23.12.2015
Hace 50 años que Colombia vive sumida en un conflicto interno entre grupos guerrilleros, paramilitares y las fuerzas del Estado, que ha dejado más de 220.000 muertos y más de 7 millones de víctimas. Hace tres años que el gobierno negocia con uno de los grupos guerrilleros un posible acuerdo de paz. En el país pensar en perdón y reconciliación no es fácil para todos. Lola Durán cuenta una historia que resume el conflicto, sus dolores y el desafío de la reconciliación y la paz.
La noche empezó con música, copas y sonrisas. Al tercer sorbo ya sabía el nombre de la anfitriona y su amiga, que entusiasmadas me preguntaban cómo me sentía en Colombia.
Al quinto sorbo se filtró una mina antipersonal, que puso fin a la vida del padre de la amiga mientras visitaba una finca para comprar, a escasos kilómetros de Bogotá.
Su padre había escapado de la muerte una vez, cuando perdió el avión en el que un sicario mató al ex líder del movimiento al que había pertenecido la madre de la anfitriona.
Fue en ese momento en el que la dueña de casa dijo “esto es Colombia”. Y confesó que cuando era niña vio como le pegaban tres tiros a su madre. Luego de una pausa y el rostro algo conmovido dijo “con unos whiskies encima te explico”.
Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Foto: L. Durán
p class=»normal»>span style=»font-size: 14.0pt; line-height: 115%;»>El movimiento al que pertenecía su madre fue el que ejecutó la toma del Palacio de Justicia en 1985. La toma fue seguida de la retoma por parte de las fuerzas militares; algunos oficiales fueron acusados por la desaparición y muerte de civiles./span>/p>p class=»normal»>span style=»font-size: 14.0pt; line-height: 115%;»>La amiga tomó la posta: uno de los únicos dos militares presos por ese hecho -hace poco absuelto por la Corte Suprema- es el padre de un amigo. La sobrina de una de las personas desaparecidas también es amiga suya./span>/p>p class=»normal»>span style=»font-size: 14.0pt; line-height: 115%;»>Un día los tres se cruzaron en un festejo. La sobrina de la víctima, que había reconocido al hijo del supuesto victimario, confesó su parentesco acompañado de un tono de reproche. La respuesta del muchacho no tardó en llegar: “Mi padre nunca hubiese cometido tal crueldad”./span>/p>p class=»normal»>span style=»font-size: 14.0pt; line-height: 115%;»>Al décimo sorbo, más de cincuenta años de violencia habían llegado a mi estómago. La serenidad y la repetición constante de la palabra reconciliación por parte de las verdaderas víctimas de esos sucesos me impidieron emitir sonido, aunque mi expresión de asombro era evidente./span>/p>
img src=»https://pucheronews.com/wp-content/uploads/2015/12/No-olvidamosWEB.jpg» width=»1200″ height=»1200″ class=»so-widget-image» style=»max-width:100%; height:auto; width:100%; display:block»>
p>Grafiti No-olvidamos en Bogotá. Foto: Lola Durán/p>
p>Antes de venir a Colombia nunca había escuchado de minas antipersonales, nunca había visto tantas mutilaciones, nunca había escuchado en la radio como el gobierno invita a los guerrilleros a desmovilizarse, ni tampoco hablar de pedagogía de la paz, no sabía lo que era una casa de pique*, ni el significado de em>paraco*/em>. Antes de venir a Colombia nunca me habían dicho “es que esto es Colombia em>marica/em>, pero no te asustes”.
Antes de venir a Colombia nunca hubiese imaginado que este país podía ser tan interesante ni había entendido tan profundamente la necesidad de la paz.
*Casa de pique: lugares que usan los neo-paramiliatres para descuartizar a sus víctimas
*Paraco: Paramilitar