22.09.2016
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En su nueva columna de cine, Vivori nos acercará los documentales más interesantes que el nuevo siglo nos regala. Y con links para ver online 😉
Para inaugurar la sección, te dejamos una breve reseña del género documental a lo largo de la historia del cine.
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Se dice habitualmente: “la realidad supera a la ficción”. Tal vez eso hayan pensado los hermanos Lumière, cuando de forma totalmente artesanal armaron La salida de la fábrica (1895), según los historiadores, el primer material estrenado de lo que hoy llamamos cine. Fotos en movimiento. Reales. Tan reales que cuando la nueva y ávida audiencia de los Lumière presenciaron La llegada del tren ese mismo año, casi escapan de la sala.
Era tan novedosa como aterradora la sensación de ser atropellados por aquel bólido que parecía salir de la pantalla.
Pero fue bastante tiempo después cuando comenzaron a delimitarse fronteras entre lo que se filmaba artificialmente y los que sólo intentaba registrar una porción de verdad. A esa porción de verdad John Grierson, uno de los pioneros en tratar de captar la realidad con su cámara, la denominó “documental”. Así quedaba inaugurado el género.
Los hermanos Lumière y algunos fotogramas de sus films. Foto: Google iMages
Como toda discusión que gire alrededor de la noción de verdad, el documental no pudo escapar a las disquisiciones filosóficas al respecto. De hecho, se hicieron divisiones dentro del mismo género; en muchos casos a partir de cuánta “verdadera verdad” había en cada película. Un debate entre más o menos manipuladores. Para no complicar un debate jamás saldado del todo, podemos resumir que el documental es un género que intenta registrar un retazo de realidad desde el punto de vista de un realizador, en una determinada porción de tiempo y espacio.
Por otro lado, aquel comienzo en el que no había divisiones de género entre documental y ficción no parece caprichoso. Por el contrario, alumbraba un siglo en el que más haya del empecinamiento de distribuidores por etiquetar, ambos géneros se verían mezclados y en el barro todos manoseados. Así es como hoy día se hace bien complejo distinguir la fronteras que separan al documental de la ficción. Sobran los ejemplos en los que la ficción hecha mano de material documental, tanto en sus guiones como en el uso de sus recursos visuales. Y lo mismo corre para el documental, amigo de usar recreaciones y/o animación cada vez que haga falta. Ni hablar de las temáticas, problemáticas o escenarios que ambos géneros han transitado y de manera recurrente, sin que se los pueda separar como si fueran miembros de especies diferentes.
Afiche de un documental del famoso director estadounidense Michael Moore. Foto: Google Images
Al mismo tiempo, fue quedando atrás en el imaginario de mucha gente esa idea de pensar al documental sólo como un material audiovisual con imágenes de animales o geografías exóticas relatadas con una voz en off.
Sin embargo, no fue sencillo para aquellos directores que intentaban trabajar con la realidad salir de los prejuicios y abrirse camino en las audiencias masivas. El documental necesitó de buena parte del siglo XX para encontrar su lugar de confort. Recién entrado el nuevo siglo, este género parece gozar finalmente de vitalidad plena. Ya no se siente resignado a jugar un rol marginal en los festivales de cine. Tampoco de ser el eterno segundón de la ficción. Tal vez tantos años de experimentación, de prueba y error lo ayuden. O tal, vez, sea el desgaste de grandes estudios que ya no ofrecen historias que merezcan ser contadas. O lo que es peor, solo entregan fórmulas remanidas y edulcoradas diseñadas en un departamento de marketing. O finalmente, será que es un género que surge como un pequeño oasis en el cual ir a refugiarse frente al tratamiento superficial y manipulador que la televisión le imprime a la realidad cotidiana.
Por todo esto, sobran los motivos para que la columna en esta oportunidad se dedique a repasar los documentales más interesantes que el nuevo siglo nos regala.
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