13.02.2016
Por Lola Durán
«Hasta acá llegamos», me dijo el taxista y me explicó el camino hasta el hotel que estaba a dos cuadras de donde habíamos parado.
Música, maicena y espuma acompañaron mis primeros pasos en Barranquilla. Una fiesta se extendía por las calles que rodeaban el hotel. Mi carnaval había empezado esa madrugada del sábado 6 de febrero.
La alegría de la gente me despojó por un momento del cansancio bogotano, que reapareció cuando toqué la cama.
El día siguiente a las ocho de la mañana estaba desayunando. La música de la fiesta había parado a las seis pero la que sonaba en la pileta del hotel parecía el loop de la anterior.
***
La Batalla de las Flores, el preludio para lo mejor
La Batalla de las Flores es el primer desfile del carnaval y se lleva a cabo el sábado. Es encabezado por la reina que es seguida por grupos folclóricos, disfraces, cumbiambas* y comparsas.
Llegué a la Vía 40 pasado el mediodía, el sol calentaba mi disfraz que intentaba evocar a David Bowie.
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p>Foto: Lola Durán/p>
p>Los participantes parecían no sentir las altas temperaturas. Nada los detenía, ni el cansancio, ni el calor, ni el dolor. El lema «quien lo vive es quien lo goza» estaba tan impregnado en sus cuerpos como el deber de bailar.
La Puntica No Má es una de las comparsas que desfiló el primer día. No tenían una coreografía como la mayoría de las otras y no era necesario haber ensayado para participar. Sin embargo eso no se notaba a vista de nosotros los espectadores. Una jungla de colores y movimientos evidenciaban la existencia de un mentor, como llaman a la persona que los guía una vez que los integrantes eligen su disfraz.
La caminata por la pasarela de asfalto fue solo el comienzo de un día sin fin. La Puntica no terminó en el recorrido, siguió en una fiesta en la calle con banda en vivo y DJs. Una fiesta donde estalló la sensualidad que se había empezado a gestar con el andar del desfile o, tal vez, en el carnaval del año anterior.
Un colectivo de seres de fantasía acompañaba el baile de mortales como yo en una sincronía perfecta. Cuando las Estrellas del Caribe* empezaron a tocar no quedó otra opción que entregarse al son.
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p>Foto: Lola Durán/p>
p>strong>Música y otras vainas/strong>
La experiencia del primer día me bastó para entender que el condimento indispensable del carnaval de Barranquilla es la música, a toda hora y en todo lugar.
Y que hay otras cositas sin las cuales el carnaval no se podría gozar.
Una de ellas es poder seguir el ritmo que marca la melodía eterna del carnaval. Eso implica una gran capacidad para estar de fiesta durante 4 días.
Y, en la mayoría de los lugares, cero aversión al contacto con el otro. A tocarse, sí, pero también a mirarse y sentirse.
Contrastes
El carnaval continuó, como todos los años, con otros dos desfiles los días domingo y lunes y el martes con el entierro de Joselito Carnaval* que simboliza el fin de las festividades.
Los desfiles se podían ver desde los palcos o vivir detrás de las gradas, el lado B del carnaval. El de jóvenes que bailaban sin ver comparsas ni músicos, el de niños y ancianos que juntaban las latas de cerveza que caían constantes. El carnaval de casas a puertas abiertas que ofrecían sus baños por mil COPs* y sus sopas de mondongo en palanganas. El carnaval de aguardiente en cartón y caballos y burros desvencijados que esperaban una nueva carga. El carnaval de la reina de los barrios tan distante a la reina del carnaval. El carnaval de los que no ven la música pero la sienten.
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p>En los barrios, niños y adultos juegan con maicena. Foto: Lola Durán/p>
p>Mientras volvía en el avión a Bogotá, recordando todo lo vivido en ese día de 96 horas, me permití disentir con la letra de la canción que dice “Todo aquel que piense que la vida es desigual, tiene que saber que no es así que la vida es una hermosura (…)”. Porque la vida es una hermosura desigual. La vida es un carnaval y la desigualdad se puede maquillar con maicena o espuma, pero no desaparece.
Y en las paradojas de la desigualdad descubrí que el carnaval se goza más en el barrio que en los palcos de lujo.
Deleitate con este registro fotográfico del carnaval:
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Notas:
- Cumbiamba: Se denomina cumbiamba al grupo de parejas de bailarines, acompañado del conjunto que ejecuta la cumbia.
- Estrellas del Caribe: Banda que ejecuta Champeta Criolla, originarios de Palenque.
- Joselito Carnaval: El fin del carnaval se simboliza con la muerte y entierro de Joselito Carnaval, quien muere “enguayabado” (ebrio) y resucita al año siguiente en el próximo carnaval.
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