Un juego de chicas en Dinamarca

23.03.2018

Por

junto a Claudia Jardim y Mariangela Maturi

 

El fútbol, históricamente dominado por los hombres, ¿es también un juego de mujeres? La pregunta puede parecer anticuada o superflua en algunas partes del mundo. Después de todo, es uno de los deportes femeninos más populares: alrededor de 30 millones de adolescentes y mujeres juegan al fútbol en todo el planeta, sostiene la FIFA .

 

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Karoline Smidt Nielsen Fortuna 

Sin embargo, en varios países las mujeres no tiene permitido jugar al fútbol. En otros, son discriminadas o acusadas de ser “marimachos”. Casi todas se enfrentan con los estereotipos culturales, incluso a nivel institucional. Como cuando el ex presidente de la FIFA Joseph Blatter les pidió a las futbolistas que usaran uniformes ajustados para hacer los partidos más comerciales, o cuando el presidente de la Liga Nacional Amateur italiana se refirió a las jugadoras como “cuatro lesbianas”.

Incluso, cuando están en la cima del juego, las mujeres futbolistas ganan mucho menos que sus compañeros varones. Una encuesta realizada por Sporting Intelligence en 2017 sostiene que la brecha salarial entre mujeres y hombres está más arraigada en el ambiente del fútbol que en la política, los negocios, la medicina y la ciencia. El estudio detalla que el contrato firmado por Neymar en 2017 con el Paris Saint-Germain por 36.8 millones de euros (45.32 millones de dólares) es el equivalente al sueldo de las 1,693 futbolistas mujeres de las siete principales ligas de fútbol femenino del mundo (Francia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Suecia, Australia y México).

 

EPISODIO 1: BRASIL – pocas oportunidades para las mujeres en el “país del fútbol” 

Episodio 2: GAMBIA- ¿Cuán lejos estás dispuesta a llegar por tu sueño? 

 

Episodio 3: DINAMARCA – Todavía lucha por derechos igualitarios

Tal vez Nadia Nadim nunca hubiese descubierto su talento si no hubiera llegado a Dinamarca bajo circunstancias dramáticas.

Su padre, Rabani, era general en el ejército afgano. Fue asesinado por los talibanes cuando Nadia tenía 10 años. Su madre, Hamida, decidió escapar con sus cinco hijas a Europa. Las seis mujeres manejaron hasta Pakistán, con la ayuda de un contrabandista. Volaron hasta Italia con pasaportes falsos. Luego, se escondieron en un camión y terminaron en Dinamarca.

Fue allí, en un centro danés para demandantes de asilo, donde Nadia descubrió su pasión. “No sabía que las chicas podían jugar al fútbol o a cualquier deporte en general”, dice. “Conocía el fútbol porque a mi papá le encantaba. Teníamos una pelota en casa pero solíamos jugar a otras cosas con ella”.

Nadia se convirtió en la primera nacionalizada danesa que juega en la selección femenina de fútbol. Fue elegida como la mejor jugadora del año por la Asociación de Fútbol de Dinamarca en 2016 y en 2017, año en que además fue galardonada con el Premio a la Danesa del Año por uno de los diarios más importantes del país.

“Si me hubiera quedado en Afganistán, seguramente estaría casada, tendría hijos y estaría con ellos en la casa. Por mi manera de ser, ni puedo imaginarme que estaría viva”, dice.

 

Nadia Nadim descubrió su pasión por el fútbol en un centro danés para demandantes de asilo.

 

Dinamarca es considerado uno de los países europeos con mayor igualdad en el mundo. Le sigue a Suecia en el Índice sobre Igualdad de Género de Europa, muy por encima del promedio en el continente.

Sin embargo, las mujeres futbolistas pelean por un mayor reconocimiento por parte de los sponsors y por una salario igualitario.

“Vivo en Dinamarca, donde la igualdad se supone una prioridad, por eso me sorprendió que no lo fuera en el ámbito del fútbol. Realmente me decepcionó ver cuán injusto era”, dice Nadim.

En 2017, la selección femenina de fútbol salió segunda en la Eurocopa, atrayendo a más espectadores que nunca. Entonces, las jugadoras trataron de negociar un mejor salario y mejores condiciones de trabajo. Incluso, hicieron una huelga y faltaron a un partido de las eliminatorias para el Mundial. En noviembre de ese año, gracias a la disputa por la brecha salarial se logró un acuerdo. Las mujeres lograron un contrato por cuatro años con mejoras en el servicio de salud y asignaciones mensuales para las futbolistas, acortando así la brecha salarial con la selección masculina.

“Como futbolistas, tenemos la obligación de luchar por los derechos; y la igualdad es básicamente un derecho humano. ¿Por qué es tan diferente para hombres y mujeres? ¿Por qué pensamos todavía como si estuviéramos en la Edad de Piedra en un país como Dinamarca?”, se pregunta Nadim.

Nadia Nadim firmando la camiseta de Helin Kabul 

“En nuestro país, el fútbol es todavía un juego de varones porque las jugadoras de la selección nacional no tiene los mismos derechos”, dice Jette Andersen, presidenta de Fortuna Hjørring, un equipo de fútbol íntegramente de mujeres en el norte de Dinamarca. Nadim jugó en ese club antes de que su carrera tomara vuelo internacional.

En 2017, el club abrió la primer academia de fútbol profesional para chicas con el fin de fomentar una nueva generación de jugadoras. “Creo que las posibilidades para las futbolistas deberían ser mucho mejores. Nuestro club es 100% para chicas y estoy convencida de que hace una gran diferencia ya que no se ven obligadas a competir con los varones”, dice Andersen.

 

Episodio Final: ¿La nueva lucha feminista?

Historias extraordinarias como las de Marta Vieira Da Silva o Nadia Nadim pueden inspirar a las jóvenes, así como la tragedia de Fatim Jawara puede evitar que futuras generaciones pongan en riesgo sus vidas.

La lucha por un salario igualitario en países como Dinamarca sugiere que existe la intención de lograr mayor igualdad. Incluso en Brasil, donde las futbolistas de la selección renunciaron a  causa del sexismo en su federación, pareciera haber más conciencia sobre la desigualdad de género.

Pero, en última instancia, cambiar la forma en que se percibe el fútbol y darle acceso a más niñas va más allá de una lucha individual.

“Si quieres un cambio verdadero, debes ir más alto”,  dice Nadia Nadim.

En Gambia, Aminata Camara pudo evitar el casamiento infantil gracias al fútbol, y fue posible solo gracias al apoyo de sus entrenadoras y compañeras.

“Decir que las niñas deben ser más persistentes y que tienen que imponerse más no puede ser la solución. No es posible una solución individual para un problema socio-estructural», dice Rachel Allison, de la Universidad Estatal de Mississippi. «Esta es una lucha feminista».

LauraPigatin, Brasil

El equipo de U17 entrenando, Gambia

Helin Kanbul entrenando, Dinamarca

Este artículo es parte de A Girls’ Game, un proyecto periodístico financiado por el European Journalism Centre a través de su Innovation in Development Reporting Grant

 

Traducción al español: Macarena Gagliardi Cordiviola, editora de PucheroNews 

 

Todo el contenido de fotos, textos, videos pertenecen exclusivamente a las autoras de A Girl’s Game:

Mariangela Maturi es periodista freelance y escritora. Vive en el Reino Unido. Colabora con la Radio Nacional Suiza (RSI) y otros medios internacionales. En 2006 dio sus primeros pasos en Radio Popolare y en Il Manifesto, en Italia. Comenzó como freelance en 2010, antes de mudarse a Ecuador. Sus áreas de interés son los derechos humanos, la igualdad de género, el medioambiente, la política y los temas sociales. Su primer libro, “Silenzio di Piombo” (Round Robin, 2016), investiga la correlación entre las bases militares y los problemas medioambientales y de salud en Cerdeña, Italia. En julio de 2017 recibió la beca Channel 4 Bursary, del Rory Peck Training Fund, para realizar entrenamiento en ambientes hostiles.

Irene Caselli es periodista multimedia freelance con experiencia en medios gráficos y online, radio y televisión. Colabora con la BBC, The Washington Post, The New York Times, The Guardian y Univisión, entre otros. Es editora adjunta de la revista Index on Censorship. Tras vivir una década en América Latina, su base actual es Italia. Irene habla inglés, español, italiano, alemán, francés y portugués. Era la corresponsal de la BBC en Venezuela cuando murió Hugo Chávez. Trabajó para la BBC también en Argentina y Ecuador como corresponsal, y en Londres como productora. Sus áreas de interés incluyen violencia e inseguridad, derechos humanos y temas de género, medioambiente, salud y cultura.

Claudia Jardim es periodista y realizadora independiente de documentales. Oriunda de Brasil, vivió más de una década en Venezuela cubriendo los intensos años del gobierno de Hugo Chávez y las secuelas de su muerte. Ha viajado por toda América del Sur informando sobre temas sociales y cuestiones políticas para BBC Brasil, Carta Capital y CBN Radio, entre otros. En 2009 cubrió el golpe de estado en Honduras y los conflictos socio-políticos en Ecuador, Haití, México y Colombia. Desde 2016 trabaja en Bangkok, cubriendo Tailandia y otros países del sudeste asiático. Sus áreas de interés son la política, los derechos humanos, las formas modernas de esclavitud, los movimientos sociales y los temas de género.

 

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