Estadio Nacional: fútbol y tortura

01.07.2015

El Estadio Nacional de Chile es, obviamente, sólo un edificio – ladrillos, cemento, madera y metal. El domingo 4 de julio será la sede anfitriona de la Copa América de Fútbol y Chile ansía ganarla por primera vez en la historia. Sólo Argentina se antepone en su camino.

Muchos chilenos desean que las generaciones futuras al pasar por el estadio puedan decirle a sus hijos o nietos: “Este lugar representa la gloria de Chile.” En vez de lo que muchos dicen hoy: “Este edificio es el símbolo de la mayor vergüenza de Chile”.

Luego de llegar al poder con un violento golpe de estado militar el 11 de septiembre de 1973, el gobierno del General Augusto Pinochet juntó a miles de opositores y los detuvo en los campos de deporte de Chile que, del día a la noche, se transformaron en prisiones de máxima seguridad. A través de las puertas del estadio llegaron a pasar cuarenta mil personas; las apiñaron en vestuarios pequeños y fríos. Muchos fueron torturados. Los agujeros de bala aún visibles en las paredes dan testimonio de un número desconocido de ejecuciones.

El Estadio Nacional funcionaba como centro de detención durante la dictadura de Pinochet

 

A pesar de que Wally Kuntsmann fue una prisionera política, a ella se la mantuvo en un centro de detención distinto. Actualmente Wally hace campañas para asegurar que la pesadilla que se vivió dentro del Estadio Nacional no se olvide.

“Desgraciadamente el estadio envía un doble mensaje,” dijo. “El mensaje deportivo que es maravilloso, nos entusiasma, nos encanta que nuestro equipo juegue acá. Pero tiene un precio muy alto – el estadio representa el dolor y la emoción de miles de familias chilenas como ningún otro sitio en el país. “

Manuel Méndez fue un joven activista político que pasó cincuenta días, incluyendo el de su cumpleaños número 25, hacinado en una pequeña habitación del vestuario junto a otros 300 detenidos.

“Cuando esa puerta se abría, “dijo señalando la puerta de metal del vestuario, “nunca sabíamos si era para bien o para mal. Venían y se llevaban gente – diez o quince a la vez. No sabíamos para qué.”

Manuel cuenta su historia de forma gráfica y tan a menudo como sea posible, también para asegurar que absolutamente nadie olvide y que las generaciones futuras sean conscientes de lo que ocurrió dentro del Estadio Nacional.

Wally y Manuel están especialmente orgullosos del monumento en memoria de las víctimas situado cerca de la entrada principal.

Grandes imágenes en blanco y negro representando la represión chilena de principios de los setenta cuelgan de las paredes de uno de los corredores que llevan a la cancha. Se ven soldados arreando jóvenes prisioneros hacia el estadio, cañones de agua disparando a los manifestantes en las calles, prisioneros hambrientos y cansados sentados en las gradas del estadio que fueran diseñadas para mirar fútbol, donde los fanáticos se sentarán para ver la final.

El estadio se construyó en 1938 de acuerdo al diseño del Olímpico de Berlín. La mayoría de las gradas originales se reemplazaron durante las renovaciones pero se dejó una fila de bancos gastados de madera podrida como otro testimonio más de los prisioneros que una vez se sentaron allí. En los días de partido se mantiene vacía y se la ilumina cuando se juega a la noche de forma tal que quienes vayan a ver fútbol nunca olviden el otro propósito para el que se usó el estadio.

En la época del golpe militar, el equipo nacional chileno se calificó para jugar la Copa Mundial de 1974 en Alemania Occidental.

Vista aérea del Estadio

 

Salieron sorteados para jugar con la Unión Soviética en la doble eliminatoria. El primer partido, jugado en Moscú, terminó 0-0.

Mientras tanto, los soviéticos se enteraron de las historias de horror que se filtraban fuera del Estadio Nacional y dijeron que boicotearían el partido de vuelta.

