22.07.2015
Stella Maris Riquelo y Simón Riquelo, Sara y Simón, Sara Méndez y Aníbal Simón Méndez son los muchos nombres de los protagonistas de esta historia. Resumir en pocas palabras la búsqueda de Sara para encontrar a su hijo a lo largo de 26 años es difícil y triste. Pero esta historia tiene un final feliz. El amor ganó y Sara pudo finalmente abrazar a Simón en Buenos Aires el 13 de marzo de 2002. Él la esperaba con un ramo de flores.
La desaparición forzada de Simón Riquelo fue uno de los casos incluidos en la querella original del juicio por el Plan Cóndor en noviembre de 1999. Simón estaba aún desaparecido en ese entonces. Y aunque su caso ya no figura en el juicio actual contra el Plan, las peregrinaciones de Sara en busca de Simón son un ejemplo emblemático de los horrores perpetrados por el Cóndor.
Más de un cuarto de siglo buscó. Durante cinco de esos años, estuvo recluida como presa política en Uruguay. Finalizaron dos dictaduras -la de Argentina en 1983 y la de Uruguay en 1985-; se sucedieron tres presidentes democráticos en Argentina y cuatro en el país oriental; dos leyes de amnistía y varios indultos de este lado del Río de la Plata, y la Ley de Caducidad en Uruguay. Hubo pistas, esperanzas, mentiras, impunidad y silencio.
En Buenos Aires nace Simón Riquelo
Hace un par de años atrás, entrevisté a Sara para mi investigación sobre el juicio del Plan Cóndor.
Durante nuestro encuentro, Sara me contó que ya antes del golpe de estado en Uruguay y debido a la persecución política sufrida, en abril de 1973, había huido a Argentina. En Buenos Aires, Sara militó en el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), fundado en julio de 1975 en la capital porteña por uruguayos exiliados.
En marzo de 1976, sucedió el golpe militar en Argentina. Buenos Aires, a donde habían huido miles de uruguayos, chilenos, paraguayos y bolivianos, se convirtió en una trampa mortal. Las garras del Cóndor los atraparon allí donde se habían refugiado.
El 9 de junio de 1976, la compañera de piso de Sara y su cuñado fueron secuestrados. Sara, embarazada de nueve meses, tuvo que cambiar el domicilio, el hospital donde atendían su embarazo, y hasta su nombre: ahora era Stella Maris Riquelo.
El 22 de junio nació Simón Riquelo.
A los 21 días de vida del bebé, la noche del 13 de julio, un comando uruguayo–argentino de civil y armado irrumpió en la casa a la que Sara se había mudado en el barrio porteño Belgrano. Las torturas y los golpes empezaron inmediatamente. El militar uruguayo José “Nino” Gavazzo se identificó a cargo del operativo. Nino era famoso por sus torturas y tenía tal impunidad que le preguntó a Sara si lo conocía. En ese momento, Sara tuvo “la total consciencia de que no iba a quedar con vida”, me comentó. Cuando Gavazzo la separó de su hijo, le dijo:
Interior Automotores Orletti, Bs As. Foto: Francesca Lessa
“Quédese tranquila, señora, esta guerra no es con los niños”.
Sara y su compañera fueron trasladadas a Automotores Orletti, la base del Plan Cóndor en Buenos Aires, sin saber que sería del niño.
Sara permaneció secuestrada en condiciones inhumanas y sufrió torturas junto con otros compañeros del PVP. El 24 de julio de 1976, veinticuatro uruguayos fueron llevados en contra de su voluntad a Uruguay en el llamado ‘primer vuelo’- de los muchos que se harían para enviar a los prisioneros políticos de vuelta a su país natal. Los detenidos permanecieron primero en una casa que funcionaba como centro clandestino en el barrio montevideano de Punta Gorda. Luego, fueron trasladados a otro centro ubicado en la sede del Servicio de Información de Defensa (SID).
En Montevideo y sin Simón
Otra sobreviviente del primer vuelo, Alicia, durante una entrevista que le hice recordó que un día a fines de octubre o principios de noviembre de 1976 un guardia había preguntado a las detenidas como preparar una mamadera. Había un bebé en el piso de arriba. Con Sara pensaron que podía tratarse de su hijo; pero poco tiempo después descartaron esa posibilidad.
Hacia finales de 1976, unos pocos secuestrados fueron liberados. Pero la mayoría, entre ellos Sara, fueron obligados a participar en una farsa montada por los militares. Algunos de ellos quedarían detenidos en un chalet a las afueras de Montevideo y otros en varios hoteles de la capital uruguaya, acusados de querer invadir al país para reavivar la lucha armada.
Vista de la ciudad de Montevideo desde Punta Gorda. Foto: Francesca Lessa
Recién en diciembre de ese año, Sara fue llevada a la prisión de Punta de Rieles. Allí, por primera vez, se reencontró con sus familiares. Sara tenía la esperanza de que hubiesen encontrado a Simón. La familia, por otro lado, esperaba que Simón estuviese con ella. En el penal, la triste realidad se impuso: Simón había desaparecido.
