Patria o CNN

24.07.2017

Por

 

A medio año de gobierno y sin éxitos políticos para ostentar, Donald Trump está en guerra con los medios. Tildados de emitir noticias falsas, de ser deshonestos y corruptos, son el nuevo partido de oposición. Los ataques, que ya habían comenzado en la campaña, hoy son cada vez más recurrentes y tienen un tono mucho más agresivo. Como buen ahogado que todavía lanza manotazos para sobrevivir, Trump se aferra a una narrativa que cuadra perfecto dentro de su electorado. ¿Qué sucede con el resto de la población? ¿A qué responde esta estrategia?

 

Es domingo y el presidente de los Estados Unidos se encuentra de retiro jugando al golf. Lejos de sus asesores, agarra el celular y tuitea un video donde se lo ve golpeando a un hombre con el logo de CNN en la cara. Es un montaje de una filmación que había hecho hace un tiempo para la empresa de lucha libre WWE. El video, que escapa a cualquier sutileza, había sido posteado unos días antes en Reddit, en un grupo de los denominados “Derecha Alternativa”. No era la primera vez que Trump tuiteaba contra CNN y tampoco será la última. Pero el mensaje, que muchos calificaron como promoción explícita de violencia, ahora tiene otro calibre: son más repetitivos, agresivos y están dirigidos a todo medio o periodista que se atreva a cuestionar su presidencia. Ya no es casualidad. Forma parte de una estrategia que Trump emprendió hace un tiempo y hoy, con una administración que carece de resultados concretos y está siendo investigada, se repite una y otra vez.

Lo dice sin tapujos: “los medios de comunicación son el partido de la oposición”. Para Trump, los medios encajan perfecto en la construcción de una narrativa donde él es la víctima y si todavía no logró nada de lo que prometió en campaña es porque hay grupos que están conspirando para que eso no suceda. Existen otros sectores, pero los medios pertenecen a la única arena de batalla donde Trump se siente cómodo.

Trump dirige una administración que se encuentra bajo fuego. Todavía no ha logrado llevar a cabo ninguna de sus promesas de campaña, a pesar de contar con mayoría en ambas cámaras. Esta semana la reforma de salud sufrió su segundo fracaso: algunos senadores republicanos se opusieron y dejaron sin votos al proyecto que ya había sufrido modificaciones para ser aprobado en Representantes. Sus medidas para frenar la inmigración enfrentan todo tipo de trabas legales. A nivel internacional, el que prometió conseguir los mejores acuerdos para su país no obtuvo otra cosa que rechazo, ninguneo y aislamiento político. Y porque siempre se puede estar peor, el gabinete de Trump está siendo investigado por supuesta colusión con el gobierno ruso. Cada semana llegan más pruebas incriminatorias, su gran mayoría por investigaciones periodísticas de los medios que él desprecia públicamente. Trump se refugia con su base de votantes y lanza ataques constantes a la prensa, como si no hubiera cosas más importantes para resolver en la Casa Blanca. O quizás precisamente por eso.

Pero los medios no siempre fueron el enemigo, todo lo contrario. Con pasta para el show, carisma y afán por llenar un ego que para los 90 ya era grande, Trump se convirtió en el producto ideal para la televisión de esos tiempos. Allí construyó un perfil que luego se transformó en marca.  Años más tarde, los mismos recursos lo iban a ayudar a construir una candidatura presidencial.

 

Como nadie sabía lo que iba a decir, las cámaras permanecían siempre prendidas. Los eventos de campaña eran transmitidos de forma completa por la mayoría de las cadenas televisivas, algo sin precedentes. Los medios contribuyeron a que Trump gane la elección, cayendo en su juego.Todo lo que decía Trump se convertía en noticia. Y a pocos parecía importarles la mediatización, total era un candidato sin chances, un chiste. Hasta el propio Huffington Post posteaba las noticias de la campaña referidas a Trump en su sección de espectáculos. Después lo tuvo que cambiar: porque Trump, después de todo el tiempo que los medios le dedicaron, de la visibilización brutal de su campaña, comenzó a ganar estados en las internas republicanas. Cuando los medios empezaron a aceptar que Trump iba a ganar las primarias para convertirse en el candidato republicano, ya era demasiado tarde.

Por supuesto que la victoria de Trump en las internas y luego en las generales no se debe únicamente a los medios. “La pérdida del voto de Clinton y el hecho de que haya ganado Trump tuvo muy poco que ver con la pelea con los medios tradicionales. Esa pelea se aceleró mucho después de que Trump ganara. Es cierto que Trump usó en la campaña el discurso anti establishment y el discurso anti medios tradicionales pero no era el centro de la campaña. El foco estuvo puesto contra Clinton y contra la élite de Washington, y mucho menos contra los medios” explica a Puchero Ernesto Calvo, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Maryland y autor de diversos artículos en comunicación política.

La guerra comenzó cuando llegó a la Casa Blanca y, ¡sorpresa!, gobernar es más difícil de lo que parece. Los medios -exceptuando a Fox y otros afines- están haciendo su trabajo. Están demostrando a la gran mayoría de estadounidenses lo que muchos ya predecían: Trump no está preparado para gobernar. El presidente insiste en que eso es falso, en que los medios han estado conspirando en su contra. Son lo que se interpone entre él y lo que quiere conseguir. Pero los ataques a los medios solo han tenido resultado en su base. “Por un lado es cierto que Trump está usando a los medios como un hombre de paja para tratar de tener un enemigo sencillo al cual ataca y con el cual obtiene apoyos políticos. Pero también es cierto que no está creciendo con ese discurso, se está achicando y quedando reducido a un núcleo duro” señala Calvo.

“Entre su núcleo de simpatizantes hay una gran cantidad de odio hacia el establishment mediático, así como a cualquier otra forma de ‘establishment’ proveniente de las ciudades cosmopolitas del país. Trump no creó este desprecio, pero ciertamente lo explotó” señala a Puchero Ishaan Tharoor, periodista del Washington Post, uno de los exponentes de dicho establishment.

 

Trump surfea en un mar donde todos los días se suman nuevas olas de conflicto. En Twitter se refugia y lanza manotazos. Últimamente, son los medios los que más los reciben. Para Fernando García Naddaf, profesor de comunicación política de la Universidad Diego Rosales, de Chile, Trump se ha confiado del poder que tuvo Twitter en la campaña e interpreta mal sus efectos. “Twitter tiene adosada la idea de un discurso de ficción. Nosotros los ciudadanos, como también los políticos, pensamos que se evaporan los intermediarios. Trump piensa que los usuarios finales son los que le están respondiendo en su timeline y que ahí genera otro tipo de encuadre mucho más favorable. Pero eso no ocurre, eso es la ficción. Lo que ocurre en realidad es que lo que vemos de Trump es lo que recogen los grandes medios de comunicación”. ¿Es cierto que Twitter le permite una comunicación sin intermediarios o ignoramos otro tipo de efectos? Para Calvo, “Twitter le permite emitir un discurso que no es tomado en serio, desde el cual está todo el tiempo testeando políticamente los límites de lo que puede decir”.

El presidente eligió un rival que hoy parece estar en declive. La confianza en los medios tradicionales ha descendido a las cifras más bajas en décadas, según afirma el estudio que la consultora Gallup realiza cada año. Según otro estudio, seis de cada diez adultos se informa a través de redes sociales, y en los últimos años se ha producido un viraje desde medios nacionales a medios locales. “Hay que tener en cuenta que desde la crisis económica del 2008 se produjo un viraje en la opinión pública muy similar al de mediados de los 30, donde la percepción de las instituciones, del gobierno y de los políticos cayó en picada. Los medios tradicionales tienen en este momento una imagen positiva mucho más pequeña que la que tenían antes, pero aún así sigue estando rankeados muy por encima de otras instituciones políticas” advierte Calvo. Naddaf coincide, y agrega: “aunque la gente diga ‘no creo en los medios’ igual les creen. Los medios están cada vez más agudos en la crítica, no lo sueltan, y eso ha tenido cierto efecto. Creo que la baja en popularidad que hemos visto también responde a esta crítica que surge de los medios tradicionales. Trump está perdiendo la batalla”.

Para quedarse en el poder, Trump depende del Partido Republicano. Si bien la mayoría de republicanos son escépticos respecto a la cobertura de medios no afines, la estrategia de Trump no parece estar funcionando dentro de los grupos de poder. “El único sector del partido donde esta estrategia funciona es la parte populista de derecha, que es este grupo anti elite, heredero del Tea Party, que es un sector movimientista muy agresivo, racista, que es en verdad el que es activado por ese discurso. Es un sector pequeño del Partido Republicano” explica Calvo. Para él, estas estrategias no le dan salida a Trump, que hoy está padeciendo el poder. “La pregunta es si con un tercio de la mitad del país vos podes avanzar sobre las instituciones y terminar gobernando. Eso es difícil. Para que eso sea posible tiene que haber un ataque importante en Estados Unidos como el 911, una situación que básicamente le permita avanzar sobre las instituciones. Ha minado el terreno para que si eso ocurre, pueda avanzar rápidamente, y eso es lo que preocupa a mucha gente”.

 

“Es una táctica muy peligrosa. La Casa Blanca ha logrado convencer a un segmento de la población estadounidense de que la mayoría de los periodistas son el ‘enemigo’ y trabajan en contra de sus intereses. Sólo podemos responder haciendo nuestro trabajo: mantenemos informes sobre el caos y la disfunción de esta administración, y eso, a su vez, hace que Trump esté aún más enojado y convencido de que todos estamos en contra de él” señala Tharoor, que escribe de forma diaria en uno de los diarios que más problemas le ha traído a Trump.

Trump se ha posicionado como el único político capaz de entender a la gente. Y según su conciencia, todo aquel que busque socavar su credibilidad es un enemigo. Trump eligió a uno que conoce bien. Pero está perdiendo y, para muchos, el desprestigio constante a medios y periodistas encierra una lógica más peligrosa.

“Parece cada vez más claro que no tiene el temperamento para lidiar con las luchas diarias de la política en una democracia. Y el lenguaje que usa – sino también las políticas que impulsa – son directamente extraídas del libro de jugadas de un autócrata” advierte Tharoor.

Mal que le pese a Donald, su estrategia no está dando resultados. Los periodistas van a seguir haciendo su trabajo, sugiriendo al presidente que él haga el suyo.

Autor/a:

¡Compartir!
¿Te gustó? ¡Compartilo!

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *