16.03.2016
El policial Estado de Gracia (1990), aunque buena película, no aportó nada especial ni a la carrera de Sean Penn (Santa Mónica, 17 de agosto de 1960) ni a la de Robin Wright (8 de abril de 1966; Dallas, Texas). Sin embargo, el proyecto del director Phil Joanou, generó un encuentro amoroso entre ambos actores que devino en matrimonio unos años después.
Penn sintió, en un momento determinado de su Carrera, la necesidad de pasar del otro lado del mostrador. Comparado con los resultados de algunas experiencias similares, Penn acertó. Porque ni Jack Nicholson, ni Robert De Niro, ni tantos otros lograron buenos resultados dirigiendo sus propios films como lo hicieron actuando para otros. Tal vez el viejo Clint Eastwood pueda ser una gran excepción, aunque sus mejores films llegaron sólo luego de una decena de intentos previos no tan convincentes. En cualquier caso, Penn, miembro de una familia de artistas, edificó como realizador en un tiempo breve una carrera sólida con un grupo de films que no tienen nada que envidiar a su reconocido y multi-premiado recorrido como actor. Su comienzo en la dirección fue con Extraño Vínculo de Sangre de 1991, que cuenta el conflicto entre dos hermanos ambientada en los años sesentas, uno policía y el otro un criminal. Pero hubo que esperar hasta su segundo film para que Penn decidiera incluir en el staff a su esposa: una actriz en pleno crecimiento profesional. Así nació la primera experiencia compartida de la pareja en como director y actriz en el mismo set.
El primer film en el que Sean Penn y Robin Wright trabajaron juntos como director y actriz se llamó Cruzando la Oscuridad (1995). Como en su ópera prima, Penn se interna en una historia de seres humanos desgarrados por una situación límite, que buscan con desesperación interpretar y procesar su dolor. Freddy (Jack Nicholson) deambula por la vida desorientado, tratando de asimilar la trágica muerte de su hija, atropellada por un auto conducido por un hombre en estado de ebriedad. Mientras tanto, John (David Morse), el culpable del hecho, sale de la cárcel, luego de cumplir su condena. Uno, sin rumbo por la tremenda pérdida; el otro, con remordimientos por el involuntario desatino. En esa trama JoJo, el papel de Robin, es una artista que intenta construir un vínculo afectivo con John, a pesar de la culpa que éste arrastra y que siente imposible de redimir.
En un encuentro esencial entre ambos protagonistas de la historia, Freddy pretende matar al hombre que le quitó a su hija. John siente que tal vez de esta forma se quite de encima el peso de una vida que ya no puede encarrilar.
El Juramento. Otra vez con Nicholson como protagonista y un elenco increíble (Benicio Del Toro, Hellen Mirren, entre otros), El Juramento también trata sobre heridas y desapariciones. Jerry (Nicholson) es un policía ya retirado; se entera del asesinato de una pequeña en una zona pantanosa de EEUU; decide involucrarse en el asunto. En el medio, le jura a la madre de la niña que va a encontrar al asesino. A pesar de que sus colegas creen haberlo hallado (un indígena de la zona), el oficial retirado está convencido que deben seguir buscando. Mientras continúa con su trabajo, Jerry se relaciona sentimentalmente con Lory (Wright) una camarera del lugar, quien colabora con el caso. En ese recorrido y cuando se hace cada vez más incierto el resultado de las pesquisas, el veterano policía va experimentando una fuerte transformación en su personalidad. Abatido y confundido por la ambigüedad de las pistas encontradas, Jerry termina devorado por una obsesión que lo interna en un profundo desequilibrio psicológico.
El Juramento es, como la propia historia que cuenta, un film impredecible, incierto. Es una obra oscura, que no ofrece ninguna respuesta frente a los dilemas que presenta. Es una demostración actoral descomunal de su protagonista, Jack Nicholson, acompañado acertadamente en la historia y en los méritos actorales, por Robin Wright. Penn, por su parte, confirma e incrementa las expectativas generadas en sus primeros films. Además de ser coherente y fiel al tipo de historias que lo obsesionan. Aunque éstas tengan poco que ver en su contenido y forma con aquellas recetas gastadas que los grandes estudios nos obligan a ver.
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