Cuca, luces y sombras de un gran entrenador

31.08.2017

Por

 

Atlético Mineiro, uno de los clubes de fútbol más importantes de Brasil, ganó la Copa Libertadores de América en 2013. Fue el mejor equipo y, más allá de los jugadores, el DT fue clave. Una historia de vida increíble.

 

¿Las atajadas de Víctor? ¿La creatividad del artista Ronaldinho Gaúcho? ¿Los goles de Jô? ¿Las incursiones picantes de Diego Tardelli y de Bernard? En partes. Aunque tuvo un conjunto de figuras, la pieza fundamental de Atlético Mineiro fue el orientador táctico: Cuca, quien tiene una vida de película

 Primero fue jugador. Y los técnicos que lo tuvieron veían deslumbrados la capacidad de análisis de los rivales y de los propios compañeros que él tenía. Era un DT dentro de la cancha y con proyección en la conducción fuera de ella.

 En 1997, un hecho extra futbolístico lo marcó de por vida. Su padre había sido internado para ser operado del corazón. Luego de seis horas de angustia y ansiedad, el cirujano le dijo: “La operación de tu padre fue un éxito y, para que te quedes tranquilo, te cuento algo más: 97 de cada 100 pacientes se rehabilitan bien y siguen con la vida normalmente”. Cuca se fue feliz a su casa. Al día siguiente, regresó al sanatorio en donde estaba su papá. El médico que le había dado un pronóstico favorable, sentenció la peor noticia: “Tu padre murió”. Cuca quedó inmóvil, sin poder creer que su papá formó parte del 3% de los pacientes que muere.

 

“A la mierda con los números”

En 2009, otro club, Fluminense, lo contrató. En la fecha 27, y según la matemática, el equipo tenía un 99% de posibilidades de caer a la Serie B. Cuca se acordó de su padre e íntimamente pensó: “Hay que intentarlo, a la mierda con los números”. Fluminense ganó 7 juegos, empató 4 y no perdió ninguno en los últimos 11. Se salvó por un punto porque antes de esa racha, en los 27 partidos restantes, el equipo fue un verdadero desastre. Cuca motivó a los jugadores, les dijo que la hazaña futbolística era posible y… les contó lo que había sucedido con su progenitor.

 En la Copa Libertadores, el mundo se sorprendió cuando en la primera final ante Olimpia, en Paraguay, Cuca sacó a Ronaldinho promediando el segundo tiempo. La vida había forjado un carácter y una personalidad a prueba de todo en Cuca. Respondió, sincero, ante los periodistas que lo criticaban por tal decisión: “Lo vi mal, no estaba jugando bien y yo quiero lo mejor para el equipo. Por eso lo saqué y busqué una alternativa mejor”. El tiempo le dio la razón. En los partidos de vuelta con Newell’s y Olimpia, él cambió el rumbo de las series con los cambios. No le tembló el pulso para sacar a los más hábiles y poner a otros que, sin tanta técnica, tenían sed de ganar. Salió campeón. No le sobró mucho, pero fue el mejor conjunto de la Copa Libertadores. Los jugadores fueron importantísimos. Pero Cuca también. Mucho. No es extraño que todo el plantel lo elogiara a él, el DT de la lucha y de la personalidad, luego de alcanzar la gloria.

 

Discursos

En 2016, Cuca declaró fuertel. Luego de que su equipo quedara afuera de la Copa Libertadores, el estratega sentenció: “Quedamos eliminados, es verdad. Estamos tristes y decepcionados. Pero seguro vamos a salir campeones de Brasil”. Una declaración que parecía temeraria, ya que el torneo no había empezado y el país vecino siempre tiene una docena de candidatos al título (Fluminense, Flamengo, Gremio, Atlético Mineiro, San Pablo, Cruzeiro, Corinthians, Internacional, Santos, Botafogo y Vasco). Sin embargo, en diciembre, el conjunto de casaca verde se coronó campeón después de 22 años de sequía. En algunas oportunidades se lo consultó sobre la política, aunque Cuca gambeteó, siempre con una distinguida elegancia, dar alguna respuesta certera a los medios, más allá de ciertas generalidades expuestas, todas de sentido común. “Prefiero hablar de fútbol, que es lo que conozco. Además no quiero condicionar a nadie”. 

 

La mancha

En 2011, cuando dirigía a Cruzeiro, se le saltó la cadena. Su conjunto perdía con Once Caldas, luego de haber finalizado como el mejor primero en la fase de grupos, y quedaba eliminado. Frustrado, cuando Wason Rentería fue a buscar una pelota que se había ido afuera, Cuca lo agredió. Se puede ver el video de esa acción, totalmente repudiable. Luego se disculpó: “Quien cometió el error fui yo. A pesar de estar en mi área técnica, cuando vi a Rentería viniendo hice un movimiento de autodefensa y terminé golpeando al muchacho. No tuve intención de herirlo y hablé con él. Le pedí disculpas y reconozco mi error».

Cabulero extremo. Además de ser más tacticista que amante del ‘jogo bonito’, Cuca tiene una especie de devoción por las cábalas. Alcanza con un breve repaso para certificarlo. Entre ellas están: entrar a la cancha con el pie derecho, hacer que el micro entre de culata (cuando la delegación llega a un estadio), tener en el vestuario un pequeño altar con varios santos, usar una remera con la imagen de una Virgen, en la cual él cree muchísimo. Y la más disparatada: en un vértice del ‘corralito’ del banco de suplentes, hace poner tres vasos de agua en forma de triángulo. Cuando los termina de tomar, durante el partido, un ayudante está atento a cuando los vasos quedan vacíos, ¡para reemplazarlos y ubicarlos en los mismos lugares por otros tres llenos!

 

Lee la columna Deporte con otros condimentos

Autor/a:

¡Compartir!
¿Te gustó? ¡Compartilo!

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *