El sueño de Macarena

16.09.2015

Amigos.
Sólo quiero recordarles
que no dejen de ser
mis amigos.

Fragmento, poema “Despedida” de Marcelo Ariel Gelman

En los últimos años, el estado argentino promueve la recuperación de los nietos como parte de su política de derechos humanos, tratando de reparar los crímenes realizados durante la dictadura entre 1976 y 1983. La Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) creó en 2014 el equipo de aproximación a posibles hijos de desaparecidos. Pero antes, la búsqueda de los nietos no contaba con el apoyo del estado. En muchos casos era una lucha solitaria de los familiares contra el estado mismo que no brindaba apoyo o incluso obstruía activamente la búsqueda de la verdad sobre los bebés apropiados. La recuperación de Macarena Gelman en marzo de 2000 fue emblemática por la lucha solitaria de sus abuelos contra Argentina y Uruguay, ambos países responsables por los crímenes cometidos contra la familia Gelman. Esta recuperación confirmó la existencia de la coordinación regional del terror bajo el nombre de Plan Cóndor.

Una pesadilla

El escritor uruguayo Eduardo Galeano relata en el libro “Los hijos de los días” una pesadilla recurrente que Macarena sufría durante su infancia, mucho antes de recuperar su identidad. Unos desconocidos armados la buscaban en el dormitorio, por todos lados. Ella se despertaba gritando, angustiada. Al recuperar su identidad, Macarena pudo entender por qué y de dónde venía esa pesadilla. Estaba soñando, o quizás recordando, lo que su mamá había sufrido cuando fue secuestrada por la dictadura argentina con apenas diecinueve años y siete meses de embarazo. Persecución, militares, miedo. Macarena estaba en el vientre de su madre cuando vivió estos padecimientos.

Terror en Almagro

La madrugada del 24 de agosto de 1976, hombres armados irrumpieron en el domicilio de Marcelo (20) y María Claudia (19). Los militares llegaron a la calle Gorritti guiados por otros dos menores de edad, Luis y Nora (19) – hermana de Marcelo. Los adolescentes habían sido secuestrados y golpeados. Los cuatros fueron llevados al centro clandestino de detención Automotores Orletti, la base operativa del Plan Cóndor en Buenos Aires.

Interior Automotores Orletti. Foto: F. Lessa

Allí, Marcelo y Luis fueron brutalmente torturados. Cuatro días después, Nora y Luis fueron liberados en la zona de Liniers. Un sobreviviente argentino de Orletti compartió cautiverio con Marcelo y vio a María Claudia. José pudo relatar como al comienzo mantuvieron junta a la pareja; pero que luego los separaron y Marcelo se angustió mucho a raíz de eso. Antes de su traslado a fines de septiembre junto con otros prisioneros, Marcelo pudo visitar a su esposa. Marcelo le contó a José que no la habían torturada y hasta le habían dado algo de ropa. El compañero de prisión vio a María Claudia por última vez el día de su liberación, el 7 de octubre de 1976. Se cruzaron en un pasillo camino al baño e intercambiaron algunas palabras; ya de ocho meses, María Claudia le dijo que el embarazo marchaba bien.

El traslado a Uruguay

No hay testimonios directos del traslado de María Claudia a Uruguay. Gabriel Mazzarovich, periodista de La República de Uruguay, sugiere en sus investigaciones que la llevaron en un avión clandestino rumbo a Montevideo por José Nino Gavazzo, segundo jefe del Departamento III del Servicio de Información y Defensa (SID) que dirigía los operativos represivos contra los uruguayos en Orletti.

Aunque los datos sobre el vuelo son inciertos, no hay duda sobre la permanencia de María Claudia en el centro clandestino del SID en Montevideo entre octubre y diciembre de 1976. Más de 20 uruguayos secuestrados en Buenos Aires entre junio y julio de 1976 fueron llevados de vuelta a su país natal en un vuelo clandestino el 24 de julio y detenidos en este centro.

Varias sobrevivientes de ese vuelo relatan haber visto a una mujer embarazada primero y luego también la vieron con su bebé. No sabían quién era ya que los guardias la llamaban “la chica embarazada”; nunca mencionaron su nombre. Decían también que no era uruguaya y que la habían traído de Argentina.

Fachada del Servicio de Información y Defensa. Foto: Martha Passeggi

Un día, una sobreviviente del SID escuchó en la radio de los guardias que la mujer embarazada estaba por parir. Fue llevada al Hospital Militar y cinco días después los detenidos oyeron el llanto de un bebé. Los guardias preguntaron a las detenidas quien sabía preparar una mamadera.

El ex soldado Julio César Barboza Plá fue guardia en el SID y en diciembre de 1976 vio a Maria Claudia y a su bebé en un canasto . Escuchó al Capitán José Ricardo Arab decir al Teniente Coronel Juan Antonio Rodríguez Buratti: “A veces hay que hacer cosas embromadas”. Arab y Rodríguez Buratti salían del SID con Macarena y María Claudia. Barboza Plá no las volvió a ver más.

 

El milagro de la Macarena

El matrimonio Tauriño no podía tener hijos; la señora solía rogar a la Virgen de la Macarena que la hiciera madre. Recién asomaba 1977 cuando fueron bendecidos con la llegada de una niña abandonada en la puerta de su casa. La bebé estaba en un canasto con una nota: “Nació el 1 de noviembre de 1976, soy la madre y no la puedo cuidar”.

