El silencio adormecido: conflicto en Karabakh

23.04.2016

Por M.G.C.

 

«Tengo un apuro de un siglo» de Román Caracciolo se estrena el próximo jueves 28 de abril y es la primera obra de teatro argentino sobre la guerra de Karabakh. El conflicto territorial entre Armenia y Azerbaiyán, que hoy vuelve a azotar esa región, tuvo su primer enfrentamiento entre 1988 y 1994.

En Pucheronews, nos solidarizamos con los pueblos de Karabakh a través de un adelanto de la obra de Caracciolo que acompañan la serie fotográfica “Víctimas de la guerra” (2006-2012) de Anahit Hayrapetyan.

 

Anahit Hayrapetyan comenzó a fotografiar en 2006 a padres de víctimas de la guerra de Nagorno Karabakh (1988-1994). La periodista viajaba por distintas aldeas de la región sacando fotos al azar. Un día le pidió a una pareja anciana que se parara frente al retrato de su hijo muerto en la guerra. “Al ver las dos mitades de sus rostros en el cuadro, por primera vez mis sentimientos y la realidad se convirtieron en lo mismo”, según escribió en el portal HETQ. Desde entonces, por donde vaya busca familias que hayan perdido a sus hijos durante esa guerra. La tarea es ardua. “En algunas familias, el dolor es tan grande que no quieren ser retratados”, declaró Anahit sobre este trabajo tan actual. Hoy, a más de veinte años de aquel primer conflicto, los habitantes de la zona están bajo amenaza nuevamente.

Román Caracciolo cruza fragmentos de «Del vodka hecho con moras» de Ana Arzoumanian (Libros del Zorzal, 2015) y «El alambre no se percibía entre la hierba» de Hovhannés Yeranyan (Hecho Atómico, 2015) para crear «Tengo un apuro de un siglo». La obra se estrenará el próximo jueves 28 de abril en el marco de los 10 años de Teatro por la Justicia. En la web de Teadron, el director argentino comenta sobre la puesta: “El trabajo dramatúrgico consiste en el pasaje del hecho literario al hecho teatral, articulando la forma teatral y el contenido ideológico”.

Para concluir este cruce entre imagen documental y texto literario, los invitamos a reflexionar sobre la representación de los conflictos armados en el arte con las siguientes palabras de Ana Arzoumanian:

 

¿Cómo escribir desde un campo minado? Si la representación es la puesta en presencia de una realidad, cómo representar en palabras, con palabras que traigan a la realidad eso que puede estallar. Una presentación recalcada, ese “re” de la representación no es una repetición, sino que conforma una intensidad. Entonces ¿cómo representar un campo minado sin traer los trozos de esquirlas? Las palabras son peligrosas porque en el campo de guerra se las ha vaciado de su posibilidad de representación, es decir, se las ha vaciado de su posibilidad de sentido convirtiéndolas en una presencia amurallada. Una palabra sofocada, dice Sarah Kofman, como una última provisión para más tarde. ¿Cómo hacerlo en el campo minado donde los pies ya no pueden soltar el suelo sin la amenaza de verse saltar en el aire? Sprachgitter escribe Blanchot citando a Paul Celan,  “rejilla de lenguaje” o lenguaje tras las rejas. No leas- ¡mira! No leas, mira. Como figuras dibujadas en las alfombras relatando lo que no se podía decir, como los colores que revelaban la sangre o la fuerza; como las piedras en forma de cruces y sus arabescos en las montañas más solitarias marcando lo que no se puede escribir, como las estelas en los cielos de China conmemorando una voluntad, un hecho, una presencia.

“En el silencio adormecido de la nieve, resuena una detonación. No estoy muerto” anuncia Bataille. La imaginación tiene sus límites: los de una realidad excesiva. Imaginar es la audacia de una palabra al borde del universo. La escritura compromete, nos recuerda Edmond Jabès “el aire que respiras te obliga a devolverlo al aire. Así es el soplo” porque toda palabra pronunciada es un acto respecto de la palabra callada, una manera de interrrogarlas.

 

(Postfacio al libro «El alambre no se percibía entre la hierba» de Hovhannés Yeranyan)

 

Dónde y  cuándo ver Tengo un apuro de un siglo

28 de abril a las 20.30 horas

Ciclo Teatro x la Justicia. 10 Años

Tadron Teatro, Niceto Vega 4802 (esq. Armenia)

 

Sobre los artistas cruzados en esta nota

Anahit Hayrapetyan es fotógrafa, escritora y periodista, miembro del colectivo 4 Plus. Sus trabajos han sido publicado en medios de gran trayectoria como el New York Times. Por su labor foto-periodística, ha cubierto grandes acontecimientos de su país, desde elecciones a cuestiones de género y temas culturales que atraviesan las fronteras impuestas a su pueblo.

Román Caracciolo es un actor, director y dramaturgo argentino de larga trayectoria. Algunas de sus obras son de teatro callejero y bajo la forma de asamblea barrial, como Un león bajo el agua (referida al arroyo Maldonado) y Mataderos. Ha llevado numerosos textos de la literatura argentina al teatro, como El argentinazo, basada en una novela de Dalmiro Sáenz.

Ana Arzoumanian, de formación abogada, se dedica a la literatura, la traducción y el ensayo. Publicó más de una decena de libros, entre ellos Cuando todo acabe todo acabará, Káukasos (poesía); La mujer de ellos, Mar Negro, Del vodka hecho con moras (novelas); Hacer violencia, el régimen insurrecto en el arte (ensayos). Es profesora del posgrado internacional “Escrituras: creatividad humana y comunicación” de FLACSO, Argentina.

 

Hovhannés Yeranyan es aremenio, director de cine y crítico de teatro. Recibió varios premios, entre ellos la condecoración del Primer Ministro de Armenia por los méritos en la literatura de su país. Como periodista, Hovhannés cubrió la guerra de Karabagh (1988-1994). Su libro «El alambre no se percibía entre la hierba» fue traducido al español por Ana Arzoumanian y Alice Ter Ghevondian (Editorial Hecho Atómico, 2015).

 

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