Al salir de la cárcel cinco años más tarde -en 1981-, Sara continuó la búsqueda de su hijo con total dedicación ya que finalmente estaba en libertad .
Sara dio su primer testimonio en 1983 ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) en Argentina. Luego, se presentó también al juicio contra las Juntas en ese mismo país. Al volver a Uruguay, quedó detenida nuevamente pero esta vez fue por poco tiempo ya que la dictadura uruguaya estaba llegando a su fin.
Sara tuvo la primer pista sobre el posible paradero de su hijo en 1987, ya recobrada la democracia. Un senador de izquierda, Germán Araujo, había recibido información sobre un joven que vivía en Montevideo y que podía ser Simón. Gerardo Vázquez había sido adoptado, tenía la misma edad que Simón y vivía con unos parientes del jefe de Gavazzo. Debido a la impunidad, el encubrimiento y el silencio que dominaban en el Uruguay en ese entonces, los exámenes de ADN no se pudieron realizar hasta el año 2000. Gerardo no era Simón. La pista seguida por tantos años había fracasado.
El reencuentro
Señor Presidente, oiga esta canción / con todas sus tropas y sus cortesanos. / No nos callaremos hasta que sepamos / dónde está Mariana, dónde está Simón
Hasta los cantores uruguayos pedían por Simón y Mariana, hijos de exiliados uruguayos en Buenos Aires, ambos desaparecidos desde 1976 por el Plan Cóndor.
El presidente uruguayo Jorge Batlle creó en agosto del 2000 la Comisión para la Paz para investigar el destino de los desaparecidos. Con cierta esperanza renovada, Sara acudió a esta institución. Le dijeron que Simón estaba muerto aunque no tenían fundamento para dicha afirmación.
En ese momento, Sara no sabía que ya faltaba poco para encontrarse con Simón.
Sin bajar los brazos, en 2001 realizó una gira internacional para conseguir apoyo en su causa. Recorrió Italia, Francia, Holanda, Suiza… Los acontecimientos se iban encaminando para poner fin a tantos años de búsqueda y sufrimiento.
Placa en honor a Michelini, Bs As. Foto: F. Lessa
El senador Rafael Michelini, hijo del legislador uruguayo Zelmar Michelini asesinado por el Plan Cóndor en Buenos Aires en mayo de 1976, estaba también buscando información sobre el crimen perpetrado contra su padre.
Ese mismo 2001, un ex represor de Orletti aceptó ayudar en la búsqueda de Simón en el marco de una investigación del periodista uruguayo Roger Rodríguez y del senador Michelini. Según el represor, un niño pelirrojo había quedado en manos de uno de los cinco policías que hacía la guardia nocturna en la Seccional 33 de Buenos Aires aquel 13 de julio de 1976.
Michelini se encontró con el ex policía Osvaldo Armando Parodi en febrero de 2002. «No busquen más, ese chico es mi hijo«, confesó. Michelini no le creía, entonces Parodi agregó: «Senador, si usted me dijera que la misma noche del 13 de julio de 1976 y en la misma clínica [el Sanatorio del Norte] abandonaron a otro chico con las mismas características, yo podría dudar. Pero no tengo dudas, ese chico que buscan es mi hijo».
Aníbal, el hijo adoptivo del ex policía, se realizó el examen de ADN. Él era efectivamente Simón.
En apenas 15 días se resolvió una búsqueda que había durado más de un cuarto de siglo.
Desde aquel resultado positivo de ADN, Sara y Aníbal empezaron a conocerse. A diferencia de muchos niños apropiados, Aníbal pudo abrazar a su mamá. Sara luego se convirtió en abuela de Juani de 8 años.
Aníbal Parodi adoptó el nombre que le puso Sara al nacer junto a su apellido materno verdadero convirtiéndose en Aníbal Simón Méndez. De alguna manera, su nombre actual une su identidad partida, mostrando que a veces estas historias de horror tienen un final feliz a pesar de todo.
Sara encontró a Simón después de 26 años. Él tenía ya otro nombre y otra vida. Sin embargo, le declaró a su madre: “Quiero que te incorpores a mi felicidad”.
¿Qué dijo la justicia?
A pesar de que la Ley de Caducidad preveía en su artículo 4º investigaciones destinada a esclarecer la situación de menores desaparecidos, el estado uruguayo no hizo nada al respecto. Después de muchos años de impunidad, un tribunal de apelaciones civil en Montevideo finalmente determinó sobre el caso de Sara Méndez y su hijo Simón en agosto de 2012 la “responsabilidad del Estado uruguayo por la separación, desaparición del niño y su ulterior entrega ilegítima a la familia de adopción”. La corte señaló la complicidad del estado en encubrir el crimen: “Las autoridades requeridas no brindaron información, la aportaron falsa o no desarrollaron investigación exhaustiva de los hechos”.
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