapso de 24 horas dos casos de embarazo por violación a menores. Una de 10 y otra de 11 años, las nenas tienen embarazos tan avanzados que no se puede realizar el aborto no-punible.
Lo primero que sentí al leer la noticia en diferentes medios locales fue que los rasgos humanos estaban al servicio del amarillismo de la nota. Había una falta de coraje en decir las cosas por su nombre y algunos datos resultaban tendenciosos -transformando enseguida los artículos en morbosos.
Para mí, el foco de estos casos debe estar en la responsabilidad de los adultos, en todas las instancias, frente al abuso infantil.
Las palabras y los casos
La menor de 10 años fue violada por el tío de 23 en la casa donde viven en las afueras de la capital mendocina. El hombre se encuentra detenido, acusado de abuso sexual agravado por vínculo. El caso se volvió público cuando, hace una semana, la niña manifestó dolores abdominales y la llevaron al hospital. «Claro, eran las contracciones típicas de los 8 meses de embarazo», me dijo Raquel Vivanco -coordinadora nacional del Movimiento Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá).
CONTRACCIONES, esa palabra no aparecía en casi ninguno de los reportes mediáticos. Pero estaba presente el dato de que la niña pertenece a una familia boliviana.
Enunciar que los dolores de la nena son contracciones es visibilizar. «Una niña llega a un embarazo de 8 meses sin que ningún adulto observe cambios en su físico ni perciba la situación que atraviesa. O sea, fue víctima de un abuso y fue víctima de la invisibilización del conjunto de la sociedad y de las instituciones a las que ella pertenece», dijo con indignación la candidata a diputada de Libres Del Sur.
El segundo caso de embarazo por violación fue en Valle de Uco. La información es poca porque rige el secreto de sumario en la causa, según la Secretaría de Información Pública del Poder Judicial de Mendoza. Sin embargo, se filtró que se presume responsable al padrastro de la niña y estaría también detenido.
De eso hablan la mayoría de los medios. Pero Zulema Usach en El diario Los Andes dice todo: no son casos aislados en Mendoza, fueron casi 80 las niñas violadas en 2016. Habla de la infancia truncada y los derechos vulnerados. Dice embarazo, parto, puerperio. NOMBRA las cosas.
Cuidado integral
Más allá de la conmoción mediática, hay muchos factores a decidir para detener el calvario de una menor abusada.
En los últimos años se han creado leyes que buscan extremar estos cuidados. La Ley de Protección Integral a las Niñas, Niños y Adolescentes preserva la identidad de las nenas ys us familias, así como los datos médicos.
En 2012, un fallo de la Corte Suprema autorizó la interrupción del embarazo de una adolescente violada por su padrastro en la provincia de Chubut. Desde entonces, el aborto es no punibleen estos casos. Pero no siempre es viable. Interrumpir los embarazos de las menores mendocinas sería arriesgado porque ambas están muy cerca de la fecha de parto. «Abortar pondría en riesgo la salud de la menor, y nosotros debemos velar por la integridad física y psíquica de la víctima», dijo el Procurador de Mendoza, Alejandro Gullé. «Se realizará una cesárea antes de término porque sería una barbaridad inducir el parto biológico», especificó Vivanco que es asesora nacional en derechos humanos de la mujer desde 2007.
En Mendoza actualmente, el estado acompaña bien estas situaciones tan delicadas. En los casos en que el bebé nace, se suele dar en adopción. Pero en un país católico y conservador, muchas veces las menores son obligadas a criarlos. Vivanco comentó: «Hay casos en los que nos encontramos lidiando porque el Estado no interviene inmediatamente por las presiones de la Iglesia. Entonces, esas niñas tiene que parir y tener a su hijo producto de una violación».
La sociedad toda y, en particular, el entorno inmediato de los menores abusados tienen una gran responsabilidad. «Una niña llega a un embarazo de 8 meses sin que ningún adulto observe cambios en su físico ni perciba la situación que atraviesa”, cuestionó la coordinadora del movimiento feminista sobre el caso en las afueras de la ciudad de Mendoza. «Eso es lo más preocupante: no la vieron en el núcleo familiar, no la vio un vecino, no la vieron en la escuela. O sea, fue víctima de un abuso y fue víctima de la invisibilización del conjunto de la sociedad y de las instituciones a las que ella perternecía.»
Gullé afirmó que el abuso sexual agravado es más corriente de lo que se cree -incluso en clase media y media alta. «Lo que pasa es que se calla.» Los motivos son variados. En los estamentos sociales más vulnerables prima la falta de información; en las clases educadas, el temor al desprestigio.
Vivanco y el procurador mendocino coincidieron en que el silencio es el peor enemigo para combatir el abuso sexual infantil.
«Este silencio, esta invisibilización ante violaciones a los derechos son el resultado de una cultura de desigualdad», afirmó la dirigente de MuMaLá.
¿Qué podemos hacer para prevenir el abuso infantil?
«El tema del abuso sexual es un delito que casi no se puede prevenir. No depende solo del sistema judicial sino también de una cuestión educativa», dijo el procurador mendocino Gullé, quien defiende fuertemente la educación sexual en las escuelas. «No es meramente un tema que deba restringirse al seno familiar. Cuanto más temprano podamos educar a nuestras chicos en las escuelas enseñándoles el valor y el respeto de su cuerpo, más vamos a lograr prevenir la afectación por parte de terceros sobre ellos».
Las niñas, los niños y lxs adolescentes tienen derecho a conocer sus derechos en términos de que nadie pueda invadir su intimidad. Sin embargo, un informe elaborado por las integrantes de MuMalá muestra que el 70% de los jóvenes desconoce que existe la Ley de Educación Sexual Integral. Y los pocos que tuvieron alguna clase en el secundario fue, mayormente, en la materia biología sobre salud sexual y reproductiva.
«Más o menos, todas las culturas de alguna manera avalan silenciosamente la violación para con las mujeres y sus derechos. La educación es central y determinante para producir un cambio cultural», concluyó Vivanco.
Las y los jóvenes lo están pidiendo: el 99% de las chicas y chicos encuestados ve necesario recibir educación sexual integral en la escuela.
«A pesar de las leyes, las conquistas del movimiento de mujeres y los avances para concientizar a la sociedad en temas de género, hay toda una cultura -todavía hoy en el siglo XXI- que ve a las mujeres y a las niñas como objetos de uso, abuso y desecho», dijo Vivanco.
Son 2.787 nenas por año las menores que dan a luz en Argentina y en la mayoría de los casos son víctimas de abuso según dijo Florence Bauer, representante de UNICEF en Argentina, a un medio local.
Son 2.787 nenas por año invisibilizadas por la sociedad.
El problema del abuso
Cultura: hay comunidades donde el incesto es aceptado y naturalizado. «En estos casos, los adultos creen que tienen derecho sobre el cuerpo de los hijos u otros menores de la familia», definió Gullé.
Educación: a pesar de la Ley Nacional de Educación Sexual Integral vigente, los jóvenes reciben solo 2 horas de educación sexual por año en la ciudad de Buenos Aires acorde a datos de MuMaLá.
Vulnerabilidad: en muchos casos, las menores pertenecen a sectores pobres con mayor vulnerabilización de sus derechos.
Línea gratuita nacional para denunciar abuso sexual infantil en Argentina:
0800-222-1717
Profesionales especializados todos los días, las 24 hs.
No hace falta ser familiar para denunciar.
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