Chile negó las historias. La Federación Internacional de Fútbol, FIFA, estuvo de acuerdo en inspeccionar el estadio. Entonces, las autoridades chilenas se pusieron a rellenar los agujeros de balas y a llevar la mayor cantidad de prisioneros a otros centros de detención. A los que no pudieron sacar los encerraron fuera del alcance de la vista y el oído. Las autoridades de la FIFA no vieron nada preocupante y dictaminaron que el partido debía jugarse como se había planeado el 21 de noviembre de 1973 – dos meses después del golpe militar.

Los soviéticos se negaron a enviar su equipo pero, a pesar de todo, se dio inicio al partido… el equipo de Chile se alineó en la cancha sin oponentes. El referee hizo sonar el silbato y los jugadores chilenos pasaron la pelota, la volvieron a pasar y después la metieron en el arco soviético vacío. El marcador del estadio mostró: Chile 1 Unión Soviética 0. Sin opositores para recomenzar el partido se declaró a Chile ganador de uno de los partidos internacionales de fútbol más estrafalario de todos los tiempos.

Tapa de la revista chilena «Estadio»

Un miembro de ese equipo chileno fue Leonardo ‘El Pollo’ Véliz, ex jugador de Colo Colo. El Pollo dijo: “Según la FIFA no había prisioneros mirando el partido en contra del fantasma de la Unión Soviética. Pero un amigo mío, un prisionero, dice que es mentira – que el día del partido él estaba allí“.

Los jugadores sabían lo que estaba ocurriendo. Véliz tenía un tío y un primo detenidos en el Estadio Nacional. Él fue, como otros cientos, a las puertas a buscar información. Como era un jugador conocido, unos guardias hinchas de Colo Colo lo reconocieron y, a cambio de autógrafos, averiguaron como estaban sus familiares y se lo informaron.

Véliz dijo: “A muchos nos sorprendía ver como un estadio construido para entretener a la gente pudiera convertirse en un centro de tortura, una prisión en donde la gente simplemente desaparecía.”

La madre de otro jugador de ese equipo, Carlos Caszley, fue detenida y torturada.

 

Cuando los jugadores fueron al palacio presidencial antes de partir hacia Alemania Occidental, él se negó a darle la mano a Pinochet.

Véliz calificó esto como uno de los primeros y más valientes gestos públicos de desafío contra un régimen que, en ese momento, estaba en la cima de su crueldad.

Cuando Chile llegó a Alemania Occidental en 1974 el mundo estaba mucho más informado de los horrores que cometía el gobierno de Pinochet, por lo que se mantuvo al equipo nacional bajo estricta vigilancia.

Véliz dijo que muchos jugadores sentían vergüenza de representar a lo que Chile se había convertido y les costaba concentrarse en el fútbol. Perdieron uno y empataron dos de los partidos de su zona, poniendo fin rápidamente a una experiencia desagradable.

Véliz, ahora un atildado hombre de 69 años, también trabaja para mantener viva la memoria de los horrores cometidos durante el régimen de Pinochet. Sus propios recuerdos de cuando jugaba en el Estadio Nacional están mezclados de gloria, al anotar el gol que llevó a Colo Colo a la final de la Copa Libertadores en 1973, y de vergüenza por los sufrimientos padecidos dentro de esas mismas paredes.

Hoy es fácil caminar por los corredores húmedos y fríos del estadio e imaginar los gritos de las víctimas torturadas, los quejidos de los hambrientos y los sollozos de las mujeres violadas.

Esos ecos de dolor perdurarán junto con los gritos de júbilo y frustración deportivos mientras el Estadio Nacional de Chile se usa para el propósito que fue creado: como campo de deporte y no como centro de detención.

 

Traducción: María Elisa Cordiviola

 

    Mirá el archivo del insólito partido Chile 1 – Unión Soviética 0 en las eliminatorias para el Mundial 74

 

 

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