18.08.2016
Por Aníbal Villa Segura
“El Fiord” de Osvaldo Lamborghini, una de las obras más importantes de la literatura argentina del siglo XX, fue elaborada como ópera. Se pudo ver la semana pasada en el Teatro 25 de Mayo en marco del Centro de Experimentación del Teatro Colón, con entrada gratuita (una frase hecha). En esta nota, Aníbal Villa Segura te cuenta todo sobre la puesta de Silvio Lang.
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Sobre “El Fiord”
Hace veinte años Horacio González escribía: “Insoportables aun hoy, los cuentos y novelas de Osvaldo Lamborghini, hacen de la frase hecha una exaltación a la disgregación general de la materia…Todo es asociable a todo, porque finalmente hay un nominalismo bestial que deja al mundo en estado de pujo político, pues toda acción lleva a un nombre. Entre el nombre y el asco se halla Lamborghini”.
Hace trece años Nicolás Rosa sostenía: “De la violencia de los lenguajes extralimitados y simultáneamente con la desorganización de los núcleos sintácticos y semánticos en una lengua, que pretende decirlo todo o no decir nada, (surge) el intento de Lamborghini de generar una lengua corrupta por dislocación de las formas y los paradigmas, una verdadera destrucción ácrata de los significados y significantes”.
Víctor Torres interpreta un personaje de «El FIord». Foto: cortesía Prensa Teatro Colón
Parecería que entre estas dos lecturas, “El Fiord” mantuvo un lugar único y singular pero fuertemente sospechado en nuestra literatura. Se decidió estuviera en un escenario. El cuento de 16 páginas no describibles pasó a ser una ópera -una ópera popular según anunciaron los artistas. La pregunta es cómo.
Sobre la ópera
Un texto se transformó sin dejar de ser el mismo. Siete personajes que eran hablados, continúan siéndolo y a la vez hablan, ocupan lugares, pero no identidades. Son como hubiera deseado Lamborghini: sin DNI.
Pero los responsables de esta puesta en escena sí tienen identidad.
Un nombre: Ignacio Bartolone, autor del libreto con preciosismo impiadoso pero con respeto al escritor.
Otro nombre: Diego Tedesco, autor de hermosos composiciones para conjuntos de cámara y sinfónicos.
La música, que en nuestro conocimiento es contemporánea operística y muy bella, pone un sello particular, un entourage de glamour y sentido a los personajes de “El Fiord”. Se pliega sin problemas a la estética del llamado lenguaje sucio, deja filtrar los contenidos políticos, pero además tiene una característica de diversidad en cuanto a los “temas musicales” de cada acción actoral, sin por ello perder cohesión.
El coro, formado por el conocido grupo Musicaquántica, está dirigido por Camilo Santostefano. Reivindica un trabajo interno/externo a la escena de El Fiord al estilo o tendencia griego.
Juan Martin Miceli es el aplaudido director musical que conduce el Ensamble Bracelet de bellísima participación.
Se suman la coreografía impecable de Alina Folini, la escenografía apabullante, simple, nada oscura de Leonardo Ceolin y el vestuario desopilante de Endi Ruiz.
El Relator, Carla Greta Teron, la madre, y Atilio Tancredo Vacan, el hijo. Foto: cortesía Prensa Teatro Colón
Sobre la puesta en escena
Silvio Lang es el director de escena que mide, dirige, propone, opina, evalúa pero básicamente ama a “El Fiord”. Lo piensa, lo hace amar y lo hace pensar a su gente y a los espectadores. Arthur Rimbaud, poeta tan cercano a Lamborghini, escribió a Jorge Izambard un párrafo aun discutido: “Nos equivocamos al decir yo pienso, deberíamos decir me piensan, Yo es el otro” (Cartas del Vidente). Silvio Lang piensa en otros y es pensado por otros.
Así surge unida y organizadamente la posibilidad de “El Fiord” como ópera viva, actuante y enceguecedora:
El Loco Rodríguez (Víctor Torres, barítono): con sus bolas y su voz al aire
El Narrador (Hernán Franco): coge y es cogido en una excitante bisexualidad
Sebas (Julián Cabrera): ni come ni coge, pero esta unido lúbricamente al Relator.
Carla Greta Teron (Sol Fernández López): gran madre, parturienta, con pollera partida y concha sangrante esta por parir
Alcira Fafo (Florencia Bergallo): mujer fálica con clítoris/pene rugoso y a la vista
Atilio Tancredo Vacan (Eddy García): recién nacido que mamará de la teta materna sólo ideología y en su primera salida se cogerá un pibe del subte
La Mujer del Fiord (Johanna Pizani, soprano): presencia invocadora sin pies primero, sin manos después.
El Relator, Alcira Fafo -la mujer fálica, Sebas el lumpen, el Loco Rodriguez. Foto: cortesía Prensa Teatro Colón
Se agrede o más exactamente se golpea con el lenguaje vocal, corporal, musical. Un cuerpo se sacraliza: el de abajo con lo excrementicio y lo sexual. Una lengua de inodoro se aleja de la pureza de las reales academias. No hay blasfemias ni actitudes soeces; son prolongaciones que por debilidad se esconden, que pertenecen a las conchas, a las pijas y a los culos; o son del vómito, la meada, del semen y la caca.
La metáfora se ausenta, de ahí su originalidad política. Se hace política en el escenario, que exige ser leída literalmente y no simbólicamente:
Milanesa con puré
Abran la concha que viene la CGT
Media varón, media tercera posición
Guardia restauradora
No hay doctrina, hay 20 verdades
Varón, varón que grande sos
Dios, patria y hogar
… y más.
Epílogo
Antes de la función estreno, entré a un kiosco cercano al Teatro 25 de Mayo. La señora que lo atendía me preguntó: ¿va al teatro?
-Sí, le respondí.
-¡Qué bueno, para Villa Urquiza es un lugar importante!
-Sí, lo sé. -agregué- Yo soy de Belgrano y veníamos a ayudarlos cuando Macri les quería quitar el teatro para sus negocios inmobiliarios.
-¡Ah, entonces sabe que lo recuperamos los vecinos con nuestra lucha.
-Sí. Años después ustedes nos ayudaron a recuperar el cine Multiplex de Cabildo que el macrismo también nos quería quitar.
La señora entre contenta y emocionada me pregunta qué voy a ver. Le comento sobre la obra y la entusiasmo para que vaya. Promete hacerlo. Mientras camino hacia el teatro, pienso: “El Fiord” debería estar en el Colón. Sin embargo, el viejo y sabio azar lo colocó en un teatro que funciona gracias a la lucha de los vecinos. Que bien está.
El estreno concluye y los actores salen cada uno con un letrero:
Ni Una Menos, Vivas las Queremos
El Tiempo de Revolución es Ahora
No a la Argentina Offshore
Libertad a Milagro Sala.
La lectura es literal y, como dice Horacio González, son frases hechas: “La Historia, ella misma, es parte de esas frases”.