Escúchame Marlon

03.11.2016

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Listen to me Marlon (Escuchame Marlon), documental de 2015 del inglés Stevan Riley, nos informa desde su primera imagen que lo que sigue nunca se vio. Que es parte del archivo personal de Marlon Brando. Y el dato no es menor. No podría serlo jamás, ningún material biográfico puede ser más auténtico y poderoso, que aquel que cuenta con el testimonio de su propio protagonista.

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Pero no se detienen allí los méritos de Listen to me Marlon.  Riley no solo explota al máximo el material fotográfico y de video de Brando, sino que además utiliza como hilo conductor del relato viejos audios del actor – que usaba como una especie de autoanálisis-, acompañados por un avatar al estilo de Max Headroom, aquel viejo personaje televisivo de los años ochentas. El resultado de su apuesta es una narración intimista, que nos sumerge en una atmósfera hecha a la medida del notable intérprete de Un tranvía llamado deseo, El Padrino o Apocalipsis Now, entre otras maravillas del cine.

Como todo documental biográfico, el film repasa  los capítulos más trascendentes en la vida del personaje de forma cronológica. En esto no es original. Así descubrimos el peso de dos mujeres esenciales en el amanecer del actor: su madre y Stella Adler. La primera, Dodie Brando, sostén fundamental para que Marlon dedique su vida al arte. La segunda, también actriz, maestra y madrina, a la que Brando conoce en el Actor´s Studio, mítica escuela de actuación neoyorquina. De ella aprende los primero palotes de su filosofía. “No tengas miedo de ser vos mismo. Tenés el derecho de ser quien sos, como sos”, lo convence Stella.

En esa búsqueda frenética de libertad artística, Marlon discute a las figuras sagradas de Hollywood. Son los primeros pasos de una lucha, la del actor contra el mainstream, que no tendrá tregua. Los Cooper, los Gable, los Bogart, “son actores que repiten las caras, los gestos en cada película. Todo programado. Hay que cambiar el estilo de actuación en el cine”. Va naciendo el ícono, el profeta de toda una generación. En un camino en el que en paralelo, también se moldea el sex symbol. 

Afiche de la película. Foto: Google Images

Su performance en Un tranvía llamado deseo, la obra de Tennessee Williams, lo dispara por las nubes. Mega estrella, imagen de posters y fascinante actor, todo en el mismo combo. Entendemos porqué las mujeres mueren por él.

Tanto su inconmensurable presencia en pantalla, como sus planteos éticos y nuevas visiones sobre la actuación comienzan a llamar la atención. Las ofertas se multiplican. Sus rencillas con el star system también. Nadie puede ser indiferente con Marlon.

Ese joven que sentía gran curiosidad por la gente, a la que observaba con dedicación y de la que imitaba  hasta su forma de escupir, como diría Borges, se sumerge en la actuación como en una religión. Con fe ciega. “Tengo que ser el mejor actor que pueda ser”, se autoconvence. Trabaja su físico para cada papel. Vive, siente, los que vive y siente cada uno de sus personajes. Lo demuestra en On the Waterfront (Nido de Ratas), el glorioso film de Elía Kazan, por el que recibe su primer Oscar.  

Pasan romances, incontables. Llega el primer hijo y con él la necesidad de Marlon de buscar un lugar en el mundo. Lo descubre en Tahití, vecino de Hawai, donde compra su propia isla. Allí se refugia. Y desde allí dispara más dardos a la industria del cine: “El marketing, el cine de los grandes estudios, los publicistas, es todo una mierda. Es todo guita, guita y guita”. Momento en el que batallaba con director y staff de Mutiny on the Bounty (Rebelión a Bordo). Rebelión, la de Brando, contra una forma de trabajo que ya no lo contenía. Que lo limitaba. Que lo alejaba de lo que tenía que ser la actuación. Para él era: Arte versus Negocios.

Marlon Brando. Foto: Google.

Abrazado a la causa de los pueblos originarios americanos, “esos que en las películas de Hollywood solo representan todo lo malo” y la de la comunidad afroamericana, no recibe su segundo Oscar por su magistral interpretación de Don Corleone, El Padrino de Coppola. Las multitudes ya no lo acompañan como antes. Y los proyectos escasean. Tal vez el precio que paga por defender sus ideales. Llega la controvertida Ultimo tango en París, de Bertolucci, con su sexo explícito. Y también sus dolorosas experiencias personales de una familia que solo le suma tragedias, como el suicidio de su hija Cheyenne o los años de cárcel de otro de sus vástagos, Christian, acusado de asesinato.

Listen to me Brandon, es visceral, como la persona que describe. Es melancólica, dolorosa, creativa. Tiene rabia y tiene ternura. Es contradictoria y es idealista. No podíamos esperar menos del retrato íntimo de uno de lo actores más influyentes, profundos e inolvidables de todo un siglo.

Escena de la película. Foto: Google Images

FICHA TÉCNICA 

Dirección: Stevan Riley

Reparto: Marlon Brando

Música compuesta por: Stevan Riley, Gary Welch

Guión: Stevan Riley, Peter Ettedgui

Premios: Premios Peabody

Clickeá acá para ver el documental.

 

 

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