12.11.2015
Cuando restan pocas horas para el gran debate presidencial del domingo 15, Daniel Scioli y Mauricio Macri continúan enredados en la que acaso sea una batalla perdida: el ingreso nítido a una abierta campaña de diferenciación. La premisa que impide esto se apoya en el ADN que ambos adversarios comparten al ser, en última instancia, dos dirigentes políticos poseedores de más puntos de encuentro que los que sus respectivos promotores y votantes quisieran.
Lejos de ceder, la onda expansiva que irrumpió la escena política durante la noche del 25 de octubre continúa sembrando el campo de esquirlas e interrogantes. Pues durante aquella jornada, el peronismo no sólo sufrió una derrota política asombrosa. El vencedor fue una construcción electoral de nuevo tipo aunque conformada por elementos que poco tienen de diferente al sello derrotado.
Afiche irónico. Foto: Google images
p>Nada de lo anterior impide que el fundador del PRO corra con ventaja en la hora actual, al menos según reflejan las planillas de las tan devaluadas encuestas. El ex presidente de Boca Jr. pareciera sintetizar, en el imaginario colectivo, la garantía de “algo nuevo”. Al contrario, el ex motonauta está pagando un costo más que elevado por el hecho de no “haberse animado” a pegar el salto. La tan pedida muestra de autonomía y diferenciación no sólo con Cristina Kirchner, sino con lo que ella “representa” para ese mismo y volátil imaginario popular.
Es así que las volteretas y súbitas transfiguraciones hoy invaden las páginas políticas. Pues mientras el candidato de Cambiemos se anima al llanto en público, convoca a revoluciones de la alegría y reconoce las políticas de Estado insignia de la etapa que se cierra; del otro lado el representante del FPV apuesta al quiebre con el núcleo duro kirchnerista, vía una alta e imprevista dosis de peronización de su estrategia comunicacional. Incluso, arriesgando, Scioli va más lejos: interpela a los que están “enojados”, en obvia referencia a los detractores de la Presidenta de la Nación, que finalmente dijo a su candidato que él será su propio jefe de campaña. Ahora los jóvenes de La Cámpora y los profesores de Carta Abierta, como hace semanas el derrotado Aníbal Fernández, son víctimas del fuego amigo. Gajes del fin de ciclo.
Sería injusto, no obstante, dejar de reconocer el esfuerzo mayúsculo que los grandes complejos mediáticos llevan a cabo estos días para lograr instalar ante la opinión pública la diferenciación política de fondo y arribar, finalmente, a una campaña de opuestos que levante el rating.
Pues los principales editorialistas de CLARIN están muy entusiasmados por pintar un Macri devenido en una suerte de Pastor Evangélico (un líder político pensado para “otro tipo de país”) que vendría a limpiar tantos años de populismo y decadencia institucional derramando fuerzas de amor y paz.
Macri y Scioli. Foto: Google Images
p>Del otro lado, los ardientes TIEMPO ARGENTINO y el GRUPO INDALO (C5N, Radio 10, etc.) y los satélites comandados por el ex candidato a intendente Sergio Szpolski y por el empresario multiuso Cristóbal López también juegan su papel en la defensa de la revolución. La entelequia conceptual sobre la que las usinas mediáticas descansan es presentar al balotaje Scioli-Macri como una disputa por “dos modelos de país”. La audiencia apática y hastiada es generosa al no indagar por ese capítulo. Encontraría pronto un vacío.
La decadencia y reconfiguración de la política argentina es tan pronunciada que hasta Mauricio Macri puede darse el lujo de provocar de semejante forma al peronismo, partido político que ha conservado la centralidad en la escena nacional durante las últimas décadas, aun desde sus diversas variables y presentaciones.
Tan abombado y apático luce el votante, que ni siquiera repara en hechos acaso premonitorios de lo que sucedería si Macri se hace con el bastón presidencial. Desde la trascendente provincia de Mendoza, Alfredo Cornejo, gobernador electo, prepara un plan para reducir el siempre denostado gasto público. Algunas voces señalan que esto redundaría en un recorte de personal estatal.
Por otra parte, el médico Abel Albino, que firmó un convenio con Macri para desarrollar un programa contra la desnutrición en una eventual presidencia amarilla, regaló unas frases sobre salud reproductiva que no necesariamente serían sinónimo de una “Argentina nueva, feliz y con diálogo”, a no ser que por ello el PRO entienda que “la mujer debe esforzarse por ofrecer al hombre su virginidad tanto física como moral”.
En paralelo, mientras Macri, Michetti y Vidal llevan su Evangelio a todo el territorio nacional, hace horas la Policía Metropolitana dejó en terapia intensiva a un joven de 20 años en La Boca, simulando los clásicos enfrentamientos entre las fuerzas del orden y la población civil. ¿Daño colateral o modus operandi?
Pero esquizofrénica, la Argentina de la víspera del balotaje, siempre puede más. El conflicto social aporta sus clásicas pinceladas de fin de año, al ver que el populoso distrito bonaerense de Merlo ofrece la radiografía más cabal, mientras el “candidato del Proyecto”, escoltado por el todoterreno Sergio Berni, promete a los votantes indecisos e independientes (el botín central de esta etapa), “tolerancia cero para los piquetes”. El CELS debe estar preparando su desagravio o nuevamente llamará a “votar con caras largas”.
Zannini, Scioli y Berni. Foto: Google Images
p>Durante los últimos días, el equipo de campaña de Daniel Scioli difundió un spot en el que consulta: em>“¿Te imaginás cobrando la mitad? ¿Te imaginás si te despiden? ¿Te imaginás el ajuste? ¿Te imaginás sin techo? ¿Te imaginás el hambre? ¿Te imaginás, de verdad, volviendo para atrás? ¿Te imaginás si gana Macri? Que gane Scioli”./em>
Mientras la campaña electoral luce despojada de contenido y propuestas reales, y ambos contendientes se esfuerzan por diversificar sus mensajes, la saliente Primera Mandataria ventila el helicóptero de De la Rúa, el estado de sitio y el tendal de muertos y represión que concluyeron con la Alianza. Pocas veces la Argentina se encontró ante una escena política tan reaccionaria, donde las campañas del terror, los candidatos conservadores y el electorado aturdido configuran un escenario sombrío que, al final de la “década ganada”, coloca a nuestro país nuevamente ante sus peores fantasmas. Lo anterior cobra una inquietante relevancia, a propósito de la generosa invitación a imaginar la vuelta al pasado.
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