Especulando con la educación

07.11.2017

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En medio de la campaña electoral y la preocupación por Santiago Maldonado, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires propuso una reforma educativa para el secundario que despertó la polémica y el rechazo de muchos docentes y alumnos. Hoy, con cambios en el plan inicial y otro contexto, se quiere seguir avanzando.

 

La toma de casi treinta escuelas secundarias en el mes de septiembre visibilizó la posición de muchos alumnos ante aquel primer powerpoint informativo que comenzó a circulara fines de agosto. Aquel documento, más que aclarar cómo serían los cambios, despertó dudas en sus propuestas. “Una secundaria del futuro” con créditos, pasantías laborales y un quinto año “integrador y formativo más allá de la escuela” no tenía explicaciones técnicas sobre las modificaciones. “Eran solo títulos, marketing”, señaló Manuel Becerra, formador docente, a PucheroNews.

Becerra, profesor de historia y formación ética y ciudadana, aclaró que después de estos primeros “confusos” documentos salieron otros con mayor volumen oficial, pero en estos mucho desapareció, ya no planteaban una reforma tan de fondo. En ese sentido, para él lo que hace el gobierno es mostrar como novedoso algo que en realidad no lo es. “No está planteando nada nuevo en el 90 % de lo que figura”, aseguró el maestro coordinador del área de Ciencias Sociales de la escuela en la que enseña.

La cuestión de las pasantías, sin embargo, quedó establecida como un tema a tratar. Si bien es cierto que un programa de pasantías ya existe con “Aprender trabajando”, el powerpoint indicaba que en el quinto año había un tiempo específico para estas actividades, lo que generó interrogantes sobre su obligatoriedad, el salario y el lugar de trabajo. Becerra agrega que, en el caso de que este plan prosperara, el resultado serían  muchos chicos con un trabajo precario y, además, naturalizándolo. “No es una pasantía educativo laboral si un chico está poniendo latas en un supermercado. Eso es trabajo precarizado. Hay que darle un marco pedagógico”, opinó.

Juana Pedrozo, alumna del colegio Julio Cortazar, expresó también su molestia: “Con la reforma que quiere implantar el macrismo habría una flexibilización”. Su escuela fue una de las que estuvo tomada en aquel momento. Fueron 20 días en su caso. “Nos pronunciamos de esa manera y apretamos un poco más al gobierno”, señaló.

 

 

Por su parte, Natalia Capano, docente y miembro del sindicato Ademis, consideró esta reforma como “brutal”. “A los hijos de los trabajadores se los condena a ser trabajadores precarizados, negándole además prácticamente por completo la posibilidad de un estudio superior”, explicó.

Por supuesto, una política de este tipo generaría desigualdad por la calidad y el acceso a la pasantía y, más aún, si esta aplicación se limita a la educación pública. Surge, entonces, un debate ideológico y otro más inmediato. En lo primero, Capano considera que desde el gobierno se quiere formar a los ciudadanos que ellos necesitan, con una formación de los niños para ser mano de obra barata. “Tienen un plan sobre la educación, sobre los contenidos que se enseñan”, aseguró. Becerra, más en base a los nuevos documentos, indica que el gobierno hace hincapié en el emprendedurismo. “Sobre esta palabra hay una sospecha de que tiende a rescatar la salvación individual”.

En la discusión más inmediata, el profesor asegura que la reforma no puede, por una ley federal de la década de 1990, distinguir lo privado de lo público en materia educativa, pero que en Buenos Aires las escuelas privadas están mucho más desreguladas y el Estado no las presiona. “Las deja hacer”, afirmó. Capano agrega que se busca que la financiación provenga en su mayor parte de las provincias, lo que generaría aún más desigualdad, pues hay provincias muy pobres en la Argentina.

 

Reforma e inversión

Una demanda de toda reforma es contar con los recursos que cubran los gastos que implicaría efectuar las modificaciones. Paradójicamente, una de las principales críticas al gobierno de Mauricio Macri y a la gestión de su partido en la Ciudad es justamente no aportar a este sector. Entonces, ¿cómo se harían estos cambios sin la voluntad de invertir en ellos? “Plantean la reforma como si solo tuviera que ver en un cambio de actitud en los docentes, cuando en realidad tiene que ver con una inversión muy fuerte del Estado”, considera Becerra.

Las condiciones en las escuelas denotan esta falta de interés. “Los colegios de la ciudad son un desastre, se nos caen los techos. Seguimos en emergencia edilicia”, comentó Pedrazo, de 16 años. Ella describió, además, que en su caso les llovía en el último piso. “No tenemos infraestructura”, indica Becerra. Él también está de acuerdo con el uso de nuevos instrumentos en las aulas. “Me parece perfecto la inclusión de tecnologías nuevas, pero hace dos semanas que en la escuela en la que estoy no hay internet porque no se le ha pagado al proveedor”, reclamó.

 

 

Una reforma educacional implica, además de dinero, mucho tiempo de debate. Tiene que haber consenso porque, al fin y al cabo, los que la aplican son los docentes. Becerra trajo a colación la reforma del 2015, la que en su escuela aún no se terminado de implementar. “Otra vez llegó una reforma cuando no terminamos de implementar una”, criticó y añadió: “Cuando hacés una reforma tenes que ver qué está pasando, ir evaluando”.

Él observa una crisis orgánica de la educación tradicional sobre todo por su enfoque. Hace cien años, cuando se hizo, era para los grupos dirigentes del país, no era inclusiva y universal. Hoy hay otros sectores en ellas, más aún siendo obligatoria. “Hay culturas, códigos, lenguajes que antes no estaban”, explicó. El profesor agrega a esta crisis la didáctica y el cambio de concepción en general.

La forma en que se organiza el conocimiento en 12 materias que parecen estar perfectamente delimitadas es otro punto crítico de la educación actual y en este Becerra ve en la reforma un planteo positivo: el trabajo interdisciplinario. Esto implica que él, por ejemplo, profesor de historia, trabaje en conjunto con la profesora de geografía para los contenidos.

Su visión general, de todas maneras, tiene más puntos negativos que positivos. Se hace, para él, con fines electorales, pues en su experiencia ha visto desde el gobierno de la Ciudad que nunca dejó de bajar el presupuesto educativo y que a nivel nacional hubo un abandono drástico. “Se desmanteló todo”, asegura. 

Quedan pendientes las herramientas de los docentes para visibilizar su protesta. Mientras los alumnos con la tomas de colegios desafiaron la medida e hicieron que no “pasara de largo”, los profesores no tuvieron una organización eficiente según Becerra. “Terminamos quedando atrás de los pibes. Eso es algo para replantearnos nosotros”, aseguró el maestro. La legitimidad y la legalidad sobre la toma plantean otros problemas, sin embargo en esta ocasión fue eficiente. Con esto, se ve que la educación pública afecta a todos y, por ello, los reclamos vienen desde los distintos sectores. La consulta y el consenso, entonces, tienen que ser con todos.

 

FOTOS: Diego Bernardez 

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