De la gloria a las calamidades

07.09.2017

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Vanderlei Luxemburgo, único técnico que ganó cinco veces el Brasileirao, la liga de fútbol brasileña,  entró en una caída deportiva y de actitudes indebidas. ¿Metáfora del PT, el partido político de Lula?

 

Inicio glorioso

Vanderlei Luxemburgo tuvo una fugaz carrera como futbolista. En 1983 empezó el recorrido como DT en el modesto Bragantino. Y tiene una estadística muy positiva, que lo posicionó como uno de los mejores entrenadores de Brasil. Irrefutable, es el único orientador táctico que obtuvo cinco veces el título de la primera división en aquel país (1993 y 1994 en el Palmeiras, con las figuras de Rivaldo, Flavio, Djalminha, Muller y Luisao; 1998 en el Corinthians y otro doblete con el Cruzeiro en 2003 y 2004). Actualmente está en el Sport Recife, un conjunto mediano del fútbol brasileño. Histriónico, carismático, siempre se le destacó la capacidad de transmitir el mensaje de su idea futbolística a los sucesivos planteles que dirigió.

Al ser una persona que genera mucha empatía, Luxemburgo no se inquietó nunca a la hora de expresar su orientación política. Afiliado al Partido de los Trabajadores (PT), se lo puede ver en la web en varias fotos y  actos protocolares que siempre estuvieron, están y estarán entre la política y el fútbol, con el ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva. Las sonrisas son una marca indeleble de esos encuentros. Este año, en una causa por un supuesto tráfico de influencia en la compra de aviones, Lula citó, en una larga lista de apellidos, al DT para dar un posible testimonio para su defensa. Ante la primera postulación de Dilma Rousseff a la presidencia, el entrenador marcó: “Voto a Dilma. Soy consciente que hay problemas en nuestra nación, aunque creo que lo mejor es la continuidad del PT. Brasil avanzó mucho en los últimos años. Hubo un gran crecimiento. Cambiar ahora sería muy ruin”. 

La caída

Pero desde 2005 empezó una racha de frustraciones futbolísticas, de actitudes antideportivas y de conductas polémicas. Estuvo, en ese 2005, dirigiendo al mismísimo Real Madrid. Sin embargo, la nula cosecha de campeonatos provocó que diez meses después de haber asumido el cargo fuera despedido. Además, fue duramente criticado en España porque lo que en Brasil había funcionado a la perfección en la parte táctica, terminó siendo un fiasco en el Viejo Continente: el cuadrado mágico se desplomó como un castillo de naipes debido a que el 4-2-2-2 dejaba muy descubiertas las bandas en el mediocampo, dejando vía libre para que ataque el rival.

 

Regresó a Brasil. Luego de ‘chocar’ de frente al Santos y al Palmeiras, volvió al lugar en donde Pelé fue ídolo absoluto, al Santos. Allí hay un dato que muestra la pérdida de visión de Luxemburgo: empezaba a dar los primeros pasos un joven que prometía: Neymar. En una decisión insólita, en lugar de elegir al crack que juega actualmente en el PSG de Francia, se inclinó por el ignoto Felipe Azevedo. Las frustraciones siguieron. El Atlético-MG lo destituyó por los paupérrimos resultados y el Flamengo también lo despidió porque estaba peleado, en un claro choque de egos, con la figura estelar del equipo, Ronaldinho Gaúcho. También el breve lapso (dos años) por el seleccionado de Brasil fue una mancha negra, la más importante, en su currículum. 
  
En 2013, ya en el Gremio, generó un escándalo que vio el continente: luego de que el equipo eliminara al Huachipato por la Copa Libertadores, empezó de manera poco profesional a burlarse de los rivales. La provocación hizo que lo empujaran y Vanderlei terminó en el piso, pero los jugadores chilenos no fueron más allá, por suerte. Fue tildado de «soberbio, arrogante y provocador» por el plantel y la prensa chilena. Casi manda al descenso al Fluminense, que había sido campeón el año anterior (2012). Al no poder hacer las cosas bien en el ‘Flu’, encontró en los medios a los responsables de sus malos pasos, a los chivos expiatorios. Hasta se cruzó con el cronista Cícero Mello, con una catarata de diatribas impresentables hacia el periodista. 

La caridad no es una cualidad de Luxemburgo. Aunque de forma legal, por ser despedido de varios clubes, siguió incrementado su patrimonio económico. Cobró un total de ¡12 millones de reales! (3 del Flamengo y del Atlético-MG, 5,4 del Gremio y 750 mil del Santos) por las recesiones de contratos. Nada de cobrar hasta el último día de trabajo, como hace la mayoría de los DT. Discutible, ese modo de proceder.

Parece una buena metáfora. O un buen paralelismo. Luxemburgo tuvo una etapa exitosa que en la actualidad está en baja. ¿Similar al PT, que sacó a millones de ciudadanos de la máxima miseria en un proceso virtuoso que se encuentra ensombrecido por las sospechas de corrupción y de la falta de lucidez para resolver la crisis económica cuando gobernaba? No es una teoría descabellada.

 

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