Enseguida corrió la voz sobre el milagro. Mientras en Uruguay ocurría el Milagro de la Macarena, el conocido poeta argentino Juan Gelman, papá de Marcelo y abuelo de la niña, buscaba desesperadamente información sobre el paradero de su hijo, su nuera y su nieta. Gelman estaba en Roma cuando se enteró del secuestro de la pareja y allí hizo contactos con el Vaticano. En febrero de 1978, un cable en inglés confirmó el nacimiento de una criatura: a child was born (nació el bebe), sin especificar su sexo.

Con la certeza de que había efectivamente nacido, Juan Gelman y los otros abuelos buscaron a Macarena incansablemente sin saber su nombre ni si era nena o varón. En 1988 aparecieron las primeras pistas que vinculaban la historia de los Gelman con Uruguay, inclusive información aportada por un ex agente que había operado en Orletti.

José, el sobreviviente de Orletti, testificó el paso de la pareja por Orletti y el tratamiento “especial” recibido por María Claudia, refiriendo a la falta de tortura. Sara Méndez, sobreviviente uruguaya, confirmó la presencia de una mujer embarazada que luego dio a luz durante su cautiverio en el centro clandestino de Montevideo a finales de 1976.

Los años ochentas eran tiempos de impunidad en la región. En Uruguay era casi absoluta y los gobiernos de Sanguinetti en los 80s y 90s no aportaron información para ubicar a Macarena, ni a ningún otro de los desaparecidos uruguayos. En Argentina, la labor de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y el Juicio a las Juntas Militares al menos habían sacado a la luz algunos de los crímenes cometidos en la dictadura.

Escrache a Nino Gavazzo. Foto: Martha Passeggi

La carta de Juan

Juan Gelman llevó adelante una campaña internacional para encontrar a su nieto/a. En 1995, publicó “la carta abierta a mi nieto”:

Los sueños de Marcelo y Claudia no se han cumplido todavía. Menos vos, que naciste y estás quién sabe dónde ni con quién. Tal vez tengas los ojos verdegrises de mi hijo o los ojos color castaño de su mujer, que poseían un brillo especial y tierno y pícaro. Quién sabe como serás si sos varón. Quién sabe cómo serás si sos mujer. A lo mejor podés salir de ese misterio para entrar en otro: el del encuentro con un abuelo que te espera.

En mayo de 1999, Gelman subrayaba en otra carta abierta, esta vez dirigida al primer mandatario Sanguinetti: “el silencio sobre el crimen lo prolonga” y preguntaba: “¿ordenó usted la averiguación prometida? Y si lo hizo, ¿ninguna razón de humanidad lo mueve a comunicarme el resultado?”. Sanguinetti respondió que en Uruguay no había desaparecido “ningún niño». Ángel Tauriño era jefe de policía del departamento de San José durante la su administración.

Miles de intelectuales, entre ellos premios Nobel de Literatura como José Saramago y Günter Grass, apoyaron a Gelman en su incansable búsqueda y sus pedidos de ayuda al gobierno uruguayo. Para 1999, las investigaciones llevadas a cabo por un lado por Juan Gelman y su familia, y por otro por los periodistas uruguayos coincidían en el mismo resultado: Macarena Tauriño era la hija de Marcelo y María Claudia.

 

El encuentro

Después de la muerte del señor Tauriño en 1999, el obispo de San José, Pablo Galimberti, intervino con la señora Tauriño a favor de Gelman. Un día cuando volvió a casa del trabajo, la madre adoptiva le contó a Macarena la verdad. Su recurrente pesadilla de la infancia cobró sentido, así como también el llanto de su padre ya enfermo en el hospital pidiéndole perdón porque no “quería dejarle problemas”.

Macarena Gelman en un evento conmemorativo en 2012, primera vez que se entraba en el SID. Foto: Martha Passeggi

A finales de 1989, el Equipo Argentino de Antropología Forense había identificado el cuerpo de Marcelo, asesinado en 1976. El 31 de marzo de 2000, Gelman pudo finalmente abrazar a su nieta. A pesar del evidente parecido de Macarena con su papá Marcelo, se realizaron los estudios de ADN correspondientes que confirmaron su identidad a los pocos meses. El destino de María Claudia sigue sin conocerse. Macarena se sumó a la lucha de sus abuelos para encontrar a su mamá y ahora integra el Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia creado por la presidencia uruguaya en mayo de 2015. El caso de Marcelo y María Claudia están incluidos en el Juicio Plan Cóndor en Buenos Aires.

 

Info Judicial:

La falta de investigación en el caso caso llevó a que Uruguay fuese condenado por primera vez por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la sentencia Gelman v. Uruguay en 2011 por la desaparición de María Claudia y la supresión de la identidad de Macarena.

Finalmente, después de una demora de 13 años en la causa judicial abierta en Uruguay por Juan Gelman, en abril de 2015, el fiscal Ariel Cancela pidió la pena máxima de 30 años de prisión para José “Nino” Gavazzo, el ex militar José Arab, los coroneles retirados Gilberto Vázquez y Jorge Silveira y el ex policía Ricardo Medina por el asesinato de Maria Claudia.

La sentencia aún no se dictó y la búsqueda de sus restos no ha sido exitosa hasta ahora.

 

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